Un grupo de amigas ayudan en Infantia: “Nos llaman las señoras del roperito”
Elena Galeano de Martinengo, María Elena Giletta, Beatriz Bosio de Galeano, Irene Aguirre y Gladys Bandacari, son las mujeres que trabajan en el "roperito" de Fundación Infantia. Su función se resume en la solidaridad pero también en devolver algo a la sociedad.
Fundación Infantia no es una organización más si no el refugio donde muchas chicas encuentran aliados para transitar el camino de la maternidad. El acompañamiento se hace a través de un gabinete técnico y existe también un grupo de mujeres que les dan su primer regalo, el ajuar para sus bebés.
Cuando Elena fue abuela necesitó más tiempo para sus nietos pero no podía dejar de pensar en las situaciones que marcan la vida de las personas. El espíritu colaborativo y solidario seguía vivo y por eso eligió unirse a Infantia. No llegó sola, claro está, si no que armó una red de amigas que hoy la acompañan.
"No me quería quedar sin hacer nada y Emilia - integrante de Infantia - me preguntó y acepté, pero solo para hacer el roperito". La actividad exige rapidez y orden porque dos días a la semana durante todo el mes reciben, acondicionan y dividen cada prenda que llega a la institución como donación.
La forma en que María Elena se une a este tipo de tareas se resume en que gran parte de su vida trabajó en boutiques manejando ropa y luego de jubilarse decidió seguir en ese camino: "Esto me gusta porque sabés que podés dar una mano y hacer algo por el otro".
El
trabajo nunca
termina
El equipo tiene varias integrantes. Mientras algunas están en plena charla, otras acomodan las cajas en la última feria americana realizada días atrás en su sede de calle Avellaneda.
La atención vuelve al grabador y las señoras continúan explicando su tarea que mayoritariamente la cumplen martes y miércoles, aunque otras veces se extiende durante otros días. Cuando llega la ropa a Infantia su trabajo consiste en la revisación, separación y armado en diferentes cajas. Luego se la lava, arregla en la medida de lo posible y hasta la perfuman para que quede como nueva.
Las donaciones nunca cesan -explican- y por eso en la pieza del fondo se ven estanterías repletas: "Nosotras una vez al mes les preparamos a las mamás las bolsas con calzado, prendas para ellas y los bebés. Además, los martes y miércoles se les dan los pañales pero eso lo hace el gabinete técnico", agrega Beatriz.
Cada chica que asiste a Infantia siempre se lleva su muda de ropa conforme a sus necesidades. Toda esa tarea lleva unos 20 días de preparación desde que reciben el papel hasta que se les otorga la bolsa y así el ciclo vuelve a comenzar.
Si de devolución se trata, este grupo de mujeres lo sabe bien. "Siempre además nos hacen regalos, cartelitos. Nos llaman las señoras del roperito y nos ponen que nos quieren mucho", comenta María Elena.
Poco espacio
"Esto nos queda chico, no podemos cruzar juntas. Si no tendríamos que estar afuera. Hemos pedido que nos den otra piecita para mudar las cosas. Lo mismo pasa donde están las chicas que realizan los trabajos de preparto y muchas veces se cae el revoque", enfatiza Elena, poniéndose más seria.
Por eso, a veces las donaciones si llegan a sus casas no las pueden llevar de inmediato a la Fundación porque no tienen espacio suficiente. Cada cosa que se agrega obliga a redimensionar lo que ya existe en la habitación para que entre algo más.
"Nos gustaría al menos hacer algunos arreglos acá porque tenemos muchos problemas de humedad. Lo ideal sería un lugar más grande o una piecita más. Además de revoque y pintura", finaliza Beatriz.
Este grupo de mujeres trabaja ad honorem y recalcan el hecho de que todo se haga a pulmón. "Cuando llegamos - a la habitación donde guardan la ropa - había tanto que no sabíamos por dónde empezar", recordaron entre risas.
Según afirman, la ayuda que brindan tiene un porqué: "Alguna vez alguien lo hizo por nosotros y ahora es momento de devolverlo".