AL RESCATE DE LA ANCIANIDAD
AL RESCATE DE LA ANCIANIDAD
En tiempos en los que se discute fervientemente por aspectos relacionados con el comienzo de la vida, bienvenidas sean entonces las actividadesy posturas sociales que rescatan el valor esencial y el aporte magnífico que las personas mayores pueden hacer a una comunidad.
En tiempos en los que se discute fervientemente por aspectos relacionados con el comienzo de la vida, bienvenidas sean entonces las actividadesy posturas sociales que rescatan el valor esencial y el aporte magnífico que las personas mayores pueden hacer a una comunidad.
A través de una más que plausible iniciativa,
un centenar de adultos mayores celebraron hace pocos días en la Agencia San
Francisco de Pami, el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y el Maltrato
en la Vejez, mediante una jornada en la cual se mezcló la difusión de
contenidos vinculados a asesorar a los adultos mayores acerca de cómo
identificar las situaciones de abuso.
La noticia da cuenta de que entre otros
se encontraban presentes representantes de los 22 talleres preventivos
promocionales que se encuentran vigentes en la comunidad, acompañados por los
profesores de actividades como Gimnasia, Nutrición, Alfabetización, Itinerantes
y Folklore. Estos talleres persiguen el objetivo de incrementar las
oportunidades de salud de los afiliados en términos de autonomía funcional,
participación en el control de sus patologías, integración social y
esparcimiento.
Esta actividad merece el reconocimiento
social. Porque en primer lugar se pone en escena pública la necesidad de
atender a la vejez con políticas activas que beneficien su calidad de vida. Y,
por el otro, se rescatan valores esenciales de una comunidad, históricos y que
debieran ser perennes, especialmente en el respeto a los ancianos.
En este tiempo, la expectativa de vida ha
aumentado considerablemente; además, las personas se mantienen sanas durante
más tiempo y según estimaciones recientes, para el año 2050 más del 20% de la
población mundial tendrá más de 60 años. En la Argentina, el fenómeno citado
también se está produciendo aunque quizás con no tanta velocidad como en otros
lugares del mundo.
Como contrapartida, vivimos una época en
la que los productos se vuelven obsoletos a poco de ser utilizados. En la que
el respeto por los derechos de determinados grupos sociales es vapuleado por
teorías y acciones que denigran la condición humana. Esta "cultura del
descarte" como la llama el Papa Francisco, en la que se es indiferente a los
padecimientos de la tercera edad y no se respeta a los mayores es
deshumanizante.
La sociedad en la que se premia el
rendimiento y la productividad determina que se separe, se segregue a quien ya
no está en condiciones, por su edad, de rendir como se espera. Los mandamientos
de este signo de época terminan, entonces, destruyendo la idea de que los
adultos mayores tienen mucho por aportar, algo que todas las culturas
respetaron desde siempre y que ahora parece ponerse en tela de juicio.
La
frustración, soledad e impotencia de un anciano al que se lo descarta es
la consecuencia lógica de esta conducta que agrede la condición humana. Si un
adulto mayor se siente un estorbo o una carga para los demás, es sencillamente
porque las nuevas generaciones así se lo hacen saber. De ahí al maltrato y a la
vulneración de los derechos se transita un corto camino.
En tiempos en los que se discute
fervientemente por aspectos relacionados con el comienzo de la vida,
bienvenidas sean entonces las actividades
y posturas sociales que rescatan el valor esencial y el aporte magnífico
que las personas mayores pueden hacer a una comunidad.
A través de una más que plausible iniciativa,
un centenar de adultos mayores celebraron hace pocos días en la Agencia San
Francisco de Pami, el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y el Maltrato
en la Vejez, mediante una jornada en la cual se mezcló la difusión de
contenidos vinculados a asesorar a los adultos mayores acerca de cómo
identificar las situaciones de abuso.
La noticia da cuenta de que entre otros
se encontraban presentes representantes de los 22 talleres preventivos
promocionales que se encuentran vigentes en la comunidad, acompañados por los
profesores de actividades como Gimnasia, Nutrición, Alfabetización, Itinerantes
y Folklore. Estos talleres persiguen el objetivo de incrementar las
oportunidades de salud de los afiliados en términos de autonomía funcional,
participación en el control de sus patologías, integración social y
esparcimiento.
Esta actividad merece el reconocimiento
social. Porque en primer lugar se pone en escena pública la necesidad de
atender a la vejez con políticas activas que beneficien su calidad de vida. Y,
por el otro, se rescatan valores esenciales de una comunidad, históricos y que
debieran ser perennes, especialmente en el respeto a los ancianos.
En este tiempo, la expectativa de vida ha
aumentado considerablemente; además, las personas se mantienen sanas durante
más tiempo y según estimaciones recientes, para el año 2050 más del 20% de la
población mundial tendrá más de 60 años. En la Argentina, el fenómeno citado
también se está produciendo aunque quizás con no tanta velocidad como en otros
lugares del mundo.
Como contrapartida, vivimos una época en
la que los productos se vuelven obsoletos a poco de ser utilizados. En la que
el respeto por los derechos de determinados grupos sociales es vapuleado por
teorías y acciones que denigran la condición humana. Esta "cultura del
descarte" como la llama el Papa Francisco, en la que se es indiferente a los
padecimientos de la tercera edad y no se respeta a los mayores es
deshumanizante.
La sociedad en la que se premia el
rendimiento y la productividad determina que se separe, se segregue a quien ya
no está en condiciones, por su edad, de rendir como se espera. Los mandamientos
de este signo de época terminan, entonces, destruyendo la idea de que los
adultos mayores tienen mucho por aportar, algo que todas las culturas
respetaron desde siempre y que ahora parece ponerse en tela de juicio.
La
frustración, soledad e impotencia de un anciano al que se lo descarta es
la consecuencia lógica de esta conducta que agrede la condición humana. Si un
adulto mayor se siente un estorbo o una carga para los demás, es sencillamente
porque las nuevas generaciones así se lo hacen saber. De ahí al maltrato y a la
vulneración de los derechos se transita un corto camino.
En tiempos en los que se discute
fervientemente por aspectos relacionados con el comienzo de la vida,
bienvenidas sean entonces las actividades
y posturas sociales que rescatan el valor esencial y el aporte magnífico
que las personas mayores pueden hacer a una comunidad.