Susana y Virginia, nexos entre fieles y santos
Susana y Virginia, nexos entre fieles y santos
Llenas
de fe, Susana y Virginia se encargan de organizar todavía los viajes religiosos
desde la ciudad. Reconocen que estos disminuyeron a la mitad pero que pese a
todo le siguen poniendo el cuerpo para que los fieles puedan hacer sus pedidos
o dar las gracias a sus santos.
Llenas
de fe, Susana y Virginia se encargan de organizar todavía los viajes religiosos
desde la ciudad. Reconocen que estos disminuyeron a la mitad pero que pese a
todo le siguen poniendo el cuerpo para que los fieles puedan hacer sus pedidos
o dar las gracias a sus santos.
-
Evangelizadoras populares (Fotos: Marcelo Suppo)
Para
Virginia Polliotti (77) y Susana Olivero (53) la espiritualidad no conoce de crisis,
menos una económica.
En
nuestra ciudad ambas son reconocidas por organizar viajes religiosos y ayudar a
los fieles a cumplir promesas, pedir ayuda en un momento complicado o
simplemente dar las gracias ante lo creen recibieron de parte de Dios.
Destinos
como San Nicolás y Luján en Buenos Aires, Itatí en Corrientes, la Basílica de
Guadalupe en Santa Fe y Villa Cura Brochero y Alta Gracia (Nuestra Señora de
Lourdes), en Córdoba, son los destinos a los que suelen viajar aún en tiempos
de bolsillos flacos.
Según
dicen, ser el nexo entre los fieles y sus santos paga con creces su esfuerzo.
"No
obtengo ningún dinero por esto. Llego agotada de cada viaje a mis 77 años, sin
poder moverme prácticamente por tres días pero lo hago con una alegría que
nadie puede quitarme", afirma Polliotti en una entrevista con VOZ MUJER. "Nadie
tiene que quedarse con las ganas de agradecer o pedir", invita Olivero.
La
primera hace dos décadas sintió la necesidad de ofrecer este servicio frente a
una imagen de la virgen de San Nicolás. La segunda se hizo devota de la virgen
de Lourdes tras afrontar la enfermedad de una de sus hijas, Azul, que cuando
tenía 5 años sufrió un ACV hemorrágico que pudo superar. Hasta construyó una
gruta en su honor en el Pasaje Martín Fierro de nuestra ciudad, la que hoy es
muy visitada.
Los
viajes que organizan pueden costar hasta $4.500 dependiendo el destino e incluyen la estadía de hasta tres noches con
comida incluida. Según reconocen las entrevistadas, en la actualidad se
redujeron a la mitad. Pero lo importante para ellas es que se siguen realizando
y que trabajan para mantenerlos vigentes "hasta que el cuerpo diga basta".
-Reconocen que hay una
disminución de los viajes que ustedes organizan para los fieles. Además
sostienen que sienten cansancio, sin embargo siguen adelante. ¿Por qué?
Susana
Olivero (S.O.): la devolución de los que viajan es gratificante. La situación
económica influye muchísimo, es cierto, y la gente no tiene la predisposición
que tenía tiempos atrás. Capaz que de seis viajes que hacía antes hoy salen 3.
Pero insisto en hacerlos, no bajo los brazos y sigo invitando a la gente. Lo
que nosotros hacemos es evangelizar a través de la piedad popular, ponerlos en
el lugar del otro para acompañarlos en la espiritualidad.
Virginia
Polliotti (V.P.): la gente te pregunta por los viajes, consulta sobre cómo es
el lugar pero cuando se habla de dinero se les hace difícil afrontarlos. Un
viaje el año pasado a San Nicolás salió $1.000, no es caro en comparación a
otros gastos que la gente puede tener.

A pesar de la crisis, Susana Olivero y Virginia
Polliotti siguen adelante con su evangelización popular movidas por su fe y la
necesidad de la gente
-¿En la balanza puede pesar
más a veces la espiritualidad que el dinero?
S.
O.: la gente piensa mucho porque no hay trabajo, hay gastos y todo aumenta. De
todos modos creo que la situación se va a superar. Nadie tiene que quedarse con
las ganas de agradecer o pedir.
V.
