El árbol y su función vital en la ciudad
Los "túneles verdes" y las ramas protectoras en numerosas arterias de la ciudad siguen, pese a todo, siendo una postal vigente. La admiración del visitante y el respeto del vecino se conjugaron siempre para dar cuenta de una característica propia de nuestra ciudad, que habla bien de la conciencia ambiental.
Una interesante nota publicada hace algunas semanas en este diario describió algunos de los "oasis" que el arbolado urbano ofrece a los habitantes de San Francisco, tanto en lo que hace a postales visuales atractivas como también a protección del sol, en especial durante el tiempo de verano.
"Algunos por sus inmensas copas, otros por el tamaño fueron formando en el transcurso del tiempo túneles naturales que sirven para resguardo de cualquier transeúnte. No están en ningún lugar determinado pero sí se repiten en mayor o menor medida en diferentes zonas de la ciudad", señala la crónica para luego pasar a detallar algunos ejemplos.
El párrafo anterior da cuenta, además de una enumeración de espacios, de la trascendencia que el arbolado urbano tiene para una comunidad como la nuestra. Y que la relación con el árbol se mantiene pese a que algunas situaciones podrían derivar en que no exista la misma preocupación que antaño sobre el cuidado de las especies y ejemplares que necesariamente deben ser la escenografía de todas las calles en todos los barrios y el centro de la ciudad.
Durante años, el foráneo que llegaba a San Francisco tomaba nota enseguida de la protección que brinda el árbol en el ejido urbano. Aquellas postales relatadas en el artículo que origina esta columna eran mucho más numerosas hace algunos años.
Es que en el horizonte cercano aparecieron algunos nubarrones en torno al cuidado del árbol en la ciudad. La polémica por el traslado de ejemplares en la Plaza Cívica cuando se iniciaban las obras de la Tecnoteca quizás fue un momento en el que las pasiones de la inmediatez impidieron la reflexión sobre el tema, pero al mismo tiempo determinó que existe conciencia sobre el tema en una mayoría de sanfrancisqueños.
Asimismo, el daño provocado por el temporal del pasado 14 de diciembre fue muy importante para el patrimonio arbóreo de la ciudad. Cientos de ejemplares cayeron pesadamente y otros se vieron seriamente deteriorados. Es más, muchos de estos últimos todavía aguardan que se los "atienda" puesto que han visto cercenadas ramas muy grandes o se hallan inclinados y con riesgo de caer, lo que supone, por cierto, un peligro importante.
En este marco, además de la necesaria labor municipal que procure recobrar definitivamente la normalidad luego de aquel terrible temporal, sería ideal que volviera a ser considerado el arbolado como una obligación de los vecinos, abiertos a la conciencia ambiental que da cuenta de la importancia de su implantación y mantenimiento.
Sin embargo, debido a la construcción de nuevas viviendas y edificios se ha presentado un panorama en el que muchos ejemplares ubicados en las veredas fueran talados o retirados. Y no han sido repuestos luego de finalizada la obra, pese a que la legislación vigente hacerlo a los frentistas. Es éste un punto que exige mayor control por parte de los organismos municipales competentes, puesto que no puede verse raleada la forestación urbana.
Las ordenanzas protegen al árbol. Desde hace mucho tiempo es así. Los "túneles verdes" y las ramas protectoras en numerosas arterias de la ciudad siguen, pese a todo, siendo una postal vigente. La admiración del visitante y el respeto del vecino se conjugaron siempre para dar cuenta de una característica propia de nuestra ciudad, que hablaba bien de la conciencia ambiental sanfrancisqueña. Esta cualidad ciudadana no puede perderse. El cuidado de los árboles en la ciudad es una responsabilidad que debe asumirse en plenitud.