Contaminación de los afluentes de "la Mar"
Viene creciendo una polémica en torno a los efectos que podría tener sobre las aguas de la laguna Mar Chiquita la evidente contaminación del río Suquía, uno de sus afluentes. Es el momento de plantear con claridad el problema y llevar adelante los estudios necesarios para determinar de manera fehaciente el impacto de la contaminación en "la Mar". No podemos quedarnos de brazos cruzados.
Viene
creciendo una polémica en torno a los efectos que podría tener sobre las aguas
de la laguna Mar Chiquita la evidente contaminación del río Suquía, uno de sus
afluentes. Estudios realizados en la ciudad de Córdoba puntualizan que este
curso de agua "es una cloaca a cielo abierto", al menos en los primeros tramos
de su recorrido, luego de pasar por la ciudad de Córdoba.
Fallas en el tratamiento de los líquidos cloacales y la inexistencia en muchos barrios de las obras de alcantarillado son las causas de esta situación que hoy tiene instancias judiciales, en las que se dirime la competencia federal o provincial. Lo cierto que un estudio del Centro de Química aplicada de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) arrojó resultados preocupantes. Según se publicó, en cinco sitios de muestra diferentes de la Capital provincial, la presencia de la bacteria Escherichia coli es mayor que la permitida por la normativa vigente, entre otros problemas ambientales.
Preciso es señalar que la contaminación de un río es un problema ecológico de magnitud para las poblaciones que se ubican en sus riberas. Pero tratándose del Suquía, las cosas alcanzan otra magnitud. Porque sus aguas atraviesan una ciudad de más de un millón de habitantes y terminan alimentando al más grande espejo de agua interior del país. Hay que recordar también que el Mar de Ansenuza es un área protegida provincial y en poco tiempo más será transformado en Parque Nacional, por lo que se requieren estudios profundos para que la quinta laguna más grande del mundo no sufra los embates de la contaminación de los ríos que son sus afluentes.
El estudio de la UNC, publicado en junio pasado, tuvo repercusiones, como es lógico. Por ejemplo, desde el Foro Ambiental Córdoba se remarcó el nivel de contaminación de las aguas que sería consecuencia de la precariedad del sistema cloacal de Córdoba capital, lo que representa un serio riesgo. Por ello, se reclaman estudios más profundos y exhaustivos para determinar cuál podría ser el verdadero impacto tanto en la población como en los ecosistemas como el de la Mar Chiquita.
La región va camino a tener un Parque Nacional en la zona de la laguna. Constituye este proceso un eslabón trascendente para preservar el maravilloso espejo de agua del noreste cordobés y será grande el impacto que tendrá en toda la zona, en varios órdenes, desde el ecológico hasta el económico y turístico, entre otros. Por ello, es el momento de plantear con claridad el problema y llevar adelante los estudios necesarios para determinar de manera fehaciente el impacto de la contaminación de los afluentes de "la Mar". Es que desde hace años se viene hablando de la mala calidad de las aguas que bajan por el Río Dulce. Y ahora surgen muchas dudas en torno a la contaminación del Suquía.
Ante estas circunstancias, la región no puede quedar de brazos cruzados.