Una tragedia la convirtió en madre
Para Beatriz, la muerte se hizo vida; cuando no tenía hijos y había perdido la esperanza, una tragedia la convirtió en madre y desde hace 15 años cuida de Micaela, la hija de Marcela Juncos, condenada a prisión perpetua.
Para Beatriz Fernández, convertirse en madre no vino de la mano de una noticia feliz, pero nunca imaginó que lo que dejó una tragedia se convertiría luego en el más puro amor.
Junto a su pareja Julio Cortez, Beatriz cuida desde los ocho meses de Micaela Belén Cortez, que hoy tiene de 15 años. "Mica" nació del vientre de Marcela Juncos, la mujer que purga una condena a prisión perpetua por el crimen de su hija mayor, María Victoria.
Beatriz no tenía hijos hasta que, paradójicamente, la muerte se convirtió en una nueva vida para ella. Hoy, piensa en el viaje de quince de Micaela, un crucero por Uruguay y Brasil. Sin embargo, hace 14 años, la historia la escribía un hecho trágico.
"Nunca tuve hijos porque formalicé mi pareja con Julio cuando era mayor. Cuando llegó Micaela a nuestras vidas, nosotros llevábamos dos años de pareja y ella era apenas una bebé. Por algo Dios me envió a Micaela, porque estábamos solos", confiesa Beatriz a LA VOZ DE SAN JUSTO.
En septiembre de 2016, Beatriz y Julio lograron la adopción simple de "Mica". Y a pesar de las cuestiones legales, la joven sostiene un vínculo con su mamá biológica, Marcela, a quien visita cada dos meses en el penal de Villa María.
"Su mamá nos firmó los papeles de la adopción con la condición de seguir viéndola, así que cuando viajamos, la ve durante dos horas", cuenta Beatriz.
Micaela es hermana de Vicky, la chica de 13 años -hoy tendría 27- hallada muerta y enterrada en un camino perdido, a 1.800 metros de la Ruta Nacional Nº 158, cerca de San Francisco, el 17 de marzo de 2003, dos meses después de que su madre Marcela del Valle Juncos y su padrastro, José "Pepe" Ramón Cortéz, denunciaran su desaparición.
"Me la dieron por dos o tres días
y hace 15 años está conmigo"
"Mica es mi hija, es lo que siempre quise y Dios lo hizo de esta manera. Nunca fui de la idea de adoptar, hoy pienso que podría haberlo hecho pero a Mica me la dieron por dos o tres días y hace 15 años está conmigo", expresa la mujer.
Como toda relación madre-hija, "tenemos nuestras peleas, solemos tener diferencias porque Mica es de carácter fuerte, pero nos entendemos", agrega Bety, que a los 65 años vive un sueño.
"Sos mi mamá y Marcela también", agrega con una sonrisa Micaela, mirando a Bety.
Beatriz le enseñó sus primeras palabras. "Cuando me dijo mamá por primera vez, ¡no lo podía creer!. Parecía un sueño, era algo que no podía creer que estaba pasando. Hasta el día de hoy pienso que esto no está pasando".
La maternidad en la cárcel
"Cuando Marcela esté libre, la va a ir a ver cuando quiera porque ella es su mamá", afirma Beatriz.
"Al principio, la visitaba en la alcaidía de la departamental San Justo de policía, en San Francisco. Después, me preguntaron si quería verla en Tribunales y yo dije que sí, entonces mi mamá venía todos los meses desde Villa María y nos veíamos ahí. Así fue por 13 años. Este año, la empecé a ver en la cárcel porque la psicóloga dijo que ya tenía edad para entrar a la cárcel. El domingo pasado fue mi tercera visita y si puedo, viajo cada dos meses", relata Micaela.
Sobre cómo es ese encuentro, sostiene que "es lindo porque veo a mi mamá pero es feo donde ella está. Es muy triste". Durante las visitas en el penal, Marcela le cocina pizza doble y budín de pan. "Marcela es la única presa autorizada para coser y tiene su propia máquina para hacerlo. Hace arreglos para las demás reclusas, para los oficiales y hace poco le hizo una capa de un superhéroe al hijo de un policía", comenta Mica.
