Adriana Vaglienti: “La mujer puede sentirse bella a través del tango”
Un arte hecho movimiento: "La profe" de tango del taller de la UTN asegura que una mujer puede sentirse bella a través de este baile, donde se experimenta una viva sensación de libertad y la comunicación de los cuerpos. "Es una buena manera de encontrarse. Si hay problemas, hay que solucionarlos con terapia y después, venir a bailar", sostiene.
Adriana Vaglienti es milonguera de alma y corazón. Con sus 54 años y una carrera como docente de letras, la mujer encontró en el 2 x 4, hace 8 años atrás, una nueva forma de vida.
Hoy, Adriana es quien lleva adelante el taller de tango que se dicta en la Facultad Regional San Francisco de la UTN y todos los jueves, desde las 20.30 en el salón de la casa de altos estudios, personas de todas las edades se encuentran con la música de arrabal que seduce al mundo.
Una cita con el 2x4
En el pasaje Cornaglia, una dama de belleza y sensualidad genuinas, reposa sobre una vieja farola, marcándole la silueta a su propia sombra. Su cuerpo, bien de milonguera, mira en dirección a un viejo lugar cerrado, con cadenas y abandonado. "Allí funcionaba La Recova, un antiguo lugar en el que en los años '80 se bailaba tango. Qué lindo es estar hablando de tango y mirar hacia ese lugar que guarda tanta historia. Es una pena no tener un lugar así", se lamenta Adriana Vaglienti, con sus zapatos de brillo gris, el mismo que le ilumina sus pies, que se mueven con la suavidad de una milonga. Hoy, en su taller de tango, le da vida a este género tan especial.
El tango milonguero es caminar; es mirar; es encontrarse con el otro. "Las milongas son espacios únicos de encuentro con el otro. Un espacio social donde uno puede sentirse plena", asegura la bailarina.
- ¿Lo decís como persona o como mujer?
Una mujer puede sentirse bella a través del tango. Yo soy milonguera, porque me gusta la milonga.
- ¿Por qué destaca la milonga?
Porque en San Francisco siempre se bailó el tango escenario, el que se aprende en Academia. Costó mucho poder traer el tango milonguero a la ciudad. Fui convocada el año pasado por representantes de UTN San Francisco con la idea de que todo el mundo pudiera bailar tango, que se acercaran personas de todas las edades a un espacio de encuentro a disfrutar de la música como si uno se dispusiera a bailar un cuarteto. Lo nuestro no es académico para nada, no es coreográfico.
- Entonces... ¿qué es?
El tango milonguero es caminata y abrazo, como dicen los grandes maestros.
- Comentó que la mujer que lo baila encuentra su costado de belleza...
La mujer se encuentra con lo más íntimo de la feminidad. Se encuentra con el taco alto, con el maquillaje, con el maquillaje, con el cabello arreglado y un rico perfume. El varón también encuentra un costado más coqueto. No existen las zapatillas. En las milongas de Buenos Aires o Córdoba, uno ve una importante producción de parte de ambos géneros. Prepararse para milonguear es una maravilla.
- Si tiene todo esto de bello... ¿qué falta para que más personas se entusiasmen?
Es una cuestión cultural. Hay una generación de mujeres que no usa más tacos altos y hay otra, que nunca lo usó.
En el circuito de la milonga se forjan amistades, uno aprende a disfrutar con hombres y mujeres. Tiene sus códigos. El hombre invita a la mujer a bailar, ellos cabecean a las damas para invitarlas a bailar.
- ¿El tango es una buena excusa para reencontrarse con la pareja?
Es una buena manera de encontrarse. Si hay problemas, hay que solucionarlos con terapia y después, venir a bailar (risas). Cuando hago los ejercicios de encuentro con los alumnos, les digo: "Tómense del brazo, como si caminarían por la plaza como hacían las parejas de antes". Muchos no entienden de qué les hablo y los más grandes se miran nostalgiosos porque alguna vez lo hicieron. Al tango mucha gente lo baila porque es una oportunidad de hacerlo ya que es muy descontracturado, cuando pensaban que era imposible. Otros, porque queremos encontrarnos con los demás y nosotros mismos. Otra cuestión interesante es la cantidad de gente que quiere aprender porque viajan al exterior y les preguntan si son argentinos que bailen tango y no saben cómo hacerlo y vienen con esa vergüenza.
- ¿Y si se está solo se disfruta igual?
Yo estoy sola, soy soltera y mi mundo es la milonga. Es cuestión de fundirse en el abrazo del otro, siempre con respeto, y dejarse llevar. Es la única danza del mundo que se baila abrazado. A mí me cambió la vida. El tango es un mundo de gente sola pero que te da amistades y algunos también se enamoran.