Venezuela: problema de todo el continente
La debacle de un país que se asienta sobre una mina de recursos naturales impresionante es hoy una preocupación insoslayable para toda la región.
El gobierno de Ecuador planteó hace pocos días la realización de
una reunión regional con países de Sudamérica y Centroamérica para debatir los
"flujos migratorios inusuales" de venezolanos. La Cancillería ecuatoriana hizo
la invitación para el encuentro que se realizaría en Quito, el 17 y 18 de
septiembre. Se invitó a la Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica,
Chile, México, Perú, Paraguay, Panamá, República Dominicana, Uruguay y
Venezuela.
De acuerdo a las autoridades de ese país, el objetivo es acordar estrategias entre los distintos gobiernos para mejorar la atención de los cientos de miles de venezolanos que huyen del espanto que se vive en su tierra, además de encontrar caminos que permitan evitar brotes violentos en las fronteras como los ocurridos en las últimas semanas.
Sudamérica ya no puede mirar para otro lado frente a lo que se está viviendo en el país caribeño. La crisis migratoria venezolana debe hacer florecer las mejores intenciones de acogida por parte de los países de la región. Por ello, es importante que los gobiernos acuerden el camino para la recepción de las personas que deciden buscar un horizonte que les asegure una mínima supervivencia, algo que el desquicio del régimen de Caracas ya no puede otorgar.
En este marco, preocupa sobremanera la aparición de reacciones violentas y hasta xenófobas ocurridas en algunos puntos limítrofes, especialmente en la frontera brasileña. A esto se suman las opiniones cada vez más virulentas de cierta parte de la población de algunos países donde se reciben los desplazados y medidas impuestas por algunos gobiernos que los ciudadanos venezolanos no pueden cumplir. Ni siquiera algunos pueden acceder al pasaporte en virtud del colapso económico y político que se vive.
A las puertas de una crisis humanitaria de magnitud impensada y mientras el poder en Venezuela sigue hundiendo a su pueblo en la ruina, adjudicando todas las culpas a conspiraciones externas que solo existen en un relato ideológico falso a todas luces, los países de Sudamérica tienen la obligación de tomar decisiones en torno a la recepción de los venezolanos que se ven obligados a emigrar. Porque se está generando una situación que podría tener similitudes con la que hoy se vive en el Mediterráneo y que es retratada por todos los medios de comunicación del planeta.
Mientras, el paisaje apocalíptico de una Venezuela destrozada por un grupo de delirantes se profundiza con el vandalismo generalizado, la ansiedad y el miedo de los que todavía quedan allí y el hambre creciente. La debacle de un país que se asienta sobre una mina de recursos naturales impresionante es hoy una preocupación insoslayable para toda la región.