A 60 años de la revolución cubana
La novedad de este tiempo es que por fin parece haberse instalado la real imagen de un gobierno autoritario comunista que fracasó en prácticamente todas las áreas y que frustró a generaciones enteras de cubanos privándolos del preciado bien de la libertad.
La revolución cubana cumplió 60 años el pasado 1 de enero. Al comenzar el año 1959, la guerrilla liderada por Fidel Castro ingresó a La Habana para tomar el poder, derrocó al régimen corrupto de Batista y efectuó numerosas promesas en nombre del marxismo: la mayoría nunca se concretaron.
Por ello, no sorprende que el "festejo" por las seis décadas de gobierno comunista en la isla caribeña haya pasado casi desapercibido en la Argentina y también en buena parte del continente. Al contrario de otros tiempos en los que se reivindicaba y elogiaba de manera excesiva la figura supuestamente "romántica" de los líderes cubanos, el aniversario número 60 de la revolución no tuvo similares repercusiones.
El mundo ha cambiado se dirá. Se argumentará que existe un viraje ideológico hacia posiciones bien diferentes de las que ha sostenido el régimen de La Habana. Pero quizás la novedad de este tiempo es que por fin parece haberse instalado la real imagen de un gobierno autoritario comunista que fracasó en prácticamente todas las áreas y que frustró a generaciones enteras de cubanos privándolos del preciado bien de la libertad.
Quedan aún defensores del sistema marxista impuesto en Cuba. Apelan a las mismas estrategias propagandísticas que utilizó Castro para "vender" su modelo de país. Se destacan los supuestos éxitos en materia de salud y educación. En el primer caso, buena parte de la población cubana no puede acceder libremente al sistema. Se privilegia al extranjero. En el segundo, no hubo educación en sesenta años. Sí adoctrinamiento, actitud reñida con la idea superior de que educar supone respetar la libertad del educando.
Lo que sí existe es un régimen que se resiste a cambiar. Una economía paupérrima cuya realidad no puede solo adjudicarse al bloqueo norteamericano y que se agravó cuando el comunismo europeo se derrumbó y la Unión Soviética dejó de existir. Pero lo más grave es la falta de libertad. Presos políticos colman las cárceles cubanas y las voces disidentes siguen siendo acalladas. Hoy con modos más sutiles quizás respecto de las sangrientas purgas concretadas en el pasado.
En este contexto, las autoridades de la isla anunciaron que el próximo 24 de marzo se convocará a una consulta para reformar la Constitución. Se sabe que la nueva carta magna reconocerá el rol del mercado y algunos aspectos de la propiedad privada. Pero mantendrá el papel del Partido Comunista como la "fuerza política dirigente superior de la sociedad" y reafirmará el control estatal de la economía. El nuevo texto afirma que Cuba "no volverá jamás" al capitalismo porque "solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena".
Después de 60 años esta última frase no tiene ninguna relación con la realidad. La dignidad del pueblo cubano fue arrasada. Por eso la pregunta surge espontánea: ¿tiene la revolución algo que festejar?