Coronavirus, economía y estilo de vida
Sin dudas afecta estilos de vida que hoy se han instalado en la mayoría de las sociedades. "Al igual que un virus explota una pequeña vulnerabilidad, una verdadera pandemia global podría abrirse paso a través de los ecosistemas interconectados que respaldan nuestro estilo de vida actual". Y las consecuencias de ello aún son imprevisibles.
El brote de coronavirus en China, que amenaza convertirse en pandemia, ha generado situaciones económicas que sacuden a los mercados mundiales de productos básicos e interrumpen las redes de suministro que actúan como el pilar que sostiene la economía mundial, sostienen los especialistas. Las consecuencias económicas del brote mundial de coronavirus serán muy negativas. Existe coincidencia en ello. Lo que no se puede estimar es hasta dónde bajarán.
En ese contexto, los precios de materias primas industriales clave como el cobre, el hierro, el aluminio y el gas natural líquido se han desplomado desde que apareció el virus. Las monedas de países que exportan estos bienes a unas tarifas elevadas -entre los que se encuentran Brasil, Sudáfrica y Australia-, están en los niveles más bajos que se hayan registrado recientemente. Además, los mercados financieros crujen con bajas importantes que provocan dolores de cabeza a los inversionistas.
En la Argentina, las materias primas del agro también sufren las consecuencias de esta situación epidemiológica. China es, después de Brasil, el segundo destino de las exportaciones de nuestro país. En Córdoba, el parate de las ventas al gigante asiático lo sufrió primero el mercado de la carne. Se señala que esto se debe a quela expansión del virus restringe el manejo de carga en los puertos y a la estrategia del gobierno chino de disminuir la escala de algunos buques en el puerto de Wuhan (capital de la provincia de Hubei), sumado a que millones de trabajadores en cuarentena.
Pero hay otro aspecto que también, se sostiene, tendrá repercusiones importantes. La conectividad es la palabra que define la vida en este siglo XXI. La posibilidad de que la pandemia finalmente se produzca amenaza con cambiar incluso el estilo de vida de muchas sociedades. Charlie Werzel, columnista de The New York Times escribió hace poco que "si el virus alcanza niveles extremos de infección a nivel mundial, es muy probable que sea la primera prueba verdadera de la forma de vida del siglo XXI, dejando al descubierto la fragilidad oculta de un sistema que durante mucho tiempo se ha sentido ininterrumpido".
Se colocan así en escena otros temas que supuestamente están alejados de lo sanitario y de la economía. Por ejemplo, la circulación de información falsa sobre la cuestión se ha disparado en las últimas semanas. Las redes sociales son fácilmente utilizables para diseminar mentiras y amplificar debates sin sustento. Son dispositivos propicios para el cinismo y el engaño. Al mismo tiempo, hasta las compras en línea podrían verse afectadas.
Esto, sin dudas, afecta estilos de vida que hoy se han instalado en la mayoría de las sociedades. El citado columnista del prestigioso diario neoyorquino lo afirma de manera contundente: "Al igual que un virus explota una pequeña vulnerabilidad, creando una cadena de reacciones que le permite debilitar a su huésped, una verdadera pandemia global podría abrirse paso a través de los ecosistemas interconectados que respaldan nuestro estilo de vida actual". Y las consecuencias de ello aún son imprevisibles.