Qué pasa en el cuerpo y la mente cuando nos hacemos “mala sangre”
En tiempos difíciles y de crisis es común que muchos de nosotros estemos predispuestos a "hacernos mala sangre". Problemas económicos, laborales o familiares hacen que vivamos en continuo estrés y a esto se suman noticias que generan temor, preocupación y desánimo.
¿Qué es hacerse mala sangre?, ¿Qué causa eso en nuestra salud física y mental?, ¿Cómo dejar de
lado las preocupaciones y vivir una vida plena?.
La licenciada en Psicología, Luciana Paschiero (MP-6549) definió a la "mala sangre" como hacerse problema por algo, molestarse, enfadarse, irritarse por las acciones de alguien o vivir atormentado por algo. "La mala sangre no es una emoción, sino que es producto de cómo se conducen las emociones, de acuerdo con lo que se entiende que la vida es. Frecuentemente o cada tanto se pegan las ideas amargas se fijan los ojos en lo trágico o lo que funciona mal, se mastican broncas y la mala sangre hace lo suyo quitándole oxigeno a la vida", dijo.
Aclaró que es "importante distinguir que mala sangre no es tristeza, ni es bronca, ni es angustia, sino que es un combo rumiante de emociones, las que intoxican porque no salen de sí mismas hacia una acción reparadora".
Paschiero aseguró que puede ocurrir que quien cree que el mundo debería ser de una manera y se pelea contra la realidad "tiene más posibilidades de hacerse mala sangre que la persona que a partir de aceptar las cosas como son, genera actitudes y conductas para mejorar la situación".
Consecuencias físicas y emocionales
Hacerse "mala sangre" puede provocar que nuestro organismo colapse presentando malestar y enfermedades. La licenciada Paschiero recordó que no todas las personas reaccionan igual ante una misma situación, por lo tanto el hecho de que algunos enfermen y otros no dependerá de muchos factores, "como la historia previa de la persona, el ambiente en el que vive, sus vínculos, los amigos, los familiares, su trabajo, su situación económica, su desarrollo espiritual, entre otras". Afirmó que todas las situaciones que la realidad va presentando y la manera en que la persona afronta los problemas, pueden causar que se produzcan consecuencias físicas o emocionales relacionadas con el estrés continuo.
Cómo no enfermarse
Lo importante es no perder de vista lo fundamental, "ocuparse" en vez de "preocuparse", y buscar alternativas adoptando hábitos saludables para no enfermar.
La licenciada Pachiero dijo que afortunamente las consecuencias negativas de la mala sangre se pueden evitar con intervenciones adecuadas "tales como cambios en el estilo de vida, la manera en cómo nos tomamos las cosas, terapia y, en algunos casos, medicamentos", dijo Paschiero.
Remarcó que aún dando pequeños pasos, como salir a caminar diariamente, llevar una dieta saludable y dormir más, conectarse con la naturaleza, hacer mindfulnes o meditación, pueden ser de beneficio.
"Hay que recordar que es importante contactarse con un profesional autorizado, si los niveles de preocupaciones y malestares son elevados, si se mantienen por mucho tiempo o si los problemas que pudieran venir como resultado de estos afectan su vida cotidiana", recordó la licenciada Paschiero.
Lic. Luciana Paschiero
El peligro de no expresar emociones
Conocer y saber manejar las emociones es clave para tener una buena calidad de vida. Las emociones nos ayudan a identificar diferentes aspectos de las situaciones que vivimos, nos permiten conocernos mejor y a relacionarnos mejor con los demás.
Pero cuando no expresamos nuestras emociones o lo hacemos de una manera inadecuada, los problemas aumentan y la salud puede verse afectada seriamente.
"No expresar nuestas emociones, cualquiera de ellas, provoca en nuestro cuerpo, dolores y molestias de todo tipo, además de enfermedades físicas y mucho estrés", advirtió la psicóloga. Por eso remarcó que se debe entender que las emociones "son todas necesarias, que no existen emociones positivas o negativas. Que sentirse triste es necesario y enojarse también. Lo que podemos aprender es aquello que decía Aristóteles: 'Enfadarse es fácil, pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y el modo correcto, ciertamente esto no es tan fácil'".
Pachiero recordó que se "puede traducir la palabra enojo, por cualquier emoción: tristeza, ira, depresión, incluso miedo. Aprender a sentirlo de manera adecuada es aprender a vivir en equilibrio emocional, es decir, en 'homeostasis emocional', que al fin y al cabo es lo que nos da la vida".
Las señales
La licenciada Paschiero enumeró las consecuencias físicas más comunes:
* Taquicardia
* Aumento de la tensión arterial
* Hipersudoración
* Dilatación pupilar
* Temblores
* Excitación general
* Insomnio
* Sequedad de boca
Entre las psicológicas detalló:
* Inquietud
* Miedo difuso
* Desorganización del pensamiento
* Disminución del rendimiento intelectual
* Desorientación
* Atención dispersa
* Imposibilidad para relajarse
* Irritabilidad
* Respuestas desproporcionadas a la situación que está viviendo.