Robótica: un “juguete” para inspirar a futuros ingenieros
La cantidad de ingenieros disminuye tanto en Argentina como en el mundo. Robots para niños, la clave para fomentar el gusto por la Ingeniería.
Por Mauricio Argenti
La alfabetización de hoy está muy relacionada con el mundo digital, incluso, desde la primera infancia.
En ese contexto, en los últimos años, la robótica alcanzó niveles de penetración en la vida cotidiana a tal punto que su utilización comienza en los primeros años y continúa a lo largo de la vida.
La posibilidad de dominar esta tecnología permite que los niños empiecen a pensar de manera lógica y ordenada incorporando elementos de programación de relativa complejidad.
Sin dudas que esto es el primer paso para estimular la creatividad apuntada hacia el desarrollo del método científico como pilar para la formación de nuevos ingenieros, tan necesarios para el desarrollo productivo del país. Es que a partir de la robótica, lógica, la física y la programación se combinan con la resolución de problemas.
De esa manera lo entendieron desde la Facultad Regional San Francisco de la UTN donde culminó la primera etapa del curso de Robótica para niños, pensado precisamente para que participen pequeños que concurren a quinto y sexto grado de escuelas primarias de la ciudad que luego puedan ser parte de la población universitaria de la facultad en la ciudad.
La capacitación estuvo a cargo de los profesores Betina Bournissent, Alejo Casas, Gonzalo Cervetti, José Druetta, Jésica Rosso, Lorenzo Depetris, Bruno Chiabrando y como director del curso Leonardo Anchino.
Con cartón, madera y pilas, culminó un
curso donde los niños aprendieron a armar su primer robot.
En esta primera experiencia participaron 40 chicos en edad escolar, que lograron vencer sus temores iniciales que mostraban en el primer encuentro lo que les permitió incorporar conocimientos, absorberlos con mucha rapidez y traducir ese aprendizaje en la construcción de "su" primer robot.
Cartón, madera y pegamento fueron las materias primas usadas para dar forma a su ingenio. Una vez que contaban con el diseño inicial llegó el momento de "darle vida" a la criatura colocándole un motor, y portapilas que lo dotaban de movimiento.
"¡Mi robot camina!"
El momento en que el robot comenzaba a moverse fue mágico. Los rostros de los pequeños, satisfechos por el logro alcanzado, era de un gran orgullo y así lo expresaron en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Con 11 años, Facundo Finetti, quien concurre a sexto grado de la Escuela Fasta Jesús de la Misericordia, lucía orgulloso su robot mientras destacaba su alegría porque "luego de este curso pude hacer mi robot. Es algo que logré hacer y estoy muy contento. ¡Mi robot camina! y para mí es muy bueno. Nunca imaginé algo así".
A su lado se encontraba Mateo Piacentini, de 10 años, de quinto grado de la Escuela Marina María Magdalena Fava de Esteban, que estaba "muy emocionado" con su creación porque "quería hacer algo relacionado con la robótica y esto es un comienzo. Cuando termine la escuela primaria voy a ir a la "escuela del trabajo" (Ipet Nº 50 Ing. Emilio F. Olmos) y después voy a estudiar Ingeniería Electrónica en la UTN".
Juan Cruz Carle tenía un brillo en sus ojos mientras observaba su robot. Desde un principio se mostró muy interesado en aprender todos los contenidos del curso que le permitieron concretar su primera criatura.
Aprender jugando, en la UTN.
Con 11 años, cursa sexto grado del Colegio Hermanos Maristas y explicó que "pude hacer un robot que utiliza la fuerza de su motor para mover las poleas y hace que pueda caminar, subir y bajar".
Con mucha seguridad dijo que cuando termine el secundario "voy a estudiar Ingeniería en Sistemas de Computación y por supuesto Robótica" para lo cual seguramente este puntapié inicial en la disciplina le servirá como gran incentivo.
Estudios demuestran que el contacto con robots a temprana edad fomenta la confianza en las propias habilidades
"Generar un semillero de futuros ingenieros"
Leonardo Anchino, uno de los docentes encargados en trabajar con los niños en el curso de robótica resaltó la importancia de esta actividad como "una manera de interesar a los chicos para que empiecen a pensar en la Ingeniería como una carrera de amplia salida laboral".
"La idea es generar un semillero de futuros ingenieros. De ahí los chicos podrán interesarse o no por la Ingeniería, lo cierto es que con estas actividades se busca aumentar la cantidad de personas que elijan las ingenierías como carrera universitaria y de esa manera se logre revertir la tasa de profesionales que año tras año se reciben en las facultades".
La resolución de problemas es la base de todo buen ingeniero y para ello este tipo de cursos destinado para los pequeños es el puntapié inicial que les permitirá contar con las herramientas necesarias para avanzar en su formación futura.
Dictarán segundo nivel
"En este curso les dimos los materiales, la formación y por supuesto se les planteó un desafío. Es el mecanismo ideal para sembrar la semilla que busca que luego los niños se decidan a estudiar Ingeniería -siguió Achino-. En todo este tiempo los vimos muy entusiasmados y con ideas bastante buenas".
El éxito del resultado hizo que los organizadores piensen en llevar a cabo una segunda edición del curso -aunque aún no hay fecha confirmada- para aquellos niños que aún no pasaron por esta experiencia y un segundo nivel para los que concluyeron con esta primera etapa de formación en robótica.