Solo se trata de respeto
Preocupados y angustiados, los vecinos agrupados en el Centro Vecinal de Barrio Roca comenzaron una campaña de educación vial a través de redes sociales para concienciar y anunciaron otra para evitar los minibasurales. Es preciso remarcar que en estos casos -como en tantos otros- solo se trata de respeto, condición básica del comportamiento humano en comunidad.
Preocupados y angustiados, así como cansados de ser testigos o
protagonistas de numerosos accidentes de tránsito, los vecinos agrupados en el
Centro Vecinal de Barrio Roca comenzaron una campaña de educación vial a través
de redes sociales para concienciar sobre la necesidad de respetar las normas de
tránsito y anunciaron próximamente
lanzará otra para evitar los minibasurales.
La justificación que esgrimen las autoridades vecinalistas tiene una lógica contundente y, por ello, merece ser escuchada y también obliga a reflexionar sobre los comportamientos ciudadanos. Como se conoce, Roca es el barrio más grande de San Francisco y tiene sectores céntricos, mientras que otros son cercanos a las avenidas Urquiza y Rosario de Santa Fe. Aunque no tienen estadísticas oficiales, la presidenta del centro vecinal Roca, Laura Morassut, afirmó que decidieron hacer la campaña de educación vial porque de un tiempo a esta parte, "notamos gran cantidad de accidentes y sectores peligrosos en los que los vehículos circulan a mucha velocidad". "Hay una falta de educación vial notoria-manifestó la vecinalista-. Nuestro barrio al ser grande y céntrico está atravesado por avenidas, ruta y sectores bastantes complicados no solamente con los accidentes sino con el estacionamiento". Para peor, la titular del Centro Vecinal afirmó que los vecinos reclaman" porque por las noches escuchan que corren picadas en el barrio, sobre todo cerca o sobre la ruta. Además, en los sectores donde hay supermercados grandes los vecinos nos comentan que les molesta que estacionen frente a los garajes".
El relato de las razones de esta acción vecinalista finaliza con una apelación que tendría que estar ya sobreentendida y aprehendida en los modos de convivencia en nuestra ciudad, porque es la base de cualquier relación humana. El mensaje es simple: es vital que se verifique el respeto por el otro. Esto es, reconocer al semejante en su dignidad.
El respeto es un valor central de la convivencia. Es un derecho de la persona y una obligación al mismo tiempo. Constituye el centro de la regla de oro de la ética humana: no hagas al otro lo que no te gustaría que te hagan a ti. Si existiese una claridad social al respecto, no tendrían cabida la gran mayoría de los problemas de la convivencia como el de la falta de observancia de las normas de tránsito o el desprecio por la higiene urbana que se evidencia en la disposición de residuos en lugares no habilitados.
Es verdad que existe intolerancia. Que el egocentrismo y la soberbia juegan en contra. Y que apelar a los valores es para algunos una conducta de otro tiempo. Pero en definitiva se trata solo de eso. Al destacar la plausible intención de un centro vecinal cuyos integrantes están preocupados por las alteraciones que provocan la falta de educación vial o la inexistencia de la conciencia ambiental, es preciso remarcar que en estos casos -como en tantos otros- solo se trata de respeto, condición básica del comportamiento humano en comunidad.