Alimentación: necesidad de "desayunarse"
La primera comida diaria tiene una importancia vital para todas las personas, especialmente niños y adolescentes. Cambiar hábitos alimentarios significa modificar patrones culturales arraigados y también establecer nuevos modos y ritmos de vida familiar y social.
Un estudio de la Escuela de Nutrición, que depende de la Facultad
de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), arrojó un dato
que merece un análisis detallado: el 78% (8 de cada 10) de los niños
escolarizados de la ciudad de Córdoba consume un desayuno inadecuado para
cubrir las necesidades nutricionales de su edad. Esta proporción podría
repetirse casi con seguridad en San Francisco y otras poblaciones. Tan solo
hace falta verificar las impresiones de docentes de todos los niveles de la
enseñanza.
El estudio señala que no es verdad que los chicos no desayunan. La gran mayoría (92%) sí lo hace. Sin embargo, los alimentos que consumen en esa primera comida diaria no son los más adecuados. Además, la rapidez con la que se come en el desayuno conspira también contra una mejor digestión. Los problemas se agravan, afirman los nutricionistas, si esta mala costumbre perdura en el tiempo, lo que puede afectar los rendimientos físico y cognitivo que demanda la escuela.
El trabajo se realizó sobre una muestra representativa de chicos de entre 9 y 12 años que concurren a escuelas públicas y privadas de la capital provincial. En el mismo, se valoró la calidad del desayuno de acuerdo a su composición y aporte energético, dijeron sus autores. Indicaron además que "es probable que los niños que realizan un desayuno completo y suficiente, tengan en general una dieta más equilibrada y por lo tanto el valor energético de la misma se mantenga dentro de las recomendaciones".
Ante la evidencia que se puede constatar en muchos hogares surgen interrogantes: cómo se puede mejorar la nutrición en el desayuno, qué alternativas existen para que se disponga de más tiempo para la primera comida diaria, qué sucede con los adultos en esta materia, qué elementos podría aportar la escuela u otros ámbitos sociales para mejorar la nutrición y cambiar hábitos alimentarios perniciosos en los niños y adolescentes.
Son varias inquietudes que podrían ampliarse bastante aún. Pero que interpelan el modo de vida vertiginoso en el que se mueven las comunidades. Por ello, como señalaron las autoras del relevamiento, "no se trata solo de mirar hacia el interior de las familias, sino mirar a la sociedad en su conjunto. Observemos reflexivamente los kioscos y cantinas escolares. ¿Qué se ofrece allí? ¿A qué precio? ¿Hay alternativas? Sin lugar a dudas, la escuela no es directamente responsable de la alimentación de los chicos, pero sí es un espacio en el que se debe resignificar la salud".
De eso se trata. De dar sentido al desayuno. Parecería una nimiedad. Pero a poco de andar, la reflexión establece lo contrario. La primera comida diaria tiene una importancia vital para todas las personas, especialmente niños y adolescentes. Así lo afirman los médicos, los nutricionistas y todos los especialistas en la materia. Cambiar hábitos alimentarios significa modificar patrones culturales arraigados y también establecer nuevos modos y ritmos de vida familiar y social. No es fácil esto último. Pero el cambio se torna necesario cuando está en juego el bienestar de las nuevas generaciones. Se impone que los adultos "se desayunen" con este tema y puedan brindar su aporte esencial.