“Las nuevas generaciones me consideran una par pero el machismo todavía existe”
María Paula Cabrera está al frente del Sindicato de la Madera en San Francisco. Aun son pocas, pero las mujeres se abrieron paso en sus gremios. "Llevará tiempo para que ocupemos cómodamente los lugares que estamos ganando", asegura esta abogada sanfrancisqueña, entre conquistas y desafíos en un bastión histórico del patriarcado. Haber sufrido en carne propia la violencia de género, marcó su lucha.
Aunque la introducción de la mujer en el movimiento gremial se produjo a un ritmo muy lento desde 1960 hasta la actualidad, su presencia cobra otro valor en tiempos de crisis. Ellas deben enfrentarse al doble estigma social de ser trabajadoras sindicalistas y mujeres.
Testimonio vivo de esa lucha que aún hoy sigue sucediendo es María Paula Cabrera, abogada y secretaria general del Sindicato de Obreros de la Industria Maderera de San Francisco (Soimsf) desde 2017. Las injusticias y la reivindicación obrera la impulsan a defender cualquier tipo de causa social con toda su pasión. También, la lucha por los derechos de la mujer y su sororidad, fortalecida a partir de sufrir durante diez años violencia de género por parte de su exmarido.
Paula lleva nueve años en la militancia sindical, es una de las dos mujeres en todo el país que está al frente de una seccional gremial del rubro maderero, un mundo en el que los hombres son amplia mayoría. Representa a unos 500 trabajadores.
"Llevará tiempo para que las mujeres ocupemos cómodamente los lugares que estamos ganando", confiesa a VOZ MUJER esta abogada de 33 años que se define como "una mujer con carácter y observadora".
Como muchas historias de la vida real, la de Paula -así como lo fue la de Erin Brockovich en el 2000-, definitivamente tienen un papel protagonista e inspirador, de película, porque se convirtieron en un ejemplo de lucha frente a la adversidad.
Paula está al frente de la Seccional San Francisco del Sindicato de la Madera
- Le tocó un mandato con un año de muchas dificultades para los trabajadores. ¿Cómo lo vive?
Agobiada porque en los nueve años que llevo trabajando en el sindicato, éste es el de mayor cantidad de conflictos laborales que vi. El sindicalismo perdió su finalidad primera que era solo dar beneficios, porque los trabajadores nos necesitan más que nunca. En tiempos de crisis, el trabajador siempre es el que pierde y es mi obligación hacer valer sus derechos.
La mujer valora el trabajo y la dignificación que le dio a los trabajadores Eva junto a Juan Perón.
- ¿Existen prejuicios de los trabajadores al contar con una representante gremial mujer?
El sindicalismo está visto desde el lado de los hombres porque históricamente ellos siempre estuvieron al frente. A mí me toca un gremio en el que represento un 75 por ciento trabajadores varones y si bien costó al principio la aceptación en diferentes ámbitos, el hecho de haber estudiado me permitió ganarme mi lugar y el respeto de mis representados y mis pares. Siempre trato a las personas de igual a igual.
- ¿Fueron difíciles los primeros años en el sindicalismo?
Cuando empecé a ir a las audiencias como representante sindical al Ministerio de Trabajo, me encontré con empresarios y abogados que me ninguneaban por el simple hecho de ser mujer, a tal punto de decirme: "¿Por qué está tan insegura doctora?" "¿Con quién durmió anoche?" o "¿Por qué no te vas al carajo?". Los insultos y el ninguneo eran moneda corriente.
- ¿Cuáles son sus herramientas para defenderse?
Como ahora, diciéndoles: "Soy menor que usted, tengo menos experiencia pero yo soy educada y tráteme igual". Me rijo con humildad y carácter para actuar en los diferentes momentos que se me plantean. El vestuario, aunque parezca una tontería, también es algo que se debe cuidar mucho y hay que adaptarse a cada situación porque no voy a ir a cortar una ruta con pollera y tacos. A la hora de los debates, me encuentro con nuevas generaciones de sindicalistas, abogados y empresarios que piensan distinto y me consideran una par, pero el machismo todavía existe, incluso hay mujeres machistas. Va a llevar tiempo para que las mujeres ocupemos cómodamente los lugares que estamos ganando. De todos modos, tengo que reconocer que en mis nueve años de labor en el sindicato los compañeros me trataron siempre con respeto.
- ¿Hubo algún momento de su lucha que la haya marcado?
