Tap después de los 40: un taller de la memoria con mucho movimiento
: Son mujeres entre los 50 y los 70 años que se animaron a calzarse los zapatos con chapa y moverse al ritmo del jazz y el swing derribando todos los prejuicios, mientras se mantienen jóvenes con mucho movimiento.
Esta noche a las 20, el Teatro Mayo se convertirá en el Radio City Hall de Nueva York. Vestidas con sus trajes típicos de charleston de los años 20, unas 16 mujeres entre 50 y 70 años presentarán su coreografía de Tap frente a un gran público.
Ellas pertenecen al Taller Tap "Over 40" y para esta corografía se prepararon durante más de seis meses de la mano de su profesora y la bailarina Andrea Gargiulo.
La producción, puesta en escena y vestuario estuvo a cargo del grupo. Tanto es el esfuerzo que pusieron que contaron que agotaron stock de flecos de seda en las mercerías de la ciudad y tuvieron que salir a comprar en negocios de Devoto, Córdoba y hasta Río Tercero.
Con este show cierran año de clases. Pero para ellas significa mucho más debido al compromiso que asumieron y los prejuicios que derribaron mientras realizan esta actividad.
El grupo está formado por docentes en ejercicio, otras jubiladas y también profesionales. Cada lunes y miércoles se calzan los zapatos de cuero y chapa para convertirse en Jane Powell. "El Tap es como un taller de la memoria pero con mucho movimiento porque tenés que estar atento. Requiere de mucha exactitud y coordinación, y siempre hay que estar conectado. Hace muy bien física y psicológicamente", aseguró la docente jubilada Norma Quattrocolo, de 59 años conoce de otras danzas. Es profesora de Danzas Españolas y Clásico. Y agregó: "Como bailarina a mi edad, tenés que saber un poquito de todo, pero el Tap es algo diferente. Empecé y me encantó, no pude dejar nunca más".
La abogada jubilada Helena Rigatuso de Oberto tiene 71 años y es la mayor del grupo, pero por el cuidado de su cuerpo y su espíritu jovial parece mucho más jóven. "El Tap me cambió la vida, soy la mujer más feliz. Me llenó de energía y de alegría", aseguró.
Zulma Luque, de 49, es de las más nuevas en el grupo pero ya se aprendió la coreografía para esta noche. "Me encanta bailar y no podía dejar pasar esta oportunidad. Me encantó porque cuando comienzo a moverme estoy sola con mis chapas y mi cuerpo, lejos de cualquier pensamiento, dedicándome a mí misma".
Para Graciela Tosoratti, de 68 años, contó que hace cuatro años lo descubrió por una nota en las páginas del diario LA VOZ DE SAN JUSTO. "Cuando la llamé a Andrea para empezar me dijo que iniciaban las clases al día siguiente. No tenía zapatos con chapas para asistir pero ella me dijo que me prestaba un par. Acá estoy y pienso seguir", afirmó la mujer.
Materia pendiente
Para muchas mujeres encontrarse con la danza es una materia pendiente y este taller salda esa deuda. Aunque al principio las dudas estuvieron, ellas se ponen las calzas, los brillos y se maquillan para ir a los ensayos. Así lo comentó Helena:"No es una sorpresa que una persona en su tercera edad se anime a la danza norteamericana. "Si el doctor Alberto Cormillot hace Tap a sus 81 años, ¿Por qué yo no voy a poder?", bromeó.
"Zumba, salsa, merengue, regaetón o aeróbica. Siempre son las mismas rutinas y como resultado obtengo el abandono", dice Lucía Soria, quien a sus 58 años se animó a calzarse los zapatos y está muy contenta con sus clases. "Cada una, a su tiempo; puede sacar los pasos. Las cosas no salen en la segunda o tercera clase, pero poco a poco va saliendo", confió Lucía.
El grupo está formado por docentes en ejercicio, otras jubiladas y también profesionales
Estímulo
Para llegar a la noche de hoy, el grupo atravesó un aprendizaje constante y jamás se detuvo. "Siempre les digo que para hacer esto, hay que tener perseverancia porque no es una danza fácil de hacer", explicó Gargiulo.
A través del tiempo, se logró un grupo consolidado. Según las integrantes, todo eso fue posible gracias al estímulo de la profesora pero también a la unión que tienen entre compañeras ya convertidas en amigas. "El grupo es hermoso y la profesora es mágica. Todas somos entusiastas por iguales y no hay diferencias entre las más jóvenes y las mayores", afirmó Helena.
"La sonrisa que tenemos y compartimos unas con otras en los ensayos es realmente hermoso", agregó Zulma Luque, de 49.
Para Norma Morandini, es como un renacer de la niña que fue y bailó Tap. Aunque retomó la actividad hace poco tiempo, una dolencia en su rodilla casi la obliga a abandonar. Sin embargo, y con el estímulo de Gargiulo, siguió adelante. "La profe nos cuida, nos invita a seguir. No quería dejar y ella hizo lo posible para que no abandone".
"Uno cuando termina las clases se va lleno de energías, feliz de haber podido hacer un baile. Estamos tan entusiasmadas que los días que no asistimos, los recuperamos", aseguró Graciela.
El tap le cambió la vida a las chicas
Con espíritu "sub 20"
La idea de recrear una clase de Tap "Over 40" surgió de Gargiulo, quien a sus 59 años entendió que este tipo de baile no solo es para jóvenes y adolescentes.
"Quería trabajar con gente mayor, en su juventud avanzada porque no hay un espacio para que ellos puedan bailar algo más que folclore o tango".
La fórmula que implementó Gargiulo para que estas mujeres se animen a tapear reside en la música que aplica en cada clase. Allí, lunes y miércoles, en sus horarios de la mañana y la noche resuenan los clásicos del swing, el jazz y el estilo Broadway de los años 20 a los 50. "Hay un viaje a las emociones en cada canción que elijo. Muchas escuchan un tema y me dicen que les recuerda a una película que vieron con su mamá o cuando eran chicas. La referencia musical y emocional es lo que las lleva a divertirse y ser felices", describió Gargiulo.
"Trabajo con personas adultas y jubiladas, pero tienen el espíritu sub 20. Tienen otra pasión, otra entrega y más compromiso. Todos los logros son de ellas y esta noche se ganaron su lugar", finalizó.