Después del temporal
El devastador panorama del viernes va cediendo de a poco. El viento, por fortuna, no se llevó valores centrales de la convivencia que han sido puestos de manifiesto por gran parte de la comunidad y que siguen invitando a que todos pongan el hombropara recuperar el paisaje urbano y asistir a os más afectados.
San Francisco ha vivido en su historia muchos episodios críticos como consecuencia de la intemperancia climática. Pero pocos fueron tan violentos como el ocurrido en la madrugada del pasado viernes 14 de diciembre. El viento embistió con todo y contra todo, una furia natural incontenible hizo colapsar gran parte de la actividad ciudadana y provocó destrozos tan severos como difíciles de reparar en tiempo breve. Que no se hayan producido víctimas humanas es una bendición que debe resaltarse, puesto que de lo contrario estaríamos hablando de una tragedia de magnitud impensada.
El viento cesó y el panorama ciudadano fue desolador. Cada fotografía que era enviada por las redes sociales causaba más impacto que la anterior. Los enormes daños al patrimonio urbano y forestal, así como la destrucción de propiedades particulares y de empresas, como también los trastornos en la vía pública y la falta de los servicios esenciales determinaron una emergencia que debió ser atendida de urgencia y para la que el municipio, bomberos voluntarios y otros organismos debieron acudir a la ayuda de la provincia y de otras regiones para comenzar con los trabajos de reconstrucción.
Que la tarea se haya centrado principalmente en los barrios más afectados suena lógico. Porque además se trata de sectores en los que los servicios municipales no son tan extendidos y las condiciones de vida de la población no son las mejores. Por ello, la acción decidida en apoyo de los que más sufrieron las consecuencias del viento se asume como prioritaria. Al mismo tiempo, la solidaridad de los sanfrancisqueños y poblaciones de la región se ha puesto una vez más de manifiesto. En las proximidades de la Navidad, el espíritu de comunidad ha surgido -y debería multiplicarse por estas horas- para que los más afectados reciban afecto, comprensión, ayuda material y tengan la posibilidad de retomar su vida normal en breve. Por otra parte, debe reconocerse el trabajo de voluntarios representantes de entidades intermedias o partidos políticos que apoyaron las tareas de reconstrucción, lo que demuestra que la ciudad está por encima de cualquier diferencia.
Por fortuna, las cosas han venido retomando su cauce. Sin embargo, algunos puntos todavía restan ser resueltos. En primer lugar, las empresas prestadoras de servicios deben con urgencia diseñar un trabajo de reinstauración de los postes que han sido dañados. Muchos de ellos siguen inclinados peligrosamente. Uno, por ejemplo, fue causante de un accidente en calle Uruguay al 700 cuando cedió finalmente e impactó en una joven motociclista que tuvo la desgracia de pasar por el lugar en ese momento. También son numerosos los árboles que se encuentran en la misma situación. Otra tormenta que puede sobrevenir en cualquier momento puede determinar su caída y, por ende, la posibilidad de que se agraven las actuales condiciones.
El devastador panorama del viernes va cediendo de a poco. La ayuda a los más afectados por el temporal tiene que llegar a todos para que definitivamente se retorne a la normalidad. El viento, por fortuna, no se llevó valores centrales de la convivencia que han sido puestos de manifiesto por gran parte de la comunidad y que siguen invitando a que todos pongan el hombropara recuperar el paisaje urbano y asistir a quienes más padecieron la tormenta.