Reclamo de acción política
Esta situación es recurrente. Ha sucedido con todos los gobiernos -en mayor o en menor medida- durante el último cuarto de siglo. Si no se recupera la confianza, cualquier política monetaria se derrumba como castillo de naipes.
La economía de nuestro país vive otra de sus habituales zozobras. El valor del peso se ha desplomado en pocos días, incluso en horas, sin que nadie acierte a encontrar una respuesta que brinde calma desde el poder. Los números son elocuentes: no se ha encontrado la manera de vencer el declive y los bolsillos de los argentinos adelgazan de manera vertiginosa frente a la devaluación y a la inflación creciente.
Se desarchivan las imágenes almacenadas en la memoria colectiva de nuestra sociedad. Así, las fotos con las pizarras de color rojo con las cotizaciones y las caras estupefactas de los transeúntes volvieron a dominar las páginas de los diarios. Al mismo tiempo, las declaraciones voluntaristas de algunos funcionarios agregan más confusión. Aquello de que "les hablo con el corazón y me responden con el bolsillo" pareció retornar con fuerza.
Se repite con fuerza que se ha perdido la confianza, aquel valor intangible que posee mucha más importancia que otras variables medibles en la economía. Esta situación es recurrente. Ha sucedido con todos los gobiernos -en mayor o en menor medida- durante el último cuarto de siglo. Recuperar la confianza es una tarea que puede costar mucho esfuerzo. Sin ella, cualquier política monetaria se derrumba como castillo de naipes. Vaya si la historia argentina registra antecedentes en este aspecto.
Por ello, sin una política monetaria coherente no se puede generar confianza. Mucho más cuando aquella se torna errática y termina disponiendo tasas de interés disparatadas, inexistentes en el mundo. Ha llegado al 60%. Muy lejos le sigue Surinam con el 25%, mientras que en Turquía, país al que se adjudica responsabilidad en la actual crisis financiera internacional, "apenas" es del 18%. Ni qué decir si se compara con las otras economías de Latinoamérica: Brasil, 6,50%; México, 7,75%; y Colombia, 4,25%. Incluso en Venezuela, donde el caos reina, la tasa es del 21%, según publicaron medios internacionales cuando comentaban la actual crisis.
En este contexto, el panorama requiere de acción política firme. Gestos y declaraciones contradictorias como fotografías presidenciales con empresarios ligados a las investigaciones judiciales por hechos graves de corrupción, anuncios de concreciones no concretadas todavía y contrapuntos en declaraciones de funcionarios poco ayudan a calmar las aguas. Y la oposición no puede, como siempre ha ocurrido, esperar a que todo se caiga para aprovechar el momento. La debilidad de la economía argentina es la debilidad de un país devastado por la impericia de buena parte de su dirigencia política, empresarial y gremial. Será difícil revertir la cuesta sin respuestas políticas urgentes que reviertan la desconfianza, incluyan una visión estratégica, involucren a todos los sectores y encuentren el modo de recomponer el deterioro social y cultural.