“Siempre debe haber responsabilidad social en la construcción de la noticia”
El periodismo actual en la mirada de una docente en comunicación y el desafío de formar a las nuevas generaciones. "Es casi una obligación y un deber seguir formándonos", aseguró Paula Navarro.
"El pueblo tiene derecho a saber", fue la
frase que usó Mariano Moreno para inspirar en 1810 la creación del primer
periódico de la etapa independentista, La Gazeta de Buenos Aires. En
conmemoración de la salida de su primer ejemplar, el Congreso Nacional de
Periodistas celebrado en Córdoba en 1938 decretó el 7 de junio como el Día del
Periodista, reconociendo para siempre la labor de esos primeros tres
redactores: Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
Doscientos doce años después, siguiendo la huella de aquellos pioneros, muchos jóvenes eligen dedicarse, según el gran García Márquez, al "mejor oficio del mundo". Pero, ¿cómo es hoy formar a los periodistas del futuro?, cuando la gran expansión de las redes sociales implica nuevos desafíos para que no se pierda la esencia de la tarea periodística; para que la calidad no se mida en cantidad de likes. Lo responde una protagonista de la labor periodística desde su misión de docente en el campo profesional: Paula Navarro, licenciada en Comunicación Social y docente de la Universidad Nacional de Villa María (Unvm).
"Formar en periodismo requiere la misma pasión que implica ejercerlo. Es una profesión vocacional que tiene una alta dosis de entrega y demanda una formación permanente. Formar periodistas implica inculcar y cultivar el amor por la lectura, por la observación, la paciencia, la interpretación de los hechos, de los encuadres, de las causas y las posibles consecuencias. Tiene que ver con una multidisciplina con un vínculo fundante en la comunicación humana. Hacer periodismo es estar hambrientos, deseosos, permanentemente curiosos en la búsqueda de conocernos y conocer lo que está pasando alrededor y representar de manera auténtica los hechos. Para ello, sin dudas, la formación pasará por las personas como un todo, con respeto hacia la co construcción de la enseñanza y del aprendizaje, pensando en el constructivismo social en el aula y una propuesta además anclada en los territorios", expresó Paula Navarro, magister en Estudios Latinoamericanos, periodista especializada en política y productora audiovisual.
-¿De la buena formación dependerá también la concepción del periodismo como un bien público y social y no como un producto?
El periodismo como un bien público y social tiene que ver con una base que surge con aquellas plumas bohemias, de gente que escribía, pensaba, pero que a su vez tenía compromiso civil, humano y social con sus pares a quienes les lleva su palabra. Siempre tiene que estar de base y de fondo la responsabilidad social en la construcción de la noticia. Esa relevancia tiene que estar presente en el aula, en los micrófonos, en las pantallas... No nos podemos correr de eso; hay que pensar a la comunicación y al periodismo como un valor social y no como una mercancía. Tenemos que considerar la comunicación social y su ejercicio a través del periodismo como un derecho habilitante de otros derechos y allí entran en juego las legislaciones de nuestros Estados, la forma que se puede diversificar a través de esas reglamentaciones -algunas vigentes, otras modificadas, otras que todavía nos debemos- para pensar en la comunicación como un derecho. Esto quedó en evidencia durante la pandemia, cuando necesitamos más que nunca la información, esa construcción permanente de los hechos y de los procesos.
-¿Es imprescindible la formación académica para el periodismo?
En este contexto global, siempre la formación en cualquier disciplina es importante. A veces hay muy buenos periodistas que no tienen una formación específica en comunicación social, pero es innegable que la formación ha profesionalizado a la praxis.
-En la profesionalización de la enseñanza, ¿qué otros desafíos tienen las universidades, las escuelas, los institutos formadores de periodistas?
Como docentes de la carrera, apostamos a que haya más formación en periodismo y comunicación social, porque para lograr esa reflexibilidad y esa posibilidad de intelectualidad orgánica que es devolver de alguna manera esa formación a la sociedad, hay que hacerlo a través de un contrato de responsabilidad en lo que decimos, escribimos o posteamos en las redes.
-El ejercicio periodístico a veces se ve perturbado por el facilismo. ¿Cuál es la respuesta desde la formación académica para cultivar en los estudiantes la curiosidad y la creatividad que requiere la profesión? ¿Y la ética?
Esto está atado a la lógica de las rutinas de producción, a cómo el periodismo y la comunicación en manos de valores o mercancía se vuelven eso, mercancía. Hay que "cocinar" y sacar permanentemente notas, estar tecleando o apurando las pantallas, porque del otro lado nos encontramos con mayor cantidad de producciones desde los diferentes ámbitos institucionales, públicos, privados que ofrecen gacetillas, imágenes, notas enlatadas y a veces, esa cuestión de en manos de quiénes están la mayoría de los medios de comunicación, hace que los periodistas sean 4x4, que tengan multivalencias temáticas y tecnológicas, lo que genera una tensión permanente y un insumo ya resuelto que facilita tal vez una tarea de por más demandante pero que tiene un nexo muy estrecho con la situación económica, la precarización laboral vinculada a esa noción de industria que tiene el periodismo en la actualidad.
-¿Y cómo cambiar eso?
