Giofrancis Desiree Fernández: de Venezuela a San Francisco en busca de una oportunidad
La ingeniera mécanica llegó a nuestra ciudad hace más de un año y está a cargo de una de las obras más importantes dejando atrás su familia y su carrera ante la crisis de su país.
Fue un largo día para Giofrancis Desiree Fernández. Llegó del trabajo luego de 10 horas, se bañó y se puso a descansar. La mujer de 39 años, es la capataz de la obra de gas que se desarrolla en nuestra ciudad a cargo de la empresa Tresca SRL, un proyecto ambicioso que beneficia a miles de sanfrancisqueños.
Ella es la única mujer que está al frente de una obra de semejante magnitud en nuestra ciudad y a pesar de su timidez, se hace respetar ante el plantel de 10 obreros que responden a ella.
Giofrancis tiene una voz suave y delicada, pero detrás hay una mujer fuerte que se animó a dejar su Venezuela natal para poder sobrevivir ante la crisis que vive el país caribeño.
Ella es ingeniera Mecánica y con su valentía y entereza enfrentó lo desconocido para radicarse en nuestro país. Esta mujer confesó a LA VOZ DE SAN JUSTO sus ganas de progresar aunque reconoció que añora a la ciudad de Barina, ubicada a orillas del río Santo Domingo y uno de los principales centro económicos y culturales de Venezuela. También, extraña a su mamá y a los dos hermanos que quedaron allá ya que su papá y sus otros dos hermanos están entre Estados Unidos y Uruguay.
Instalada en San Francisco, mira desde lejos lo que ocurre en su país y aunque no quiere regresar, lamenta no poder sacar a toda su familia para que ellos también tengan su oportunidad.
- Una mujer en un mundo de hombres...
Soy la encargada de organizar y cargar las herramientas, distribuir las actividades y controlar que todo salga bien. Los chicos me tratan muy bien y son muy atentos conmigo pero al principio costó muchísimo que me acepten. A veces me provoca salir corriendo (risas).
- ¿Cómo fueron las primera veces como capataz?
Horrible. Primero, porque no tengo carácter de mala y ellos, no me prestaban atención. No se movían y actuaban como si nadie hubiera hablado. La única forma era pedirle a un compañero capataz que él les diga las cosas pero no quería más molestarlo y que esté pendiente de todas las obras. Ahora me tratan como una princesa y siempre les pregunto cosas porque ellos son los que están trabajando en la obra.
- ¿Y cómo lograste que te acepten?
Llegaba a la oficina de la empresa, me ponía a tomar café y no hacía nada. Ellos se empezaron a preocupar porque no salíamos a trabajar, pero si no me respondían no salíamos. Cuando se dieron cuenta de la situación, ellos solos empezaron a preguntarme qué hacer. Me llevó mucho tiempo que me acepten.
Como mujer capataz al frente de un grupo de hombres, Geofrancis dijo que "a veces me provoca salir corriendo"
De Venezuela a la Argentina
- ¿Por qué elegiste la Argentina?
Era finales de abril y tenía tres opciones; una era México, la segunda Uruguay y la tercera, la Argentina. Todos los países me resultaban fácil para poder ingresar sin embargo, México no me gustaba; Uruguay podía ser porque una de mis hermanas vive en Montevideo, donde también está mi papá que quedó varado por la covid-19, pero era muy costoso. Tercero y último, estaba la Argentina y me vine hacia Córdoba.
- ¿Qué te ofrecía nuestra provincia?
Primero, porque tenía amigos que ya estaban radicados desde hacía mucho tiempo en Córdoba. En segundo lugar, es más económico que vivir en Buenos Aires y era un lugar importante. Tengo que confesar que tras hacer varias escalas en el viaje desde Caracas, cuando llegué a Iguazú dudé en seguir viaje y no ir para Uruguay con mi hermana y mi padre. Luego, pero por la cuestión de costos seguí mi camino. Les pregunté a mis amigos si me recibían y así fue pero tenía miedo
- ¿Y cómo llegaste San Francisco?
Apenas llegué a Córdoba, caminaba todo el día repartiendo currículums. De noche, los enviaba por correo a las empresas. Tenía mucha vergüenza y angustia de vivir de prestado en casa de amigos que eran ingenieros pero trabajaban en bares y restaurantes. Pero en esos tantos que envié, en mayo me llamaron de Tresca SRL y acepté el trabajo. Los propietarios me enviaron a la ciudad para conocerla y aquí me quedé a vivir. Primero, empecé en oficina y haciendo proyectos pero después me necesitaban en la obra de gas de La Milka y ahí me quedé.
De Venezuela a la Argentina, de Córdoba a San Francisco; una odisea para encontrar una oportunidad.
- ¿Por qué querías ser ingeniera mecánica?
Siempre quise serlo. Cuando era una niña, jugaba con uno de mis hermanos y me encantaba reparar cosas con mi papá. Me gusta ayudarlo con sus herramientas. Ya en el secundario, me gustaba mucho la física. Cuando tuve que decidir una carrera universitaria, encontré la ingeniería mecánica.
- ¿Sos de los muchos venezolanos que tuvieron que dejar su país?
Tuve que venirme a la Argentina por la situación de mi país. Trabajaba como ingeniera en Pdvsa, en el área de inspección de obras y luego en proyectos, empresa petrolera venezolana. Era mi sueño trabajar ahí. Allá había mucho trabajo pero ya no podía vivir con 14 dólares que era el salario que recibía por mes, ya que la inflación se fue comiendo los sueldos. Para vivir, tenías que buscar otro trabajo y el único camino era hacer actividades ilegales. Cuando me di cuenta que no podía hacer más nada allá, decidí irme a otro lugar.
- ¿Qué te dicen tus compatriotas que aún están allá?
`Qué bueno que te fuiste porque acá todo está peor´. Hoy, aparte de la inflación, no tienen gasolina. Tienen problemas con la luz, con cortes larguísimos lo que hace que estén desconectados y empiece a fallar todo. Hay agua, pero las bombas se queman y dejan de funcionar.
- ¿Y tu familia? ¿Cómo está?
Allá quedaron mi mamá y dos hermanos porque otro logró irse a los Estados Unidos. Sobreviven gracias a la ayuda de todos los que estamos afuera. Creo que todos los venezolanos están viviendo gracias a los familiares.
- ¿Qué pasa con el coronavirus?
No es como en la Argentina, porque nadie entra al país. Allá, de todos modos, tienen cosas más importantes de las cuales ocuparse. Lo importante para el pueblo es saber cómo salir de allá.
- ¿Duele la situación que está atravesando tu pueblo?
Nunca me imaginé salir de mi país. Todo el mundo se iba y yo esperaba, aguantaba y tenía fe porque no quería dejar la casa y el auto que me compré con mucho esfuerzo. Y eso que trabajaba en la empresa más importante de Venezuela, tenía los mejores sueldos y seguro de salud pero no daba para más. Allá quedó mi casa y mi vehículo, pero no vendí nada porque viajé en mis vacaciones para ver si conseguía trabajo y nunca más volví. Mi casa, que era un sueño hecho realidad, quedó cerrada y a veces mi mamá y mis hermanas van a verla. Me gustaría volver pero a la Venezuela de muchos años atrás. Ahora me gustaría sacar a toda mi familia. No quiero esa Venezuela.
- ¿Qué opinás cuando dicen que la Argentina va camino a ser Venezuela?
Me molesta mucho que digan eso. No piensen en eso, tengan pensamientos positivos. Les falta mucho para llegar a ser Venezuela aunque así empezó nuestra historia.