Saúl Kohan, el médico con germen de escritor
Sin el guardapolvo de médico, habló sobre la escritura, su otra actividad. El autor del libro "Dicen de Navarro", una historia de ficción pero inspirada en el segundo "Tampierazo" superó su propio desafío de "escribir textos más largos" al poder publicar su primera novela.
Por Ivana Acosta
A Saúl Kohan (47) le gusta hablar de libros. No diría que es raro escucharlo pero sí hacerle preguntas sobre algo fuera de su área de trabajo, la medicina. En realidad, él habla de libros y escritores "grosos" con los que hizo talleres y a los cuales leyó en distintas etapas de su vida pero no se da cuenta que él también es un escritor.
Hace un mes que su novela - la primera - "Dicen de Navarro" está en rondando en las bibliotecas sanfrancisqueñas. La presentación la realizó en el Centro Cultural San Francisco, donde habló de cómo llegó a escribir, lo que significó para él y adelantó algunas cosas de la trama con la que se encontrarían quienes aceptaran el desafío de leerlo.
No es tan difícil escuchar a Saúl hablar de libros. De los que marcaron su infancia y juventud, los que fue releyendo en el camino. A medida que habla no se hace tan raro preguntarle cosas sobre literatura, su pasión por escribir, su trayectoria en el mundo de las letras. El guardapolvo desaparece y solo se transforma en un escritor.
El autor había publicado antes algunos trabajos que incluso fueron distinguidos con premios, sin embargo, con la novela pareciera que alcanza un nuevo estatus y que asciende en una escala literaria - imaginaria por su puesto - de escritores de nuestra ciudad. Porque la verdad es esa. Sea corta o tenga 600 páginas, escribir una novela no es para cualquiera.
Lector y escritor nato
Kohan tuvo una gran influencia de sus padres para dedicarse a la lectura. No podría concebir la idea de escribir sin haber leído antes. Pasó por distintos géneros y autores pero en su mente siempre vuelve a la misma imagen que da cuenta de una habitación con una biblioteca de la que se nutrió desde muy pequeño.
Para él leer es parte de un ritual asociado a un lápiz o una lapicera. Reconoce que si un ejemplar se mantiene impoluto es como un "cadáver" u "objeto decorativo". Parte también de una vieja costumbre que mantiene desde la facultad.
-¿En tu casa familiar había libros siempre? ¿Cuáles fueron los primeros?
Mi casa siempre fue una casa de libros. De grande recuerdo a "Arde aun sobre los años" de Fernando López, un escritor local. Con la sensación de saber que leía lo que leyeron mis viejos. Siendo más chico recuerdo a "Las aventuras de Tom Sawyer", del cual hice una lectura más concienzuda, pero hay un libro para etapas y edades diferentes. Yo creo que hay que leer de todo. Fue diferente cuando leí a Borges o a Cortázar por primera vez. A mí me gusta marcarlos, ensuciarlos incluso cuando son digitales porque es un vicio de mi época de estudiante, pero ver un libro impoluto es un cadáver porque es un objeto decorativo. Mi mamá era una señora ordenada y mi papá caótico. Ella era profesora - Mabel Boc - docente de Lengua y Literatura, y por su profesión era una lectora voraz y muy conocedora. Mi viejo - Saúl Alberto Kohan - era un lector feroz y gran contador de historias. Teníamos un placar que era la pared en una pieza llena de libros. Gran parte de eso ahora lo tengo en mi casa. Tengo la imagen de esa gran biblioteca.
De cuentos y novelas
Antes de ser novelista, Saúl incursionó, "como todos", en la poesía pero después se fue retirando hacia los cuentos y varios de ellos fueron publicados.
En la nómina se cuentan "Viernes a la tarde", "El partido" y "La última montonera". Éste último transcurre -aunque no tiene vinculación directa - en la misma ciudad donde está ambientada su primera novela, la ciudad de Insaurralde.
Aun ahora, después de haber publicado recientemente su novela está trabajando en otros textos a los cuales no les puede negar la luz de la publicación en un futuro cercano.