¿Cómo se contrarresta esa facilidad? Bueno, cultivando siempre la curiosidad, la reflexión, la lectura, el framing (encuadre) para vincularnos con la noticia y para trasmitir la información. También allí hay una línea muy delgada respecto a lo que implica la ética, la ética social, la deontología. A veces pareciera mala palabra pensar que el periodismo o la comunicación tienen que hacer un mea culpa y pensar en una crisis muy fuerte acerca de la responsabilidad que implica, y que muchos desconocen, el llegar con un mensaje que chequeado, que sea veraz, que no esté desdibujado por algunas lógicas del mercado y todo eso como un condimento que está reñido constantemente con la ética y la responsabilidad social, moral y humana que los comunicadores tenemos con el resto de la sociedad y con el Planeta en general. Por lo tanto, la formación es un desafío permanente que requiere en el aula brindar las herramientas técnicas y el contenido de fondo, la teoría, los interrogantes, las investigaciones, los datos.
-¿La enseñanza del periodismo debe realizarse desde una mirada más integral, focalizarse en los cambios sociales?
El periodismo pretende una formación tanto humanística como en todas las disciplinas sociales. Es un oficio, una profesión, una vocación que tiene que estar en vínculo permanente con todo el universo y pensar además que no es un universo, sino un pluriuniverso y en esa diversidad ir conectándose con todas las ciencias, también con las ciencias duras. Necesitaos ser ávidos lectores y escuchar, ser grandes escuchas, poner el oído a todo lo que esté pasando y cruzar lo que nos dan las ciencias humanas (el arte, la música, la medicina...) con aquello que las ciencias duras nos aportan, como datos, insumos, fundamentales para tomar decisiones, y con las ciencias sociales (filosofía, sociología, psicología, política) para entender eso que pasa. El periodismo y la comunicación constituyen una de las profesiones más hermosas para quienes las elegimos, porque nos muestran permanentemente como seres humanos.
-La pandemia de Covid -19 evidenció que el rol del periodista resulta cada vez más importante en nuestras sociedades, lo que implica una mayor responsabilidad. Jerarquizó la profesión, ¿esto obliga a los nuevos profesionales a evaluar el nivel de su formación?
La pandemia implicó volver a tomar algunas nociones básicas como la comunicación de crisis y el valor de la comunicación como derecho habilitante de otros derechos. Así como revalorizamos a enfermeros, médicos, terapistas, a todos los trabajadores de la salud, el valor del periodismo y la comunicación se puso nuevamente en el centro de la escena.
-Hoy hacer noticias, contar historias, ¿implica aún más entender, interpretar el sentir ajeno como propio y común?, eso que llamamos empatía.
La pandemia fue barajar y dar de nuevo, hacer esa autocrítica de lo que veníamos haciendo con un envión super mercantilista y pensado en las lógicas de reproducción permanente de contenidos. Nos obligó a repensar cada contenido, cada palabra, cada imagen que damos a conocer, en un mundo cada vez más volátil, incierto, complejo, que cada día genera más ansiedades y donde para cada cosa puede haber múltiples respuestas. Nos hizo ver de manera mucho más precisa qué damos a conocer y los valores que se ponen en juego en cada publicación periodística.
- Frente a este escenario, ¿las maestrías o diplomados como herramientas de la especialización cobran hoy una mayor relevancia?
Los posgrados y otras especializaciones hacen que se reflexione desde la investigación y desde lecturas multidisciplinares y que se profundicen o se especialicen algunos temas. Reitero, la formación debe ser permanente. Además, nuestro sistema argentino de posgrado es muy bueno, da variadas posibilidades y formas de acceder a través de becas, por lo tanto, es casi una obligación y un deber, sobre todo para quienes estamos formando a periodistas, seguir estudiando, seguir formándonos.
-Las redacciones se encuentran en un momento de análisis, en una dicotomía sobre qué tipo de contenido hacer. ¿Eso se replica en la formación? ¿Se plantean constantemente reformas en la enseñanza, ajustes curriculares o metodológicos? ¿Hay un debate entre la teoría y la práctica?
Sí, definitivamente. Los equipos docentes de la carrera de Comunicación Social de la Unvm tienen en sus espacios curriculares la fortaleza de que quienes están muy formados en lo académico además tienen trayectorias en las redacciones, en los estudios televisivos y de radio y en medios digitales. Eso de ninguna manera está disociado. Afortunadamente, en el ámbito académico de la Unvm eso se da en la conformación de equipos de los espacios curriculares, con una propuesta de formación sólida desde el punto de vista teórico pero también con la práctica en el territorio.
-¿Y cómo conviven el análisis crítico de la realidad, un ejercicio del periodismo cargado de valor político y compromiso social y del otro lado, el modelo económico, en el que los profesionales deben ser conscientes de las características de los medios para mantener la fuente laboral?
No podemos desconocer esa realidad, trabajadores de prensa que responden a la línea editorial de un medio de comunicación que a su vez tiene una relación con lo empresarial y político. Hay un engranaje que debe seguir funcionando con la lógica de los tiempos y de las rutinas de producción que cada vez son más veloces. Es un malabarismo bastante difícil de llevar adelante en el día a día. Debe haber una autenticidad, una forma de plantear el periodismo que sea desde dónde se hace, desde dónde se escribe, desde un contrato con el lector. No podemos seguir hablando de periodismo independiente, de objetividad, ese telón de asepsia se debe caer, porque los periodistas, sobre todo, somos personas que adherimos a diferentes formas de pensar, no solo políticamente, sino en todos los sentidos de la vida, pero además, tenemos que respetar lo que las empresas que nos contratan nos piden. Por lo tanto, plantearnos desde el punto de vista humano lo más auténticos posible hará que muchos periodistas sigan estando en los medios de comunicación. En los medios locales o regionales, esa disputa del sentido es mucho más transparente para la comunidad. Me gusta citar una frase hermosa de Ryszard Kapuscinski sobre el buen periodismo: "Los cínicos no sirven para este oficio", de ninguna manera.