Refugiados: necesidad de un pacto global
A fines de 2018 había 70,8 millones de personas desplazadas en el mundo debido a guerras o persecuciones. La resistencia de naciones poderosas y el confinamiento de problemas regionales en áreas marginales de la política mundial conspiran para alcanzar un acuerdo global en esta materia. Un pacto que se torna imprescindible para afrontar una problemática que ha ido en constante aumento.
A fines de 2018 había 70,8 millones de personas desplazadas en el
mundo debido a guerras o persecuciones, un récord que no refleja la amplitud
del éxodo venezolano, ya que solo una minoría pide asilo, anunció la ONU el miércoles.
Es una cifra enorme. Basta señalar que supera casi un 40 % al total de la población de la Argentina y es más que, por ejemplo, la cantidad de habitantes de un país muy poblado como Tailandia.
El informe anual de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que 2018 fue marcado por el fuerte aumento del desplazamiento interno en Etiopía y por un aumento en las solicitudes de asilo presentadas por los que huyen de la grave crisis política y económica de Venezuela.
El conflicto sirio ha seguido produciendo un gran número de refugiados y desplazados, y la violencia en Nigeria también ha sido una fuente importante de desplazamientos.
De esta cifra, más de 25,9 millones de personas se encuentran hoy en condición de refugiados, es decir, personas desarraigadas por las guerras, la violencia y la persecución política o étnica. Seres humanos que viven uno de los dramas más acuciantes de este tiempo, cuya repercusión internacional es harto visible y exige que se establezca por fin un acuerdo global para hacerle frente.
El desplazamiento de personas de sus lugares de origen viene creciendo exponencialmente en los últimos años. En 2017 se estableció que cada dos segundos alguien debía dejar, de manera obligada, su lugar de residencia. En 2018, la cifra ha continuado en aumento y seguramente crecerá este año puesto que continúan agudizándose los fenómenos políticos, bélicos o económicos que las provocan. Entonces, se continuará hablando de las caravanas de migrantes centroamericanos, de la salida desesperada de los venezolanos, de los africanos que escapan de la hambruna y arriesgan su vida en el Mediterráneo o de los conflictos en Siria y Yemen que continúan obligando a la gente a irse.
Las nuevas tendencias políticas que han comenzado a gobernar algunos países del globo pondrán más reparos a la recepción de refugiados en los países desarrollados. Como tienen voz más potente, son estas naciones las que marcan la tendencia en esta materia. Pero no se tiene en cuenta que la Acnur detectó que es, al menos, errónea esta noción de que los desplazados del mundo buscan principalmente a los países con más alto nivel de vida. El informe demuestra que el 85% de los refugiados se encuentra en países en desarrollo, muchos de los cuales son extremadamente pobres y apenas reciben ayuda para atender a estas personas. En este marco, cuatro de cada cinco refugiados se queda en los países vecinos al suyo. También merece destacarse que casi dos tercios de quienes se ven forzados a huir son desplazados internos que no han salido de sus propios países.
Al mismo tiempo, el informe consigna que una quinta parte de los refugiados proviene de Palestina, mientras que otros dos tercios proceden de tan solo cinco países: Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Myanmar y Somalia. Por lógica, si se diese el fin del conflicto en cualquiera de estos países el impacto sería muy significativo en el panorama de los refugiados en el mundo. En total, el 63% de todos los refugiados bajo el mandato de Acnur se encontraban en sólo 10 países.
Sin embargo, las soluciones para abordar el problema de los refugiados o desplazados no han surtido efecto. O porque fueron equivocadas o bien porque ni siquiera se contemplaron. La resistencia de naciones poderosas y el confinamiento de problemas regionales en áreas marginales de la política mundial conspiran para alcanzar un acuerdo global en esta materia. Un pacto que se torna imprescindible para afrontar una problemática que ha ido en constante aumento.