“Que la Justicia no tarde, llegue de una vez, y sea para siempre la pesadilla del culpable”
La Comisión Memoria, Verdad y Justicia de San Francisco difundió el comunicado que hubiera leído este martes al cumplirse un nuevo aniversario del último Golpe de Estado.
Este 24 de marzo no fue como los anteriores. La cuarentena impuesta por el Gobierno Nacional para intentar contener el avance del coronavirus hizo que no haya actos, ni marchas, ni discursos. Pero la voz de los que exigen Memoria, Verdad y Justicia se hizo escuchar de todas maneras.
Las expresiones se multiplicaron en las redes, en las ventanas, rejas y veredas, dejando en claro que el reclamo persiste más allá de las condiciones extraordinarias de este aniversario del Golpe de Estado que inició la más cruenta Dictadura de la historia argentina. La Comisión local no pudo realizar el acto tradicional, pero sí difundió un comunicado que aquí reproducimos:
"La historia se cuenta con números, se escribe sobre cuerpos, se vive en las calles. Por eso salimos,
para conmemorar una fecha, para recordar a los ausentes, para defender lo conseguido, para frenar
a quienes quieren arrasarnos. Porque somos los hijos de la violencia y los hermanos del dolor
estamos acá, pariendo un futuro.
Hay números que hacen a la Historia, que nos relatan, que nos representan. Son números que son
fechas: 25 de Mayo, 9 de Julio, 1 de Mayo, 17 de Octubre, 10 de Diciembre.
Entre ellos surge, con
identidad propia, el 24 de Marzo de 1976. No hay otra fecha tan central, no hay otro día que sintetice
con mayor contundencia el devenir de nuestro país como tal. Es, el 24 de Marzo, la conclusión feroz
de todo lo pretérito y es, también, el origen de lo que vendría.
Porque fue el 24 de Marzo el momento en el cual un grupo de genocidas se hizo del Gobierno de la
Argentina, para ejecutar un plan destinado a quebrarle la espalda a un pueblo entero, para
beneficiar a un grupo de corporaciones.
Un plan sistemático pensado por intelectuales, financiado
por el establishment, bendecido por un sector de la iglesia y ejecutado por las fuerzas armadas de
la Nación. La represión fue salvaje pero no indiscriminada. Fueron eliminados y eliminadas los y las
mejores. No hubo inconducta en el accionar de aquellos que deberían haber sido responsables de
proteger al país y a su gente, sino todo lo contrario.
Desde el mismo momento en que se facultó a
los militares a proceder al aniquilamiento de las diferentes agrupaciones populares, se habilitó la
ejecución de un plan que funcionó de manera coordinada entre las diferentes armas, tanto en el
territorio nacional, como a nivel del Cono Sur, mediante el Plan Cóndor, un plan de sometimiento
continental que se repite en la actualidad, cuando mediante el Lawfare y el manejo de los medios
de comunicación se imponen Gobiernos de derecha más o menos legales pero siempre ilegítimos,
como son los casos de Brasil o Paraguay, o sostenidos por la represión y el blindaje mediático en
Chile.
Cuando todo esto ha fallado, los grupos concentrados de poder han recurrido al burdo y
tradicional Golpe de Estado, como el ocurrido en Bolivia. Es por eso que no damos vuelta la página,
sino que la dejamos marcada para saber cuál es nuestra referencia, para entender de una vez y para
siempre que “La defensa de los Derechos Humanos no es la columna vertebral de un gobierno, sino
la columna vertebral de la República Argentina en su conjunto.” Si no actuamos en consecuencia, la
memoria de los treinta mil compañeros detenidos desaparecidos pasará a ser tan sólo una consigna
vacía.
Porque sostenemos esa cifra no aceptamos que se la rebaje.
Porque esa cifra que postulamos
expresa que, como dice Martín Kohan, “No sabemos exactamente cuántos fueron porque el Estado
Ilegal, que reprimió clandestinamente, no abre los archivos, no da la información de dónde están
los desaparecidos ni la información de dónde están los nietos secuestrados.” Aceptar otro número
es suprimir esa dimensión, es darle a la represión una legalidad que no tuvo, y que muchos
reivindican, sobre todo algunos integrantes del gobierno neoconservador encabezado por el
Gerente Mauricio Macri.
Decimos 30.000 porque es un número abierto, que representa la manera
en la que los Dictadores impusieron el terror sobre los cuerpos de sus víctimas, por medio de la
tortura física y mental, generando de esa manera incertidumbre acerca del destino próximo de cada
uno de nosotros, y porque sabemos que ese terror, esa violencia, se ejerció, especialmente, sobre
aquellos cuerpos que no respondían al canon determinado por la civilización occidental y cristiana,
fuera esa distinción referida a cuestiones políticas, religiosas, étnicas, o de orientación o disidencia
sexual.
Decimos 30.000 sabiendo que persisten, todavía hoy, las secuelas de la influencia de los
grupos de poder históricos, como la cúpula eclesiástica, la cual forzó a la CONADEP a borrar los
registros de los más de 400 compañeros y compañeras desaparecidos debido a su orientación
sexual.