P.: muchos se acercan y reservan para dos porque tienen que llevar a un
enfermo, un amigo o familiar a cumplir una promesa. A veces es difícil para
uno, peor es para dos. Pero la gente cree y necesita de estos momentos. De
algún lado sacan ese pesito que necesitan para pagarlo y viajar. Hay otras
personas que ya no pueden hacerlo, muchas por movilidad o la edad también, y
sin embargo nos acercan sus pedidos y cartas.
-La gente puede preguntarse
si tienen ganancias por hacer esto.
S.
O.: no, para nada. Lo hago sin fines de lucro porque tengo mi trabajo como
administrativa y ese es mi ingreso. Esta es mi tarea evangelizadora y lo hago
exclusivamente por vocación. Esta es mi misión.
V.
P.: no obtengo ningún dinero por esto. Llego agotada a mis 77 años, sin poder
moverme prácticamente por tres días pero lo hago con una alegría que nadie
puede quitarme.
-Los viajes se siguen
haciendo aunque en menor cantidad. ¿Tienen el temor de que desaparezcan?
S.
O.: no creo que haya más gente que los quiera organizar. Tal vez haya alguien
que quiera hacerlos, pero poco a poco se van perdiendo.
V.
P.: mis hijas me ayudan muchísimo pero es muy difícil que se mantengan en el
tiempo.
-¿Qué busca la gente en cada
viaje?
S.
O.: El que viaja lo hace convencido. Es el que va a buscar un aliento, a
agradecer al santo o a la virgen, a cumplir una promesa. Hay mucha convicción.
V.
P.: Se busca la paz interior, sentirse bien.

-¿Cuál es la devolución de
los peregrinos?
S.
O.: un viaje es un crecimiento espiritual que luego se va descubriendo en las
pequeñas cosas. Ver a la gente entrando a los santuarios de rodillas, llevando
objetos preciados o simplemente ser la conexión entre un fiel y un santo te
moviliza. Con un simple gesto hacés posible cosas imposibles. Eso te llena el
alma. Después de esto viene la pregunta, ¿cuándo hacés otro? (risas).
V.
P.: la gente vive experiencias maravillosas. En nuestro último viaje a San
Nicolás, en mayo del año pasado, no había una nube pero de repente comenzó a
llover. La gente no creía lo que estaba ocurriendo, algunos hasta preguntaron
si eran los únicos que lo habían visto. Otra anécdota que recuerdo es que una
mujer en San Nicolás sacó una foto al sol y al revelarla vio cómo se formaba
una rosa. Esas son las señales que uno recibe en estos lugares.
Para
Virginia Polliotti (77) y Susana Olivero (53) la espiritualidad no conoce de crisis,
menos una económica.
En
nuestra ciudad ambas son reconocidas por organizar viajes religiosos y ayudar a
los fieles a cumplir promesas, pedir ayuda en un momento complicado o
simplemente dar las gracias ante lo creen recibieron de parte de Dios.
Destinos
como San Nicolás y Luján en Buenos Aires, Itatí en Corrientes, la Basílica de
Guadalupe en Santa Fe y Villa Cura Brochero y Alta Gracia (Nuestra Señora de
Lourdes), en Córdoba, son los destinos a los que suelen viajar aún en tiempos
de bolsillos flacos.
Según
dicen, ser el nexo entre los fieles y sus santos paga con creces su esfuerzo.
"No
obtengo ningún dinero por esto. Llego agotada de cada viaje a mis 77 años, sin
poder moverme prácticamente por tres días pero lo hago con una alegría que
nadie puede quitarme", afirma Polliotti en una entrevista con VOZ MUJER. "Nadie
tiene que quedarse con las ganas de agradecer o pedir", invita Olivero.
La
primera hace dos décadas sintió la necesidad de ofrecer este servicio frente a
una imagen de la virgen de San Nicolás. La segunda se hizo devota de la virgen
de Lourdes tras afrontar la enfermedad de una de sus hijas, Azul, que cuando
tenía 5 años sufrió un ACV hemorrágico que pudo superar. Hasta construyó una
gruta en su honor en el Pasaje Martín Fierro de nuestra ciudad, la que hoy es
muy visitada.
