Bien a la cordobesa
"Los de afuera son de palo" se había afirmado antes de la elección. Y ello se reafirmó tras la misma. Sin embargo, queda ahora la expectativa acerca de cómo se trasladará esta característica al orden nacional. Será otra faceta de las consecuencias de los resultados del 12 de mayo. Y es inevitable que suceda.
El pasado domingo, en esta columna editorial, se reflexionó sobre la importancia de la elección provincial y municipal que se iba a desarrollar ese día. Se trató de una nueva oportunidad para "reflotar aquel entusiasmo por la cosa pública, por la discusión de los temas de interés común y por la búsqueda en conjunto de una vida mejor". Y se sostuvo que "una elección abre expectativas y renueva algunas esperanzas. Es el, entonces, momento de reafirmar la convicción democrática para que Córdoba sea, otra vez, el rostro anticipado de nuestro país".
Aquello de que en Córdoba suceden hechos que luego pueden replicarse a nivel país volvió a ponerse en el tapete de la discusión política y periodística. Los medios porteños -que se autoadjudican supuesta condición de "nacionales"- publicaron profusos análisis sobre los resultados de los comicios en nuestra provincia y dieron su visión sobre la trascendencia que el amplio respaldo popular le ha otorgado al gobernador reelecto para ser artífice de una construcción electoral para los comicios generales de octubre.
El triunfo arrasador del oficialismo en prácticamente toda la provincia no dejó margen para mayores especulaciones estadísticas. Pero las reacciones luego de los números que arrojaron las urnas se situaron en un abanico amplio cuyo contenido variaba según la óptica con la que se observase la realidad. Pese a ello, algunas conclusiones quedaron de manifiesto. Por un lado, se trató de una elección territorial que impulsó a una alianza política a un triunfo muy claro sobre una oposición dividida. Además, la respuesta a los números de las urnas fue bien cordobesa. No hubo ningún dirigente "nacional" presente en Córdoba, por lo que nadie de afuera puede atribuirse o vincularse al resultado. Las primeras declaraciones de los ganadores por amplio margen se centraron -tanto en la provincia como en nuestra ciudad por ejemplo- en la centralidad de la gestión para los próximos cuatro años. Y las referencias a la política nacional solo fueron hechas por el gobernador reelecto, pero enfatizando la condición particular de nuestra provincia en ese contexto.
Quedó claro entonces que lo acontecido tiene sabor estrictamente mediterráneo. Es que el propio gobernador se encargó de afirmar que "se equivocan" quienes sacan "conclusiones apresuradas" sobre abultado triunfo y las trasladan al orden nacional, señalando además que "los cordobeses pueden elegir diferente en cada elección", lo que ha ocurrido en reiteradas ocasiones por cierto. Y para quienes siguen, de uno y otro lado, promoviendo la división llamada "grieta", sostuvo que ésta "no sirve para gobernar" y que en Córdoba ha triunfado la moderación.
"Los de afuera son de palo" se había afirmado antes de los comicios, remarcando el carácter bien cordobés de la elección. Y ello se reafirmó tras los comicios. Sin embargo, queda ahora la expectativa acerca de cómo se trasladará esta característica al orden nacional. Será otra faceta de las consecuencias de los resultados del 12 de mayo. Y es inevitable que suceda.