- ¿Cómo y cuándo fueron tus primeros borradores?
Yo nunca tuve problemas para redactar y siempre los profesores me estimularon a escribir más cuando nos dejaban el tema libre. Después en la adolescencia, como todos, me dediqué a escribir poesía pero es difícil poder hacerlo y no caer en los recursos fáciles. Yo no creo tener la verdadera capacidad para leer poesía. De grande empecé a hacer algunos talleres literarios donde con un profesor de la facultad en Córdoba empecé a escribir un poco más de prosa. Cuando aparecieron las redes hice un blog (cuentosgordos.blogspot.com) y ya cuando volví después de mi viaje formativo por Córdoba y Buenos Aires empecé a escribir de nuevo textos cortos. A partir de un taller con José Playo empecé a escribir textos más largos y el espaldarazo final fue con Laura Pratto, de ahí salió una antología - "El pie en el pozo" - y ahí fue mi cuento "Viernes a la tarde", el primer texto publicado formalmente. Fue toda una sensación ver publicada tu producción. En 2013 se hizo un concurso literario sobre cuentos relacionados con la tortura, y entre 300 textos el mío quedó octavo por lo que obtuve mención y me premiaron el 10 de diciembre de ese año cuando se celebraban los 30 años del retorno a la democracia. Fue un contexto del que jamás pensé que estaría ahí.
- ¿Te divertís escribiendo?
Sí, me divierte la historia, ir buscando el disparador. Me divierte buscarles una estructura y hasta que no la encuentro no puedo seguir, es algo que surge muchas veces mientras voy haciendo mis cosas. Es una actividad que me sirve para despejarme del mundo real. Yo siempre les digo a los médicos en formación que hay que tener una actividad alternativa. A mí me gusta mucho mi profesión, pero no me gustaría solo dedicarme a una, aunque sí me gustaría que pudieran complementarse mejor y tener más tiempo para las dos.
- ¿Cómo llegaste a la novela?
Esto empezó como un ejercicio de taller que yo hacía con Diego Paszkowski que hace un taller a distancia donde le mandás las páginas por mes y él las evalúa. En el primer capítulo, entre la charla del historiador y el periodista que va a investigar, ahí él me dijo que había una novela. En "Dicen de Navarro" hay cuestiones muy someras que identifican a los personajes y te acompañan en la lectura. Tampoco hay nada real. Está inspirado en hechos que pasaron en nuestra ciudad pero no hay nada comprobable porque es una ficción. Esto es así porque se hace difícil - aun en la ciencia ficción - crear algo de la nada absoluta. Me ha pasado que me preguntaron si un personaje, en realidad, es "tal" persona pero eso no es así. Cada personaje en el libro es eso y nada más. Es algo que pasa en las comunidades chicas pero también en sectores donde todos se conocen. Si alguien identifica a una persona es una cuestión personal y su interpretación. Con la novela me superé a mí mismo porque mi desafío era poder escribir algo más largo que lo habitual.
Kohan publicó este año su primera novela "Dicen de Navarro".
Sobre "Dicen de Navarro"
Kohan es un escritor sanfrancisqueño que dejó el guardapolvo de médico por un rato. Tardó dos años en escribir su primera novela asumiendo el desafío de "escribir textos más largos".
En "Dicen de Navarro" todo es ficción pero como lectores es imposible no acercar la esencia de algunos personajes a nuestra historia. Está inspirada en el segundo "Tampierazo", cuenta con un fuerte componente histórico que da el contexto ideal para poder disfrutar de un libro de trama sencilla pero atrapante que hace que los lectores no quieran que termine.
"Dicen de Navarro" fue publicado a través del Programa "Estímulo a las Ediciones Literarias Cordobesas", el cual es llevado adelante por la Legislatura de Córdoba y cuyo objetivo es el de incitar a publicar a las editoriales cordobesas, como así también a autores independientes y a diferentes bibliotecas populares de todo el territorio cordobés.