"El mal de muchas es lo que estaba bien en un momento y se tornó en una exigencia desmedida"
La escritora Marcela Alluz habló sobre su novela en la que vuelve a ponerse en la piel de una mujer, la de Margarita, quien decide dejar la comodidad para reencontrarse con la libertad. Santiagueña instalada en Córdoba hace más de dos décadas, sus novelas llevan el registro de la emoción y los pensamientos como elementos narrativos.
En la novela "Mal de muchas" la escritora Marcela Alluz vuelve a ponerse en la piel de una mujer, esta vez en la de Margarita, quien decide soltar la comodidad de un hogar y renunciar a los mandatos de su tiempo para reencontrarse con su versión más auténtica, porque aunque eso se traduzca en instancias de mucho dolor, su libertad no la resigna por nada.
La autora de "La otra de mí" (2015) se reencuentra en esta novela publicada por El Ateneo con un territorio de mujeres con recorridos que se desmarcan del horizonte esperado, como Margarita, una profesora de literatura a la que no le queda otra que volver a la casa de su madre -con quien tiene rispideces, de género e ideológicas- cuando decide separarse de su pareja luego de diez años.
Santiagueña, instalada en Córdoba hace más de dos décadas, Alluz (1971) es autora también de "Contigo en la distancia" y "El dueño del río".
Sus novelas llevan una marca: el registro de la emoción y los pensamientos como elemento narrativo, porque además de escribir, Alluz es psicopedagoga. La autora dialogó con Télam:
-Hay una continuidad en tu obra, sobre todo con temáticas como la maternidad y con protagonistas mujeres, ¿encontrás un hilo entre tus libros?
Mis novelas llevan la impronta de mujeres fuertes, hay un hilo entre la Isabel enamorada de "Contigo en la distancia", la Ana inmensa de "El dueño del río", la Helena demencial de "La otra de mí" y la errática Margarita de "Mal de muchas". En todas, el tema de la pasión las atraviesa, aunque cada una la vive a su manera. La maternidad se lee en cada mujer de mis novelas como una marca, y en cada historia hay una forma de sentirla.
-¿Y
qué las une?
Las une el desencuentro, la búsqueda de sentido, el hambre de una causa que justifique la vida y el amor como un acontecimiento que más que con el otro, es con ellas mismas. "Mal de muchas" es una trama construida con el diálogo incesante de una voz en off que a veces puede ser la de la madre, la madre totémica que abarca el universo, o quizá la voz que se hizo nuestra y a la que nos negamos a reconocerle la tonada.
-En "Mal de muchas" la relación con la madre es conflictiva: cuando rompe con su voz, rompe también con una estructura de mandatos, aún a costa de mucho dolor y angustia; pero al mismo tiempo se reencuentra de manera afectiva con su mamá.
La situación de hija es la marca de la protagonista. Ella es la hija de una mujer a la cual adora, pero de la que necesita diferenciarse a costa de ese mismo amor. Aparece entonces la dimensión del amor como una exigencia a responderle a otro en el tono de las preguntas que le va poniendo como estocadas. ¿Es posible que la madre pueda querer a esta hija que no responde a esas preguntas? ¿Se puede amar sin concesiones? ¿Puede Margarita romper con el mandato materno y aún así seguir teniendo una relación amorosa? Y aparece el humor como la salida. Si se pueden reír juntas, y de ellas mismas, es porque han encontrado una manera de quererse.
-Otro tema es el desarraigo, en el sentido, ¿qué implica volver a un lugar que ya no pertenece?
Para Margarita volver con la madre es en parte liberador, porque es un lugar a donde regresar cuando el desamor aconteció en su pareja. Con todo lo que implica, la madre le abre la puerta de la casa de la infancia. Y volver a la casa de la infancia la enrostra también con una Margarita diferente a la que se fue, con aristas que no encajan en aquel hogar del que partió siendo muy joven y al que vuelve ya convertida en adulta. Volver para Margarita es inquietante y revelador de que no se puede repisar las huellas, que indefectiblemente los pasos le quedan chicos.
-La protagonista se ve a sí misma como una sobreviviente. ¿Cuánto de supervivencia hay de esa mujer en otras que no cumplen con lo que lo que una época espera de ellas?
La mirada de Margarita es un cuestionamiento que tiene más que ver con su postura personal. Es una voz pensada desde lo que se escucha en las mujeres actuales, en los intentos de desenrollarse de lo atávico y los mandatos familiares o patriarcales, buscando un modo de vivir más amable, más aferrado a los fondos que a las formas. Sobreviviente se nombra en el sentido de haber podido vivir más allá de lo que se esperaba de ella, más allá del ideal de mujer y de hija que le asignaba su madre. Margarita sobrevive, no ilesa, sí marcada, cicatrizada y calzando unos zapatos que le permitían desafiar lo cultural de una época que la enmarcaba en un deber ser que no se correspondía a su deseo.
-¿Y de qué modo el mal de Margarita expresa el mal de muchas?
El mal de muchas es lo que estaba bien en un momento y se tornó en una exigencia desmedida por encajar en moldes que ya no nos contienen. Un mal que por un lado hermana a muchas en una batalla epocal para desembarazarse de lo impuesto, y por otro, plantea una posición singular en los modos de vivir diferentes funciones que se atribuían al género.