Reivindicación inconveniente
Lo que dejó el último 24 de marzo en nuestro país, en la editorial de hoy de nuestro diario.
La discusión por el sangriento pasado de hace 40 años se renueva cada 24 de marzo. Quizás éste último aniversario del golpe militar que instauró la dictadura en el país fue uno de los más "calientes" en este aspecto. La presencia en el gobierno nacional de dirigentes de agrupaciones políticas que en su mayoría no tienen militantes que hayan intervenido en la guerrilla que actuó en el país antes del terrorismo de Estado puede ser uno de los elementos centrales de este retorno de las polémicas y los antagonismos que a nada conducen.
El hecho es que, por primera vez públicamente desde el regreso de la democracia, varias organizaciones de derechos humanos se atrevieron a reivindicar el accionar de las organizaciones armadas que, abrazando ideologías extremas, creyeron que la violencia era el método para resolver las injusticias sociales y pusieron la semilla para que el país ingresase en una espiral de muerte y de intolerancia que todavía hoy tienen alguna persistencia.
Textualmente, uno de los párrafos del documento leído en el acto convocado por algunos entes que se dicen defensores de los derechos humanos para recordar el 24 de marzo, dice así: "En esta Plaza, recordamos las luchas en los ingenios azucareros, las Ligas Agrarias, el Cordobazo, el Rosariazo y las comisiones internas en las fábricas, el movimiento sindical, estudiantil y popular, la militancia en las organizaciones del Peronismo Revolucionario: UES, Montoneros, FAP, Sacerdotes por el Tercer Mundo y FAL; la tradición guevarista del PRT, Ejército Revolucionario del Pueblo; y las tradiciones socialistas y comunistas, Partido Comunista, Vanguardia Comunista, PCR y PST; y tantos espacios en los que miles de compañeros y compañeros lucharon por una Patria justa, libre y solidaria."
Se trata de una reivindicación de la lucha armada que es inconveniente y, en determinada circunstancia política, hasta riesgosa para las instituciones de la República. Hasta este último 24 de marzo ningún documento público expresaba casi hasta orgullo por los grupos guerrilleros. Es posible que los miles de manifestantes que participaron de las movilizaciones por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia no compartan esta visión provista de un anacronismo que alarma. Pero no es menos cierto que fueron muchos los dirigentes de grupos políticos y sociales que suscribieron este texto y que insisten en negar la responsabilidad de las organizaciones armadas en aquellos tiempos agitados.
En una reciente columna de un conocido periodista porteño se citó al pensador francés de origen búlgaro Tzvetan Todorov, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Socialespor representar "el compromiso con los ideales de libertad, igualdad, integración y justicia". Analizador de las causas profundas de los fenómenos sociales, Todorov escribió que "una sociedad necesita conocer la historia, no solamente tener memoria".
La pretensión de sesgar el relato histórico es perjudicial y nefasto si se busca atisbar con optimismo el futuro. Porque es verdad que la violencia de la guerrilla no es equiparable a los crímenes del terrorismo de Estado. Sin embargo, la necedad y el fanatismo procuran imponer la visión de que las organizaciones guerrilleras no tuvieron ninguna responsabilidad en la violencia desatada en aquellos tristes momentos de la Patria.