Corrupción en las fronteras
La corrupción es un mal social del que no escapan las fronteras, que se convierten en zonas "afines" para el soborno.
Dos situaciones ocurridas en distintos puntos de la frontera con países hermanos son elocuentes síntomas de que la enfermedad de la corrupción traducida en "viveza" para algunos, ha infestado el tejido social y lejos está de ser sólo un "privilegio" de la clase dirigente.
Los dos episodios atentan contra el erario público y, por ende, contra la posibilidad de que el Estado pueda cumplir con sus funciones. Y en las dos existen funcionarios de entes como Aduana o Anses involucrados en las denuncias sobre supuestas maniobras reñidas con la ética que debe regir la actividad estatal. Son, en consecuencia, actos de corrupción, aun cuando pueda admitirse que existen otros de gravedad mucho mayor. Sin embargo, son botones de muestra de una realidad en la que cada uno busca sacar la mejor tajada, sin importarle los medios para ello.
En Misiones,la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) de Misiones dio de baja mil jubilaciones otorgadas a paraguayos y brasileños que nunca habían residido en esa provincia. Esto viene a corregir una irregularidad que, según se denuncia, viene de años. Y se estima que el número podría ser mucho mayor. Existen registros fílmicos de personas extranjeras viniendo a votar en cada elección y, quizás como "contraprestación" porque sufragaron en todos los actos comiciales de los últimos años, se les otorgaba una jubilación en el país. Un verdadero despropósito que marca la fetidez de algunas prácticas políticas.
Por otra parte, el Diario de Cuyo de San Juan publicó recientemente en su sitio web audios que demuestran la complicidad existente entre los coordinadores de algunas empresas de viaje que organizan tour de compras a Chile y determinados funcionarios de la Aduana argentina. Sabido es que la diferencia de precios es muy grande y que en el país trasandino se pueden encontrar los mismos productos que aquí pero con precios mucho más bajos. Entonces, el furor de los argentinos por traerse objetos y hacer una diferencia fue un panorama frecuente en los últimos meses.
En este contexto, la legislación nacional establece que todo lo que se compre en el extranjero debe declararse en la Aduana. Y si la suma de lo adquirido supera los 150 dólares por persona mayor que se tiene como franquicia, corresponde abonar un impuesto. En este caso concreto, en uno de los audios publicados por el diario cuyano, se puede escuchar al vendedor de un tour de compras afirmando que "hay veces que llegamos a un arreglo en la Aduana (Horcones)". También manifiesta que los pasajeros deben poner "entre 300, 400 pesos por persona", y agrega que "aun así es mucho más barato que pagar franquicia". Sobre la probabilidad de llegar a un arreglo, aclara que "no siempre se hace, a veces se puede y a veces no".
Estos conceptos revelan una situación de corrupción evidente. Que, por cierto, estuvo siempre en boca de cualquier viajero. Pero ahora, con la explosión de viajes a Chile, parecería haberse exacerbado. Lo cierto es que la famosa "vista gorda" tiene forma de coimas casi siempre. Por fortuna, el vendedor sostiene que sólo a veces puede hacerse el "arreglo", con lo que deja abierta la puerta para intuir que existen funcionarios de Aduana que cumplen como corresponde con su trabajo.
La decisión del Anses de Misiones y la admisión de que no siempre puede coimearse en la Aduana cuyana son hechos que permiten inferir que no todo está podrido. Que se puede revertir el panorama oscuro de la corrupción. Pero revelan al mismo tiempo la opacidad moral de algunos aspectos de la vida nacional.