Susana desafía la crisis de vocación: hoy se convierte en monja
En todos los relevamientos que viene haciendo la Iglesia Católica en los últimos 30 años, la cantidad de mujeres dedicadas a la vida consagrada siempre es inferior al censo anterior. Por ello, la consagración de una nueva monja es un acontecimiento digno de destacar.
Susana Minga Morales se consagrará hoy en profesión perpetua para la Congregación de las Franciscanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, en la Parroquia Cristo Rey, a las 11. Desde ese momento se convertirá en monja.
Desde hace un año vive en la casa de las hermanas del Instituto San Francisco de Asís (Isfa) y es, a nivel mundial, una de las mujeres más jóvenes en consagrarse.
En el mundo hay actualmente 200 hermanas franciscanas y la última Casa de Formación abierta se encuentra en nuestro país, en la ciudad de Córdoba. La falta de vocación y la pérdida de valores son una alerta para la congregación de 150 años de vida, ya que la última ocurrida en nuestra ciudad fue el 8 de mayo de 2011, tratándose de la hermana María Cristina López, de Bolivia, que vivió en nuestra ciudad tres años y hoy reside en Rosario.
"Estoy muy feliz de estar en San Francisco, en especial en el colegio", expresó Morales,
de 32 años y proveniente del norte de Perú, que en su búsqueda espiritual encontró en las hermanas franciscanas su misión en esta vida.
"Lo que sucederá este domingo será entregarme mucho más en mi trabajo hacia la comunidad de religiosas y a la misión que me envíen. Voy a darle todo lo que tengo a la congregación", afirmó.
Servir al prójimo
Susana se crió en una familia religiosa, en una casa donde rezar el rosario por la noche era una costumbre de su madre practicante. "Era muy rebelde de adolescente pero cuando tomé el sacramento de la confirmación, el obispo dijo que todos éramos misioneros y discípulos de Jesús. Eso me llevó a pensar realmente qué quería para mi vida", relató.
Con el paso del tiempo, y la inquietud de buscar paz interior, su prima la ayudó a despejar dudas sobre esa vocación que estaba latente en ella. "Tenía 23 años. Participé de una congregación en Perú pero no era mi lugar. Las hermanas de esa comunidad me dijeron que mi espíritu era propio de la vida franciscana. Pasó el tiempo y viajé a Magdalena, en Lima (donde está la casa de las franciscanas) y allí encontré una hermana que me invitó a la Casa. La apertura y la confianza hacia una joven como yo fue lo que me sorprendió. Al cabo de un tiempo las hermanas franciscanas se pusieron en contacto conmigo y así empezó mi camino con Dios", agregó.
"Dentro mío había algo que me decía que tenía que servir. Al principio pensé que era solo trabajar para los otros pero en realidad era más fuerte. Esto me da una paz interior que me demuestra que afuera uno puede tener todo lo material pero en la vida religioso todo lo que importa es Dios en tu vida y lo que te mueve para seguir".
Susana Minga Morales, de Perú, junto a la representante legal
del Instituto San Francisco de Asís, María Elena Arancibia de Bolivia
Para siempre
La ceremonia que se realizará hoy en la Parroquia Cristo Rey será para Morales "un momento lleno de simbolismo" porque es cuando la joven recibirá el anillo de consagración. "Desde ese momento, ya pasa a pertenecer permanentemente a la comunidad", explicó la hermana María Elena Arancibia, representante legal del Instituto San Francisco de Asís y par de Susana.
El proceso para llegar a la profesión perpetua, es decir, la formación permanente, comienza con el aspirantado, que es un año de acompañamiento vocacional para clarificar la vocación; postulantado, un año para fortalecer la vida cristiana; prenoviciado, un año para fortalecer la madurez humana; noviciado, dos años para madurar en la opción vocacional y prepararse para la primera vocación; juniorado, que dura 6 años donde la futura monja se prepara para recibir la profesión perpetua y luego llega el momento del segundo noviciado, que son seis meses de preparación intensiva para la profesión perpetua.