"A mí, me hace presentes con lo que pueda comprar en la cárcel como maquillaje, cremas y hasta me hizo un acolchado".
"Marcela es su mamá y yo no voy a hablar mal de ella y menos de su papá. La respeto porque es su mamá biológica -asevera Beatriz. A lo mejor ella está arrepentida, pero es tarde. Igual, nunca vamos a saber qué pasó".
"Nunca le pregunté a mi mamá qué pasó. No sé qué pudo haber ocurrido. A lo mejor ella me cuenta cuando salga de la cárcel. Lo que pasó solo lo saben mi papá y ella -aporta Mica. -Nunca le voy a hacer preguntas, ella me lo dirá cuando me lo tenga que decir".
Una nueva vida para Mica
"Soy feliz de tenerlos a Bety y a Julio como padres", afirma Micaela.
Micaela no deja de visitar a Vicky y a Pepe, su hermana y su papá. "Vicky está enterrada en Devoto, donde nació, y mi papá, en Brinkmann, porque era de allá, y siempre que puedo les llevo flores", dice la adolescente, que atesora "un pantaloncito, una toallita y un roperito" de su hermana fallecida.
"No tengo ninguna foto ni nada (...) Sé que hubiera sido la mejor de las hermanas mayores", acota.
Micaela nació el 16 de julio de 2002 en el Hospital "J. B. Iturraspe". Su padrino Julio y su tía Beatriz fueron los primeros que visitaron a la recién nacida, sin pensar que ocho meses después, se convertirían en sus padras.
"Micaela sabe todo, incluso en su colegio - la niña asiste al tercer año del Instituto Fasta Inmaculada Concepción- nunca tuvimos un problema. Hay mucho respeto con su historia. Es un colegio muy bueno, de mucha contención y eso influye mucho", reflexiona Bety.
El día que Mica llegó a la casa de los Cortez-Fernández, no se borra de la memoria de esta mamá. "Me acuerdo que hacía mucho calor y yo estaba amasando ñoquis, con el delantal lleno de harina. Llega Julio y me dice: `Apurate Bety, dale, tenemos que ir a Tribunales´ . Allá estaba la mamá de Mica y la jueza de Menores, que nos explicó todos los pasos a seguir porque los test psicológicos de Marcela y José daban mal. Nos dijeron que quedaría a nuestro cargo por unos días".
"Mica lloraba y mucho, pero me la tenía que llevar. En el pasillo, nos cruzamos a Pepe - por José Cortez - y me dijo: `Me sacan a Micaela y es como si me arrancaran la vida´", recuerda.
"Él fue el que me dijo qué medicamentos tomaba porque sufría de una infección en el oído izquierdo; cómo preparar su leche; todo. Antes de que sucediera todo, su papá la traía de paseo sobre su falda en una moto Zanella".
A Micaela no le falta de nada. Tiene una buena educación y sueña con una carrera universitaria: "Quiero ser veterinaria o contadora", dice.
Marcela Juncos
El caso
Victoria desapareció de su casa, en calle Catamarca 2180 de nuestra ciudad, el 18 de enero de 2003. En aquella oportunidad, su madre denunció que la joven había salido a vender pastafloras entre los vecinos para juntar dinero para un viaje, y nunca más regresó.
Durante dos meses, Vicky fue buscada intensamente por la policía y bomberos voluntarios. San Francisco fue empapelada con afiches con el rostro de la chica.
La justicia concluyó que Vicky fue asesinada el 18 de enero de 2003 por el concubino de su madre, Cortez. El 17 de marzo, los restos de la niña aparecieron enterrados a un metro de profundidad en una zona de difícil acceso, a 1.800 metros de la ruta 158. Cortez y la madre fueron detenidos y esa misma noche el hombre se ahorcó en un calabozo.
En octubre de 2004, Juncos fue absuelta del delito de homicidio calificado por el vínculo, lo que generó una violenta pueblada de repudio en San Francisco.
Pero luego, el Tribunal Superior de Justicia anuló la sentencia y el caso pasó a la Justicia de Bell Ville. En 2006, Marcela fue condenada a prisión perpetua, pena que purga hasta hoy en la cárcel de Villa María.