Atisbos de un país más normal
El nuevo mapa de poder, más equilibrado y sin hegemonías a la vista, obligará también a que la dirigencia haga política. De la buena. De la que logra soluciones a partir del diálogo, la contraposición de propuestas y la síntesis de las mejores alternativas para revertir los profundos problemas que tiene el país.
Las elecciones presidenciales del último domingo fueron, quizás, las más tranquilas desde el retorno de la democracia. No hubo mayores problemas en los centros de votación, los resultados fluyeron con una rapidez envidiable y la postura de la mayoría de los dirigentes mostró signos de madura moderación. No hubo grandes excesos ni tampoco dramatismos novelescos.
Ahora vendrán los acuerdos para que la transición no sea traumática. Es decir, para que la Argentina de los próximos meses no esté pendiente de los sofocones y barquinazos. Son fundamentales los consensos en esta breve etapa hasta el 10 de diciembre. Pero el nuevo mapa de poder, más equilibrado y sin hegemonías a la vista, obligará también a que la dirigencia haga política. De la buena. De la que logra soluciones a partir del diálogo, la contraposición de propuestas y la síntesis de las mejores alternativas para revertir los profundos problemas que tiene el país.
El politólogo Daniel Zovatto, ex vecino de San Francisco, resumió con su mirada la sensación de que se está frente a un tiempo en el que"se requiere de un acuerdo de cuatro a seis puntos, una política de estado que implique: reactivar la economía, lograr empleo y educación de calidad, bajar la inflación y poder pagar la deuda, y un marco de acuerdo que permita ganar productividad.En este contexto, Argentina está condenada a ponerse de acuerdo, a entenderse, a acordar una brújula estratégica del país".
Para que la brújula estratégica marque el camino se necesitaba, como primer paso, una decisión madura de la ciudadanía. Los números finales de la elección determinaron que no se puede hablar ni por asomo de "ir por todo", que la negociación en el Parlamento tendrá que ser moneda corriente y que deberán atenuarse las pulseadas internas de las dos grandes coaliciones que surgieron luego del voto popular. Porque no será posible el dominio absoluto del poder y porque la delicada situación del país así lo exige.
Los resultados electorales siempre disparan innumerables análisis teñidos por el punto de vista desde el que se enfoque lo sucedido en las urnas. Sin embargo, más allá de los ríos de palabras que están corriendo en los medios de comunicación y en cada charla de café, la sensación es que por primera vez en años un resultado electoral no produce descalabros mayores a los existentes. Por una vez, hay atisbos de que podríamos ir en dirección hacia un país más normal. Dependerá de la dirigencia, la que llega y la que deja de el poder, que esto deje de ser una sensación.