Ser argentino, el deseo del único senegalés en Balnearia
Ibrahima Gueye tiene 33 años, hace tres se instaló en el pueblo para progresar económicamente. En África quedaron su esposa y sus dos hijos, a los que anhela poder traer pronto. Inició los trámites de la ciudadanía mientras se gana la vida como mantero. El local propio no es su sueño, el suyo es ser médico. Desde 2011 a la fecha, en el Juzgado Federal de San Francisco se iniciaron 43 cartas de ciudadanía de inmigrares provenientes de África pero también de países latinoamericanos.
Balnearia se caracteriza por la paz y las callecitas de pueblo, por su gente -la mayoría descendientes de italianos- que viven en el casco céntrico y algún que otro campesino que va y viene. Pero también, aunque en menor medida que en las grandes ciudades, recibe una nueva inmigración.
Entre los casi 8.000 habitantes de la localidad, Ibrahima Gueye no pasa desapercibido, no solo por tener otro color, sino por su español rebuscado, propio de su origen senegalés. Es el único africano viviendo allí.
Llegó a los 30 para echar raíces en un sitio ajeno y alejado a sus costumbres, tan distintas; para hacer lo que hacen todos sus coterráneos: vender bijouterie, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y la de su familia, que se quedaron en Senegal a la espera de, pronto, poder emigrar.
Camina por las calles balnearenses, valijas en mano y ofreciendo sus mercancías a los vecinos, mientras sueña con llegar a ser médico.
Siempre extiende la manta cerca de la Terminal de Ómnibus. Todos lo conocen, lo saludan, lo quieren.
Ibrahima quiere tanto o más que cualquiera esta tierra de la Pampa Gringa cordobesa, por eso decidió comenzar los trámites para lograr la ciudadanía argentina.
Ya se considera un fanático del asado, del mate, del dulce de leche y la música popular. Y aun cuando el mundo mira con desconfianza la turbulencia que atraviesa nuestro país, él lo sigue eligiendo.
Tiene esposa, Dior Niang, y dos hijos, Youssou de 5 Y Mouhamed de 15 meses, al más chico todavía no lo conoce.
Sin retorno
Mientras planifica un futuro mejor, este senegalés de 33 años cultiva amigos, conoce los rincones del pueblo, se familiariza con su historia y ahorra dinero que como ayuda envía a los suyos.
"Argentina es un país tranquilo y hay muchas oportunidades laborales. Tengo muchos amigos senegaleses en Villa María y ellos me dijeron que acá había mucho trabajo y se ganaba bien para poder ayudar a la familia", contó Ibrahima a LA VOZ DE SAN JUSTO.
La crisis lo golpea como a un argentino más. Reconoce que se le dificulta juntar dinero para ayudar a los que se quedaron, pero asegura no regresaría su país. "Está muy difícil la situación pero elijo este lugar para vivir".
Con un francés castellanizado y wolof (lengua originaria de Senegal), el joven explicó que pese a la hecatombe de la inflación, en abril de este año decidió iniciar los trámites de la ciudadanía argentina, cumpliendo con todos los requisitos necesarios para obtenerla.
"Un amigo que hice en Balnearia y trabaja en la municipalidad me está ayudando con los trámites así como el Juzgado Federal. Quiero tener la ciudadanía para tener otras posibilidades pero también porque me gustaría tener a mis hijos y esposa conmigo. Hay un gran apoyo de parte de la gente para que pueda hacerlo. Los vecinos son muy buenos conmigo", expresó el entrevistado.
Ibrahima Gueye, el africano que "adoptó" Balnearia
Periplo de inmigrante
Ibrahima llegó a la Argentina solo, en septiembre de 2015, luego de dos días de viaje desde Dakar, su ciudad natal. Su salida fue en un avión desde Dakar a Etiopía. Desde allí, voló hasta Brasil para luego viajar a nuestro país e instalarse en Villa María. Tres aviones y dos días de viaje, intercambiando apenas palabras con las azafatas y los empleados de las aerolíneas. Se fue solo y llegó solo, pero el tiempo se encargó de calmar esa soledad, aunque nunca alcanza cuando no están cerca los afectos.
"Fue muy difícil", recordó. Vivió en Villa María un año pero viajaba a Miramar de Ansenuza a vender los fines de semana. Hasta que en 2016 adoptó a Balnearia como su nuevo hogar.
"Cuando llegué a la Argentina no hablaba nada de español. Solo francés y wolof, pero fui aprendiendo", indicó.
Todavía vive en la habitación del hotel que lo albergó cuando arribó a Balnearia. "La municipalidad me dio permiso para poder vender acá, entonces me quedé a vivir"
A fuerza de simpatía y carisma para el trabajo ambulante, Ibrahima se adaptó muy bien a las costumbres locales. Le gusta la gastronomía regional, la música y el fútbol.
Lo que dejó
Ibrahima dejó mucho en Senegal. Dejó su familia y la extraña a más no poder.
En Dakar, él se ganaba la vida como remisero, tarea que realizó durante 12 años hasta que la situación lo obliga a buscar en otro lado, mucho más lejos, un futuro mejor para él y su familia.
"La Argentina surgía como una oportunidad para ayudar a mi familia económicamente. En Senegal hay gente muy rica pero también muy pobre", señaló.
Ibrahima Gueye en su última visita a su tierra natal
Volver, pero de visita
En 2017, Ibrahima pudo viajar a Senegal a visitar a su familia durante un mes, pero tenía pasaje de regreso. "Acá hay mucho trabajo, se gana bien y me gusta el país", insistió.
"Me gustaría convertirme en doctor porque me gusta ayudar a la gente", confesó su deseo de ir a la Universidad.
Desde 2011, 43 pedidos de ciudadanía
Según datos aportados por el Juzgado Federal de Primera Instancia de San Francisco con competencia en el departamento San Justo, actualmente hay 7 hombres extranjeros oriundos de Senegal y de Angola, entre 25 y 40 años, que comenzaron el trámite de la ciudadanía argentina.
Del total, uno es ingeniero geofísico mientras que el resto se dedica al comercio. Dos de ellos ya son argentinos por ley, los otros, siguen esperando, pero no tardará demasiado.
Desde que se abrió el Juzgado en nuestra ciudad en 2011, se iniciaron 43 cartas de ciudadanía. A los siete casos africanos, se sumaron dos italianos -uno con ciudadanía italiana y otro apátrida-; un alemán -con ciudadanía estadounidense- y el resto, personas latinoamericanas provenientes de Cuba, Venezuela, Colombia, República Dominicana, Brasil, Bolivia y Paraguay.
De ese total, más de la mitad obtuvo la ciudadanía y solo un caso fue rechazado, el de una mujer que no pudo demostrar su residencia en la Argentina.