Una puja que desgasta y paraliza
El populismo usa la misma receta gastada: adjudicar conductas desestabilizadoras a otros sectores -el agro nacional siempre está entre ellos-, sin admitir nunca que sus errores de gestión, sus fracturas internas y su miopía política e ideológica son responsables de la actual situación.
"Tenemos el desafío de enfrentar a los que especulan con el dólar y el desafío de enfrentar a los que guardan 20.000 millones de dólares en el campo y no los liquidan esperando una mejor rentabilidad, cuando el país los necesita", dijo el presidente de la Nación en una actividad pública reciente. Volvió a colocar al sector agropecuario como el "enemigo" que se eligió para sortear la, quizás, más grave instancia económica que vive el país desde la crisis de finales de 2001.
Por cierto, nada dijo el primer mandatario sobre el destino que tuvieron los millonarios ingresos al erario del Estado provenientes de la agro exportación en los primeros meses de este año. Los números son elocuentes: el campo liquidó en el primer cuatrimestre de 2022 la suma de US$11.098 millones, un 13,76% más que en los primeros cuatro meses de 2021, cuando fue de US$9755 millones. Hacia mitad de año, esa cifra habría llegado a los 15 mil millones de dólares.
Sin embargo, como consecuencia de las nefastas decisiones económicas y las turbulencias de la interna de la coalición oficialista, las reservas del Banco Central están prácticamente agotadas. Entonces, el populismo usa la misma receta gastada: adjudicar conductas desestabilizadoras a otros sectores -el agro nacional siempre está entre ellos-, sin admitir nunca que sus errores de gestión, sus fracturas internas y su miopía política e ideológica son responsables del actual estado de cosas.
En este marco, el gobierno acusa al campo de ralentizar el ritmo de las liquidaciones para exportación y mantener los granos en los silobolsas. Afirma que es la voracidad del productor lo que prima. Se observa así la misma matriz de pensamiento que confunde codicia con preservación de su propiedad. Como cualquier ciudadano, ante la escalada inflacionaria y la insólita brecha cambiaria que ha generado la política económica de este gobierno, el productor procura proteger sus inversiones liquidando a que va necesitando liquidez para saldar deudas o financiar los insumos de la próxima campaña, cuyos precios se han disparado, pero que no son contemplados tampoco en el análisis gubernamental. Así como tampoco la certeza de que, luego de aplicadas las retenciones, el campo recibe en pesos solo la cuarta parte del valor de mercado de la moneda norteamericana.
Aquella estrecha visión impide comprender la situación. Y también obstaculiza la adopción de medidas que establezcan condiciones macroeconómicas más o menos estables que devuelvan algo de normalidad. Por lo mismo, tampoco admite que el 24% del producto bruto interno (PBI) está atado a la producción agropecuaria. Que es la actividad que más tecnología ha incorporado en los últimos años. Y que el Estado se queda con el 65% de su renta luego de cobrar toda la carga impositiva que ha establecido para el sector.
En medio del tembladeral económico y financiero que se vive, conviene preguntarse ¿hasta cuándo el gobierno nacional continuará alimentando esta puja desgastante y que paraliza con el sector más dinámico e importante de la economía nacional?