Prudencia bajo el sol como prevención del cáncer de piel
El cáncer de piel es la forma de cáncer más común en el ser humano, y la cantidad de nuevos casos se ha incrementado en forma alarmante en las últimas décadas, siendo la exposición a las radiaciones ultravioletas la causa más importante.
Por Ana Beatriz de Pablo (*)
El cáncer de piel es la forma de cáncer más común en el ser humano, y la cantidad de nuevos casos se ha incrementado en forma alarmante en las últimas décadas, siendo la exposición a las radiaciones ultravioletas la causa más importante. Estas radiaciones tienen un efecto acumulativo y causan daños irreversibles en la estructura de la piel, pudiendo padecerlas cualquier persona, pero en especial aquellos con piel y ojos claros; que siempre enrojecen y nunca se broncean; que se exponen o se expusieron al sol en forma excesiva; con historia de quemaduras solares importantes; con antecedentes familiares de cáncer de piel, o muchos lunares; que toman cama solar; y los inmunosuprimidos, como los trasplantados.
Sin embargo, en la mayoría de los casos el cáncer de piel es curable, y la educación sobre las medidas de prevención para evitar el daño y el control, así como el diagnóstico temprano, son las dos estrategias fundamentales para combatirlo. En ese sentido, son fundamentales las iniciativas como la Campaña Nacional de Prevención del Cáncer de Piel, organizada por la Sociedad Argentina de Dermatología hace 23 años. El Hospital Austral, por su parte, ha adherido desde su fundación a esta acción, de atención gratuita desde hace más de 10 años.
Podemos hablar de diez mandamientos para el cuidado de la piel del sol. Uno de los más importantes es evitar exponerse en los horarios próximos al mediodía, es decir, entre las 10 y las 16 horas. Ese rango horario la intensidad del sol y el daño son mayores. Si la sombra es corta, es un horario no conveniente para exponerse. Si es larga, el riesgo es menor, pero sigue existiendo. Además, hay que tener en cuenta otros factores de mayor riesgo, como la época del año - en verano lógicamente hay más riesgo -, la cercanía al Ecuador, altitud, y el reflejo del sol en la nieve, agua o arena.
En segundo lugar, es recomendable tener cerca la sombra de una construcción, un árbol, una sombrilla o una carpa que bloquee de manera eficaz los rayos del sol. Se recomienda además utilizar camisas de manga larga, con cuello, pantalones largos y sombreros de ala ancha (8 centímetros). También se sugiere el uso de anteojos oscuros y de calidad reconocida, que bloqueen rayos UVA y UVB.
Otro punto fundamental es la utilización de protector solar, recurriendo a las marcas reconocidas y respetando su fecha de vencimiento. Es importante que cubran RUVA y UVB con un factor de protección solar (FPS) no menor a 30, y que aplicarlo unos 20 minutos antes de exponerse al sol, con la piel seca y cubriendo todas las zonas descubiertas. Hay que usar el mismo nivel de protección en todo el cuerpo, en cantidad abundante, y volver a aplicarlo cada 2 o 3 horas. Si se transpira mucho o se está dentro del agua, también hay que reaplicar, aún si el producto es resistente al agua. Tampoco hay que reducir el nivel de protección a lo largo de los días: el bronceado evita la sensación de quemazón, pero no los efectos negativos a largo plazo.
En cuanto a cantidades, debe aplicarse una cucharada de té de protector solar para toda la cara y la cabeza, otra cucharada para todo el brazo, antebrazo y mano, dos cucharadas para el muslo, pierna y pie, dos cucharadas en el pecho y abdomen y finalmente otras dos para toda la espalda. Con 11 cucharadas para todo el cuerpo obtendremos el nivel de protección estipulado en el envase.
Después de estar al sol, hay que humectar la piel, ya que se seca por la transpiración, el viento, la arena y el calor. Es conveniente utilizar alguna emulsión para devolverle la elasticidad natural.
Por otro lado, algunos medicamentos pueden producir rojez y quemaduras solares severas cuando se los ingiere y se está expuesto al sol. Es recomendable consultar a un médico por este tema.
Los menores de 2 años deben ser protegidos especialmente con sombra y respetando los horarios seguros. En mayores de 6 meses se pueden utilizar en pequeñas zonas los protectores solares que contienen sólo sustancias de acción física, ya que la absorción de sustancias químicas a través de una piel muy fina podría generar inconvenientes, mientras que en los menores de 6 meses no se debe usar ningún protector solar.
Las camas solares emiten RUVA que producen un rápido bronceado, pero que son nocivos para la salud de la piel. Las camas solares pueden provocar cáncer de piel y su uso está cuestionado, regulado por ley y hasta prohibido en muchos países. La Organización Mundial de la Salud las incluyó dentro del grupo de sustancias cancerígenas junto al arsénico y al tabaco, por lo que no se debe "preparar" la piel para el verano con camas solares.
Ninguna recomendación es suficiente si se tiene exposiciones de largas horas al sol, aun respetando los consejos de protección.
(*) Profesora de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y médica dermatóloga del Hospital Universitario Austral.