Un ensayo que exige responsabilidad
En San Francisco ha comenzado esta semana una suerte de experimento respecto a la flexibilización de la cuarentena en el que se procurará encontrar el equilibrio entre la necesidad de evitar las infecciones y controlar la situación económica y social. No será una tarea sencilla.
La ciudad, así como varias otras poblaciones de la región y del interior del país, ha comenzado a vivir una nueva etapa en este período de aislamiento preventivo y obligatorio originado a partir de la irrupción del coronavirus. Se ha ingresado en la flexibilización con la apertura de actividades que por casi dos meses estuvieron paralizadas.
Así, los comercios de rubros no esenciales podrán abrir por la tarde, también las peluquerías, los lavaderos de automóviles y las agencias de quiniela. Se suman a los bancos, las obras de construcción privadas, al trabajo de los profesionales independientes, a algunas industrias y a varias obras ramas de actividades laborales que han comenzado a moverse por estos días.
Por supuesto, esta flexibilización determinará que el movimiento en la ciudad será mucho mayor del que existía. Por ello, la aplicación estricta de los protocolos sanitarios y el distanciamiento social serán una necesidad para evitar que aparezca algún caso de la enfermedad. Porque si ello ocurre, todas las expectativas generadas por esta apertura podrían volver atrás y, de este modo, postergar aún más la realización de actividades como salidas recreativas o deportivas tan reclamadas por la población. Ni qué hablar del retorno de las clases. Incluso existiría la posibilidad de que el encierro vuelva a tener las características del mes de marzo, lo que sería tan inconducente como grave.
Mientras las medidas de prevención se difunden a cada momento para que todos los ciudadanos las cumplan a rajatabla, del resultado de esta experiencia depende el futuro cercano para la vida de los sanfrancisqueños. Estamos viviendo un período de experimentación que tiene sus riesgos. Es una prueba de ensayo y error que transformará al espacio público en un laboratorio para establecer las condiciones del retorno a la normalidad.
Lo que está ocurriendo aquí sucede también en gran parte del mundo. "Estamos en medio de un periodo de ensayo y error a nivel mundial para tratar de encontrar la mejor solución en una situación muy difícil", explicó Tom Inglesby, director del Centro de Seguridad Sanitaria de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos en declaraciones a la prensa de ese país. En The New York Times se puede leer al respecto que"los gobiernos, incapaces de esperar indefinidamente a que la ciencia responda a cada enigma sobre qué hace que las infecciones se disparen en algunas circunstancias y no en otras, están impulsando políticas basadas en una comprensión creciente pero imperfecta del virus. Y con poco consenso sobre la mejor manera de equilibrar la salud pública y las necesidades sociales y económicas, las sociedades se abren camino con ayuda de soluciones intermedias, que serían desgarradoras incluso con mejor información sobre los posibles costos de cualquier política en las vidas y el modus vivendi".
Esto es, la sociedad global forma parte de un ensayo que exige responsabilidad por parte de cada uno de sus miembros frente a una realidad sanitaria que aún ofrece aspectos desconocidos. En San Francisco ha comenzado esta semana una suerte de experimento en el que se procurará encontrar el equilibrio entre la necesidad de evitar las infecciones y controlar la situación económica y social. No será una tarea sencilla. Pero vale la pena enfrentarla.