Datos reveladores de una realidad angustiante
Un relevamiento realizado en nuestra ciudad estableció con claridad hacia dónde deben dirigirse las estrategias políticas y sociales, así como la ayuda solidaria para, al menos, atenuar los efectos de una realidad angustiante.
El 63 % de los jóvenes entre 15 y 30 años están comprendidos dentro de la economía informal ya que subsisten haciendo changas o realizando tareas esporádicas y precarias, según el resultado del último relevamiento llevado a cabo por Cáritas entre 200 familias de nuestra ciudad a las que asiste con alimentos.
El estudio desnudó la informalidad en el empleo juvenil en San Francisco. Y también reveló la difícil realidad que se vive en vastos sectores de nuestra comunidad. Un panorama que genera inquietud y preocupación por los efectos sociales, educativos, culturales y económicos que ya están presentándose como parte de un presente angustiante.
En efecto, los datos del estudio efectuado por Cáritas Diocesana revelan con claridad un panorama desalentador para las nuevas generaciones de sanfrancisqueños. Por ejemplo, muchos de los jóvenes que hoy se mueven en el mercado informal del trabajo no están escolarizados. Y algunos de ellos viven en condiciones de hacinamiento.
Por cierto que este problema no se circunscribe a los límites de la ciudad. Es un flagelo que está destrozando las expectativas de millones de argentinos jóvenes y se extiende asimismo más allá de las fronteras. La Organización Mundial del Trabajo señala en un amplio estudio que "la informalidad es un problema grande y persistente en esta región. La tasa general, incluyendo jóvenes y adultos, es de casi 47% de los ocupados. Aunque se trata de un fenómeno heterogéneo, en el cual conviven diversas realidades, los datos recopilados demuestran que hay un fuerte vínculo entre informalidad, pobreza y exclusión social".
En cuanto a los jóvenes, la OIT apuntó que "la informalidad supera el 55% y esto es preocupante pues contribuye a generar desaliento y frustración entre quienes sienten que no encuentran las oportunidades que se merecen. Estamos frente a la generación más educada que hayamos tenido, en países donde la pobreza se ha reducido. Pero estas mejorías no son evidentes para los jóvenes que salen en busca de un empleo digno. Esto tiene repercusiones sociales, económicas y políticas, ya que se puede traducir en situaciones de cuestionamiento del sistema, inestabilidad y marginalización que pueden afectar la gobernabilidad. El potencial de los jóvenes trabajadores no es aprovechado adecuadamente para el progreso económico. Y también hay cerca de 20 millones que prefieren quedarse en sus casas sin ocupación ni estudio".
Esta descripción resulta desalentadora. Porque el crecimiento de la precariedad en el trabajo de este sector de la juventud se vincula con la necesidad de salir a ganarse el pan diario. La situación económica ya era complicada cuando la pandemia y el aislamiento preventivo y obligatorio destrozaron cualquier previsión, si es que existía. Vivir al día era una constante que se agudizó severamente en estos últimos meses de cuarentena.
De allí que cientos de familias deben acudir a la ayuda del Estado o de organizaciones como Cáritas y la Red Solidaria para poder subsistir. El relevamiento realizado en nuestra ciudad estableció con claridad hacia dónde deben dirigirse las estrategias políticas y sociales, así como la ayuda solidaria para, al menos, atenuar los efectos de una realidad angustiante.