“Sociales”: pequeño manual del explotador
Muchas cosas pueden pasar en poco tiempo. Y muchas cosas también pueden pasar en pocas cosas. "Sociales" es una muestra de esto. Es un corto con una narración extremadamente simple: un joven cineasta, que se gana la vida filmando eventos, se reúne con su jefe, el dueño de una productora de garaje. Revisan un video que tienen que entregar para una fiesta de quince, toman mate, comen bizcochos. Y, frase va y frase viene, el empleado va mechando planteos de índole laboral: mejora salarial en valor y tiempo de pago. Diecinueve minutos alcanzan para armar una tesis sobre la tensión dramática.
Por Manuel Montali
El cortometraje, del año 2013, fue dirigido por Mariano Luque y protagonizado por Gabriel Pérez, Marcelo Arbach y Florencia Decall. Luque alguna vez contó que esta obra (con la que ganó el premio a mejor director de cortometrajes en el Festival de Mar del Plata) fue ideada como tesis estudiantil junto a José Benassi y Erwin Otoño (directores de fotografía y de sonido), haciendo además un ejercicio de catarsis sobre experiencias que suelen repetirse en el mundo de quienes se inician como realizadores audiovisuales. Bah, que suelen repetirse en toda relación entre empleador y empleado.
Está filmado con un profesionalismo en HD que se luce bien, y planos secuencia que la convierten en una narración casi en tiempo real. La cámara mantiene constantemente planos cortísimos, casi en su totalidad sobre el rostro del joven cineasta, y por eso su tensión es bien palpable, así como su incomodidad y la decepción ante cada bicicleta a lo Sergio Saturno que le tira su empleador.
La aparición brevísima del personaje de Florencia Decall es proverbial. La adolescente va a ver el video que le están preparando para su fiesta de quince y a pagar un adelanto. Esas acciones mínimas terminan de dejar en evidencia al dueño de la productora para con su empleado.
Por eso quizá la frase más relevante de todo el relato es la que dice este empleador al referirse (básicamente, al "sacarle el cuero") a un cliente bien adinerado que suele tironearle el precio de cada trabajo, y a quien acusa de haber hecho plata a costa de "cagar" a los demás. Así, en francés, bien literal. Pero lejos de condenarlo, el productor remata: "Es la única manera". Como dijera el Manolito de Quino: "Nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás". A baja escala, es lo que el dueño del negocio hace a su joven empleado.
Un amigo me dijo en cierta ocasión que no hace falta contar el cruce de Los Andes para armar un buen relato. Muchas cosas pueden pasar en poco tiempo. Y muchas cosas también pueden pasar en pocas cosas. A veces, incluso, son las mismas cosas de todos los días, de todos los tiempos. Mariano Luque lo sabe. Su público también.