Sí, cuando logramos la reintegración de dos compañeros de la empresa Frontera Living en 2016. No hay antecedente que dos delegados hayan sido reincorporados tras despido sin causa, aunque ahora están sin trabajo y en pleno juicio.
Se reconoce a los 33 años como estructurada pero defensora a ultranza de la verdad y la justicia
- ¿Recibe amenazas?
Todo el tiempo. Hace unos días una moto se me cruzó bruscamente cuando iba en mi auto.
- ¿Tiene miedo?
No, porque si no, no podría estar aquí. Lo que me protege es la fortaleza que me dan los trabajadores que me eligen para que cuide su trabajo, aunque reconozco que sí tuve miedo cuando en julio de 2016 cortamos por dos días la ruta nacional 158. Hacía mucho frío y siempre estaba latente la posibilidad de ir presa.
- ¿Tiene autocríticas hacia el movimiento gremial hoy?
El sindicalismo es una actividad que está muy mal vista. Para muchos, los sindicalistas son ladrones, vagos o se enriquecen con lo de los demás. Reconozco que es un trabajo diferente que a la de un obrero que está en una fábrica, pero es lo que me toca y tengo que hacerlo.
Detrás del rostro de Paula se esconde una historia atravesada por la violencia de género de la cual salió fortalecida.
- La imagen de Eva Perón está presente en la sede del sindicato. ¿Qué significa ella para usted?
Evita es la abanderada de los humildes, la que protegió siempre a los que más necesitan. Soy hija de un trabajador y con mucho esfuerzo pude estudiar, con el apoyo de él, de mi familia y un enorme sacrificio que hice porque mientras trabajaba, estudiaba. En mi gestión, hago mucho hincapié en la educación de los hijos de los trabajadores. Logré un reconocimiento económico para los hijos de afiliados que estudian, el guardapolvo y útiles para los chicos y otros beneficios. Quiero que las generaciones futuras se desarrollen y crezcan.
- ¿Prefiere el sindicalismo a la abogacía?
Me seduce mucho más el sindicalismo que la abogacía y a todos les digo que soy sindicalista. El estudio que tengo me ayuda a desarrollar el oficio. Soy una sindicalista con una profesión, la cual me ayuda a pararme diferente en diversas circunstancias.
Víctima de la violencia machista
- Sufrió violencia de género...
Sí, durante diez años y medio en manos de mi exmarido. Estuve siete años de novia y tres de casada y allí todo empeoró. Había insultos como: "Sos una negra de m... con título". Me decía que no trabajara para no tener mi dinero y recibía golpes constantes. Cada apretón, cada moretón lo oculté porque tenía miedo y me daba vergüenza.
La gota que rebalsó el vaso fue que mi exesposo cometió adulterio. Tras la separación, tuve durante un año y medio un botón antipánico. Fue un horror. Una cree que es la culpable de que el otro sea un violento y aparecen las excusas del golpeador, por ejemplo: "Fue la última vez, no va a volver a pasar" o "Perdóname, estaba nervioso" o te regala tus flores preferidas hasta que viene otra vez el insulto o el apretón de brazos. Estaba enferma a la par de él pero haber sido engañada me abrió los ojos y en ese momento dije basta.
- ¿Lo superó?
Apenas me separé sufrí de anorexia, de depresión, Fui una luz que se apagó y tras un año de terapia, resurgí como el ave fénix. Hoy soy una mujer con carácter y observadora porque me doy cuenta si una compañera está siendo víctima de violencia de género, porque la violencia está en todos los ámbitos y sucede en todas las clases sociales.
- ¿Qué le diría a esas mujeres que están atravesando
por lo que usted pasó?
Que busquen ayuda porque la hay y se puede salir adelante, no hay que tener ni miedo ni vergüenza. Siempre va a haber alguien que te va a escuchar.
- ¿Rehizo su vida?
Cuando pasó lo que pasó con mi vida personal, me dediqué a trabajar todo el tiempo. Hoy estoy abocada a mi trabajo y la lucha no queda en la oficina, porque es de noche y los trabajadores te escriben a tu celular preguntándote si solucionaste su problema y lejos de enojarme, me pongo en su lugar porque sé que no cobraron su salario y no tienen para darle de comer a sus hijos. Mi familia son los trabajadores y ellos me necesitan.
Algo de mí
- Nombre: María Paula Cabrera
- Edad: 33 años
- ¿Qué la hace feliz?: La verdad y la justicia
- ¿Qué le da miedo?: La mentira
- ¿Un TOC?: Ser estructurada