Preservación de monumentos en la ciudad
No hay futuro sin reconocimiento del pasado. Aquel tiempo es el que enseña y orienta el camino de las nuevas generaciones. Conservar edificios y monumentos es una tarea que no puede ingresar en largos paréntesis.
Una recorrida por las calles de la
ciudad, especialmente las céntricas, permite observar que San Francisco es una
ciudad que procura ser prolija en materia de diseño urbanístico, aun cuando
numerosas situaciones se interpongan en este objetivo. Dentro de este contexto,
la preservación de los monumentos y edificios históricos o más representativos
juega un rol central, puesto ayuda a la conservación de la memoria colectiva y
brinda la posibilidad de recrear los valores culturales que hacen a nuestra
identidad.
Aclarado este punto, se puede afirmar que algunos monumentos de la ciudad requieren un trabajo de restauración o de "lavado de cara". Un ejemplo de ello es el que recuerda al fundador José Bernardo Iturraspe, ubicado en el área central de la plaza Vélez Sarsfield, rodeado por ambas manos de la avenida del Libertador Norte. Una observación detenida arroja la idea de que es necesario llevar adelante trabajos que le quiten la suciedad, así como algunos sectores de algo parecido al musgo que se extiende en su superficie.
Pensamos que esta tarea no sería tan onerosa para las arcas municipales y que, de decidirse, en pocos días el monumento podría lucir renovado y espléndido. A la vez que se cumpliría con la obligación de preservar los bienes del patrimonio urbano, se renovaría el homenaje al fundador cuyos restos reposan debajo mismo de la escultura que hoy es uno de los símbolos que identifican a San Francisco.
Lo mismo debiera ocurrir con otras estatuas e inmuebles representativos de la historia y la cultura sanfrancisqueñas. Hay ordenanzas que así lo exigen. Que establecen la obligatoriedad de poner en valor los sitios más representativos, algunos de los cuales pasan inadvertidos incluso para los vecinos, pese a que una ordenanza del año 2005 establece que las autoridades locales deben proceder a distinguir los inmuebles y sitios con una leyenda que fundamente su origen y su importancia en la historia ciudadana. Al mismo tiempo, esa norma legal invitaba a la conservación del patrimonio cultural y arquitectónico, como parte de los bienes de la comunidad.
Este llamado a la acción va de la mano con la necesidad de concientizar sobre la preservación de la memoria ciudadana. A veces la comunidad no se percata de la importancia que tienen algunos monumentos y el significado que poseen. Sin embargo, todos forman parte de un patrimonio que es necesario conservar y recuperar. Porque son signos tangibles de nuestra historia y de nuestra cultura. Porque sirven como elemento aglutinador del respeto a las tradiciones y a la identidad propia.
No hay futuro sin reconocimiento del pasado. Aquel tiempo es el que enseña y orienta el camino de las nuevas generaciones. Conservar edificios y monumentos es una tarea que no puede ingresar en largos paréntesis.