Salieron de Venezuela hace un año, hoy quieren vivir en San Francisco
La vida cotidiana en Venezuela se ve realmente afectada por la crisis que impacta directamente en miles de hogares, por lo que varios deciden emigrar. Esta es la historia de una familia venezolana que llegó a nuestra ciudad y quiere quedarse.
Algunas paredes de ladrillo hueco con un techo de lona, sin puerta y sin ventanas, que intentan parecerse a una vivienda, se transformó en el hogar de una familia venezolana que recaló hace tres semanas en San Francisco tras una peripecia de película.
Ricardo Alberto Maneiro Zorzini (36) junto a su pareja Francis Jaqueline González (22), embarazada de ocho meses, y Tibisay Zorzini, madre del muchacho, habitan actualmente ese domicilio derruido de calle Güemes 75, donde armaron una carpa para evitar estar a la intemperie. Eso, claro, no los salva de mojarse y lidiar contra los mosquitos.
La historia comenzó el 6 de enero de 2016, hace casi un año, cuando los tres salieron desde Mérida, localidad ubicada en los andes venezolanos, hacia Cúcuta, en Colombia -separadas por más de 200 kilómetros- para comprar comida y poder abastecerse. Cuando volvieron se encontraron con la frontera cerrada y el paso denegado. Fue allí que comenzó un viaje para ellos inédito.
"Hace tres semanas llegamos a San Francisco. Salimos desde Venezuela el 6 de enero para comprar comida y cuando regresamos nos encontramos con la frontera cerrada y no nos dejaron ingresar, no nos quisieron ´sellar´", explicó Ricardo a LA VOZ DE SAN JUSTO. Según agregó, salieron hacia Colombia para comprar "harina pan", lo que en nuestro país denominamos polenta: "En Venezuela no se conseguía nada de comida, por eso salimos".
Ante la negativa a ingresar a su país, el trío emprendió viaje hacia Colombia nuevamente donde vivieron durante tres meses. Luego desembarcaron en Quito, Ecuador, cuatro meses; Perú, otros tres meses, y un mes en Bolivia. Finalmente recalaron en La Quiaca, Argentina, hasta llegar hace tres semanas a San Francisco.
"Argentina terminó siendo el destino porque tengo primos de apellido, los conocimos, duramos dos semanas con ellos y seguimos viaje para ir hasta Brasil. Pero a ella (por su pareja) le pegaron unos dolorcitos y nos quedamos en la entrada de San Francisco, hasta que vinimos hasta San Cayetano", narró Ricardo. Esos "dolorcitos" eran molestias en la panza de Francis, quien lleva ocho meses de embarazo.
Cambio de planes
El calor agobiante, los viajes constantes a dedo y el embarazo de la mujer más joven hicieron que los viajeros cambien sus planes. Ya la prioridad no es llegar a Brasil sino recibir a Russel Adrián -así llamarán al niño- en San Francisco cuando nazca.
"No podemos seguir viajando, además yo tenía ganas de quedarme en la Argentina", reconoció Francis, la futura mamá.
"Está bravo Venezuela, la gente tiene que viajar 24 horas y hacer cola dos días para comprar arroz, espagueti y harina pan. Estamos mucho mejor aquí, tenemos comida; ustedes son felices aquí y no se han dado cuenta"
Al llegar a nuestra ciudad -explicaron- fueron recibidos por un clima adverso aunque con muchas muestras de solidaridad de parte de sus vecinos de barrio san Cayetano: "El primer día que llegamos caía mucha agua. Dormimos de un vecino la primera noche hasta que nos acomodamos acá. Tenemos dentro una carpa pero es igual, cuando llueve todo se moja". Sin embargo, los nuevos habitantes del barrio ubicado al noreste de San Francisco reconocen que los vecinos pusieron su "granito de arena" para darles una mano en cuanto a la comida y a mejorar el estado del lugar donde pernoctan. También agradecieron a miembros de la Protectora de Animales, quienes los ayudaron.
Rebusque
La familia venezolana necesita un lugar donde vivir, por eso apelan a la solidaridad de quienes puedan darle una mano. También comida y trabajo: "Nos hacen falta cuatro paredes y un techo, y algo donde enchufar un ventilador", aclaró el joven sobre la vivienda. Respecto a la comida Ricardo indicó que se las rebuscan yendo a la carnicería y a la verdulería para pedir lo que les sobre: "Les pedimos que aquello que vayan a botar (por tirar) nos lo dejen a nosotros. Vino gente a ayudarnos, nos trajo mercadería".
Ricardo también piensa en un trabajo estable. Según dijo se dedica a la música y los malabares y su madre hace "teatro de calle", algo que utilizaron a lo largo de todo este recorrido para juntar dinero. Pero, con un hijo a punto de nacer el escenario va a cambiar: "Me hablaron para cortar el pasto; tengo que buscar la manera de tener algo estable por el bebé que viene", sostuvo el futuro papá.
Felices pese a todo
La situación actual de esta
familia es penosa por donde se la mire. No obstante, los tres se muestran
alegres porque comparan a lo que se vive en su país de origen actualmente:
"Está bravo Venezuela, la gente tiene que viajar 24 horas y hacer cola dos días
para comprar arroz, espagueti y harina pan. Estamos mucho mejor aquí,
tenemos comida; ustedes son felices aquí y no se han dado cuenta", coinciden
los tres.
Por último, no descartan volver algún día a su país, pero solo unos días: "Tenemos pensado quedarnos en la Argentina. A Venezuela sí volveríamos, pero de vacaciones dos semanas para visitar a la familia y otra vez volver", concluyeron.