Los
viajes que organizan pueden costar hasta $4.500 dependiendo el destino e incluyen la estadía de hasta tres noches con
comida incluida. Según reconocen las entrevistadas, en la actualidad se
redujeron a la mitad. Pero lo importante para ellas es que se siguen realizando
y que trabajan para mantenerlos vigentes "hasta que el cuerpo diga basta".
-Reconocen que hay una
disminución de los viajes que ustedes organizan para los fieles. Además
sostienen que sienten cansancio, sin embargo siguen adelante. ¿Por qué?
Susana
Olivero (S.O.): la devolución de los que viajan es gratificante. La situación
económica influye muchísimo, es cierto, y la gente no tiene la predisposición
que tenía tiempos atrás. Capaz que de seis viajes que hacía antes hoy salen 3.
Pero insisto en hacerlos, no bajo los brazos y sigo invitando a la gente. Lo
que nosotros hacemos es evangelizar a través de la piedad popular, ponerlos en
el lugar del otro para acompañarlos en la espiritualidad.
Virginia
Polliotti (V.P.): la gente te pregunta por los viajes, consulta sobre cómo es
el lugar pero cuando se habla de dinero se les hace difícil afrontarlos. Un
viaje el año pasado a San Nicolás salió $1.000, no es caro en comparación a
otros gastos que la gente puede tener.

A pesar de la crisis, Susana Olivero y Virginia
Polliotti siguen adelante con su evangelización popular movidas por su fe y la
necesidad de la gente
-¿En la balanza puede pesar
más a veces la espiritualidad que el dinero?
S.
O.: la gente piensa mucho porque no hay trabajo, hay gastos y todo aumenta. De
todos modos creo que la situación se va a superar. Nadie tiene que quedarse con
las ganas de agradecer o pedir.
V.
P.: muchos se acercan y reservan para dos porque tienen que llevar a un
enfermo, un amigo o familiar a cumplir una promesa. A veces es difícil para
uno, peor es para dos. Pero la gente cree y necesita de estos momentos. De
algún lado sacan ese pesito que necesitan para pagarlo y viajar. Hay otras
personas que ya no pueden hacerlo, muchas por movilidad o la edad también, y
sin embargo nos acercan sus pedidos y cartas.
-La gente puede preguntarse
si tienen ganancias por hacer esto.
S.
O.: no, para nada. Lo hago sin fines de lucro porque tengo mi trabajo como
administrativa y ese es mi ingreso. Esta es mi tarea evangelizadora y lo hago
exclusivamente por vocación. Esta es mi misión.
V.
P.: no obtengo ningún dinero por esto. Llego agotada a mis 77 años, sin poder
moverme prácticamente por tres días pero lo hago con una alegría que nadie
puede quitarme.
-Los viajes se siguen
haciendo aunque en menor cantidad. ¿Tienen el temor de que desaparezcan?
S.
O.: no creo que haya más gente que los quiera organizar. Tal vez haya alguien
que quiera hacerlos, pero poco a poco se van perdiendo.
V.
P.: mis hijas me ayudan muchísimo pero es muy difícil que se mantengan en el
tiempo.
-¿Qué busca la gente en cada
viaje?
S.
O.: El que viaja lo hace convencido. Es el que va a buscar un aliento, a
agradecer al santo o a la virgen, a cumplir una promesa. Hay mucha convicción.
V.
P.: Se busca la paz interior, sentirse bien.

-¿Cuál es la devolución de
los peregrinos?
S.
O.: un viaje es un crecimiento espiritual que luego se va descubriendo en las
pequeñas cosas. Ver a la gente entrando a los santuarios de rodillas, llevando
objetos preciados o simplemente ser la conexión entre un fiel y un santo te
moviliza. Con un simple gesto hacés posible cosas imposibles. Eso te llena el
alma. Después de esto viene la pregunta, ¿cuándo hacés otro? (risas).
V.
P.: la gente vive experiencias maravillosas. En nuestro último viaje a San
Nicolás, en mayo del año pasado, no había una nube pero de repente comenzó a
llover. La gente no creía lo que estaba ocurriendo, algunos hasta preguntaron
si eran los únicos que lo habían visto. Otra anécdota que recuerdo es que una
mujer en San Nicolás sacó una foto al sol y al revelarla vio cómo se formaba
una rosa. Esas son las señales que uno recibe en estos lugares.
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