Público en los estadios: nuevo desafío
Este deporte se nutre también del espectáculo que brindan las tribunas. El color del fútbol se revitalizará. No obstante, el retorno supone desafíos mayúsculos para la dirigencia política y deportiva. El primero, sanitario.
Tras más de un año y medio con estadios vacíos en el fútbol argentino, este fin de semana se dio el regreso del público a las canchas. La medida, anunciada por el ministro de Turismo y Deporte, prevé que quienes concurran a las canchas tendrán que acreditar haber recibido al menos una dosis de la vacuna contra el Covid 19.
Al mismo tiempo, se ratificó que para este primer fin de semana el aforo será del 50%, con el objetivo de ir ampliándolo: "La idea es, a medida que la situación sanitaria vaya mejorando como lo está haciendo, ir incrementando ese aforo, pero en principio el 50% está bien porque nos permite dar un paso a la normalidad, pero sin que haya grandes aglomeraciones", explicó el titular de la citada cartera, Matías Lammens.
La decisión es celebrada por la afición futbolística, en virtud de que este deporte se nutre también del espectáculo que brindan las tribunas. Aunque no estarán colmadas debido a los aforos parciales determinados, el color del fútbol se revitalizará. No obstante, el retorno del público supone desafíos mayúsculos para la dirigencia política y deportiva. El primero, sanitario. Por más que las flexibilizaciones se hayan generalizado, existe la posibilidad de que crezcan nuevamente los contagios. Ante ello, las medidas preventivas deberán extremarse. Y surgen, entonces, varias dudas acerca de la capacidad de control de los requisitos para ingresar y del modo cómo se evitarán las aglomeraciones que siempre ocurren en los estadios.
Existe además otro reto, quizás todavía más complicado de afrontar. A medida que venía planteando la posibilidad de que la gente vuelva a las canchas, comenzaron a conocer episodios desgraciados de enfrentamientos, algunos muy graves, entre facciones de los barrabravas de algunos clubes. El ocurrido en pleno centro de Avellaneda con los parciales de Independiente, que incluyó disparos de armas de fuego, es el botón de muestra de una situación que para nada ha sido corregida.
Sobrevuela la amenaza de que la violencia enquistada en el fútbol retorne también. Que vuelvan los desmanes en ocasión de los eventos deportivos, vinculado al accionar de barras amparados por la dirigencia y relacionados a la delincuencia más peligrosa. En este punto, parece que no se aprovechó este largo período de tribunas vacías para que las autoridades del fútbol y de los distintos gobiernos pudiesen articular acciones destinadas a terminar con este flagelo.
En 2009, paradójicamente siendo ministro de Seguridad de la Nación Aníbal Fernández, quien hoy ocupa el mismo cargo, se decidió que habría derecho de admisión en los estadios y que los barras que hubiesen protagonizado actos de violencia o cometido delitos estarían impedidos de ingresar a las canchas. En verdad, algunos personajes nefastos líderes de facciones de hinchadas no pueden hacerlo todavía, aunque mantienen la férrea conducción de los "negocios" y birlan la vigilancia en los estadios apenas se da la ocasión.
Lo cierto es que esta medida de cumplimiento irregular en más de una década no resultó suficiente para terminar con el flagelo de la violencia en el fútbol. Prosiguió el amparo a los delincuentes que se disfrazan de barras. Y también continuaron los ajustes de cuentas entre bandas opositoras que -contradictoriamente- comparten el "amor" por una misma camiseta, las agresiones permanentes contra las hinchadas rivales y la participación de algunos sectores como grupos de choque de organizaciones políticas o gremiales.
Así las cosas, se perdió todo el tiempo de la pandemia para encontrar nuevos antídotos frente al accionar de los barrabravas. En definitiva, las tribunas volverán a poblarse. ¿Lo harán también las páginas de los diarios con crónicas de violencia, vandalismo y muerte?