Fueron esos 30.000 los cuerpos que la Dictadura consideró necesario eliminar para vulnerar la
resistencia que el Pueblo le opondría a un plan económico destinado a destruir el aparato
productivo nacional, y restaurar un país agroexportador y financiero, en beneficio de unos pocos.
Lo que los genocidas lograron mediante la violencia y el terror fue replicado mediante la estafa de
un gobierno que llegó al poder diciéndose nacional y popular en los noventas. Hace poco más de
cuatro años se repitió la situación, cuando el neoliberalismo alcanzó el triunfo electoral bajo la
máscara de una fiesta con aires de estudiantina frívola, que instaló a un grupo de CEO’s que se
dedicaron a ejecutar un plan de negocios personales y de clase, con los resultados que tenemos a
la vista. La Dictadura fue derrotada por sus propios errores, empujada al vacío por la Guerra criminal
de Malvinas y por la movilización popular. La misma movilización popular que marcó el destino del
ciclo conservador en 2001, que huyó dejando un caos de represión, con muertos en las calles y con
la mitad de los argentinos bajo la línea de pobreza.
El último ciclo neoliberal abarcó tan solo un
período presidencial, y fue derrotado en las urnas por la unión de todo el campo popular. Cada uno
de estos experimentos conservadores dejó como legado el empobrecimiento del pueblo, la
búsqueda de la eliminación del sujeto colectivo y una deuda financiera insostenible. Cada uno de
estos ciclos tuvo un corolario de cuerpos mutilados, vejados, asesinados, desaparecidos. Cuerpos
que exigen Memoria, Verdad y Justicia. Desde los Mártires de Trelew hasta Santiago Maldonado y
Rafael Nahuel, pasando por los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos. No son números, son
nombres que nos marcan el camino a seguir.
Hemos crecido como pueblo, hemos madurado como Nación. Estamos transitando un tiempo de
esperanza, un tiempo en el que los Derechos Humanos son el eje de la política de un Estado. La
presencia de un grupo de Nietos Recuperados en altos puestos de gestión en el Gobierno Nacional
y la reapertura del mismo hacia los diferentes Organismos marcan un rumbo posible.
Tenemos, a partir de ahora, la responsabilidad de mantener esa unidad, de seguir en las calles, de
terminar de saldar las deudas que tiene nuestra Democracia. Y debemos hacerlo como sujetos
activos y militantes.
Es por eso que pedimos que se continúen los juicios por delitos de lesa humanidad, se dicten las sentencias y se restablezcan las
prisiones efectivas y en cárcel común a los genocidas.
Se revoquen las prisiones domiciliarias, las cuales son constantemente incumplidas por los
condenados.
Se conozca el destino de los detenidos desaparecidos.
Se determine la identidad de los nietos apropiados y se continúe con su búsqueda.
Se investiguen las desapariciones ocurridas en Democracia.
El nombre de Julio López no puede ser
tan sólo una anécdota.
Se investigue la gestión del gobierno encabezado por el Gerente Mauricio Macri y de la ex Ministra
de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, especialmente en lo referido a su responsabilidad en los
hechos que terminaron con la muerte de militantes sociales y su participación en el encubrimiento
de esos crímenes.
Se investigue el origen y el destino de los miles de millones de dólares tomados como deuda
soberana, y quiénes se han beneficiado con ese hecho.
Que el Nunca Más al endeudamiento
insostenible sea una realidad y no solamente una secuencia de palabras de ocasión.
Se restablezcan y se ejecuten los presupuestos asignados para la creación y el mantenimiento de
Sitios y Archivos de Memoria, así como los fondos destinados al funcionamiento del Equipo
Argentino de Antropología Forense. Los Derechos Humanos no son un curro, son una Política de
Estado.
Se aclare la situación de los dirigentes detenidos, y se proceda a la liberación inmediata de los presos
políticos.
Se eliminen los bolsones de autoritarismo que todavía persisten, y que son inadmisibles en un
Estado de Derecho. No podemos tolerar que se justifiquen conductas como los fusilamientos de
personas por parte de miembros de las fuerzas de seguridad, o que se destinen efectivos de las
mismas a vigilar e identificar a los y las participantes de las diferentes movilizaciones, asambleas y
encuentros populares.
Se desarrollen políticas orientadas a garantizar los derechos humanos de aquellos colectivos que,
aún hoy, sufren persecución por parte de las fuerzas de seguridad, debido a su orientación sexual e
identidad de género.
Se refute la teoría de los dos demonios. No fue una guerra. Se buscó el exterminio sistemático de
un grupo de dirigentes y militantes sociales, desde el Estado, apelando al terror. Fue un Genocidio.
Se reafirme el camino iniciado en diciembre de 2019, en cuanto a la consagración de los Derechos
Humanos de aquellos que no fueron respetados en su condición de sujetos de derecho, incluyendo
a los pueblos originarios, las mujeres y las disidencias sexuales; y que esa política sea replicada en
todos los niveles, incluyendo a los Gobiernos provinciales y municipales.
Estaremos, entonces, en las calles.
Controlando.
Reclamando.
Exigiendo.
Porque es la memoria nuestro destino, en una tierra de fiesta y dolor.
Porque la verdad es una, y no hay negación que se sostenga en el tiempo.
Para que la Justicia no tarde, llegue de una vez, y sea, para siempre, la pesadilla del culpable".