A un año de la invasión de Ucrania

Desde la consecución de la paz -lejana hoy- hasta una conflagración nuclear que sería catastrófica, las alternativas están todas sobre la mesa. Sin embargo, todo indica que pasará bastante tiempo hasta que se presente aclarado el panorama.
Se cumple un año de la invasión de Rusia a Ucrania, sangrienta continuación de la guerra de desgaste que el régimen de Moscú comenzó en 2014 con la anexión de la península de Crimea. La paranoia y el impulso imperialista del líder ruso Vladimir Putin tuvo una nueva instancia esta semana, cuando, en un discurso que rememoró las épocas de la Unión Soviética, anunció la suspensión de la participación de su país en el tratado por el que se limitan y controlan las armas nucleares. Acusó asimismo a Occidente de todos los males y de impulsar la guerra ante las amenazas para la existencia de su Nación.
Por supuesto, la respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar. Desde Polonia y luego de haber hecho una visita sorpresiva a la capital de Ucrania, el presidente Joe Biden ratificó el compromiso de seguir fortaleciendo a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) frente a un "dictador decidido a reconstruir un imperio". Casi dirigiéndose personalmente a Putin, el mandatario norteamericano sostuvo que "los autócratas solo entienden una palabra: No. No, no. No, no tomarás mi país. No, no me quitarás la libertad. No, no tomarás mi futuro". Y sentenció: "Ucrania nunca será una victoria para Rusia".
Los dos discursos fueron pronunciados con pocas horas de diferencia. Pero existe la sensación de que las dos alocuciones pertenecen a otra época del mundo. La atmósfera de la Guerra Fría parece haber vuelto en toda su magnitud. No obstante, existe una gran diferencia: hay una guerra dolorosa y extenuante lanzada hace un año por una potencia que ha violado todas las normas del derecho internacional con excusas tan amañadas como controvertidas. Aquella era de confrontación tensa pero sin grandes eventos bélicos, tenía códigos que hoy parecen haberse olvidados.
La prensa internacional refleja este panorama en todas sus ediciones conmemorativas del primer año de la invasión rusa a Ucrania. Si bien se coincide en que las cosas todavía no han llegado a puntos extremos de enfrentamiento y que por el momento solo se ha "inflado" la retórica. Sin embargo, en la política internacional no siempre se cumple aquel refrán que habla de un largo trecho entre el dicho y el hecho. Está siempre latente la posibilidad de que China se involucre aliándose efectivamente con Moscú y de que la alianza atlántica se vea obligada a brindar a Ucrania algo más que apoyo logístico y armamentístico.
Todo esto sucede mientras decenas de miles de soldados de ambos bandos han perdido la vida y millones de personas sufren las consecuencias devastadoras de la irracionalidad. La cantidad de heridos y refugiados es de tal magnitud que no puede sino empatizarse frente al sufrimiento y al desarraigo que tantos inocentes están padeciendo. Es en este marco en el que el derecho internacional intenta sobrevivir a los mazazos que recibió en el último año.
Lo que ya se avizoraba como una nueva Guerra Fría, con particularidades especiales, ha sido ratificada por Putin y Biden con sus últimos discursos. Los escenarios que se abren tienen demasiadas variantes posibles. Desde la consecución de la paz -lejana hoy- hasta una conflagración nuclear que sería catastrófica, las alternativas están todas sobre la mesa. Sin embargo, todo indica que pasará bastante tiempo hasta que se presente aclarado el panorama.Mientras tanto, lamentablemente, la guerra seguirá.