Preceptores: vínculos y confianza para sostener a los estudiantes
Este 19 de septiembre celebran su día en un marco de fortalecimiento de un rol central en la escuela de hoy.
La incidencia de la pandemia en el ámbito de la educación es mirada con pesimismo en todo el mundo. Se reflexiona sobre la pérdida de aprendizajes, en especial en los sectores más vulnerables, en que el abandono escolar se acrecentó y, con ello, se podría verificar una mayor exclusión que impactará en los años venideros.
Sin embargo, al mismo tiempo, los largos meses de enseñanza remota determinada por la emergencia sanitaria han revalorizado la imagen de la escuela y de los docentes y resignificado algunos roles fundamentales para el acompañamiento de los estudiantes. En la escuela secundaria, la figura del preceptor cobró una dimensión notable en la construcción y sostenimiento del vínculo pedagógico y la relación con las familias. Así, aquel trabajo en el que lo administrativo, el registro de la asistencia, el control de la disciplina y la aplicación de sanciones parecían tener preeminencia, se reconvirtió en una misión de acompañamiento permanente.
El sistema educativo se vio interpelado por la realidad de la no presencialidad en las aulas. En ese contexto difícil y traumático, fue el preceptor el encargado principal de "tejer" relaciones y de custodiar el vínculo pedagógico, haciendo de puente amigable entre los distintos actores del proceso de enseñanza - aprendizaje. El virus nos encerró en los hogares. Fue así que la confianza, la cercanía, los contactos frecuentes y la contención fueron en los ejes de la tarea de su labor en todos los colegios secundarios.
Por ello, al celebrarse este domingo el Día del Preceptor, se impone volver la mirada hacia quienes desarrollan esta función vital para que la escuela se haya mantenido viva durante la extensa cuarentena. Porque, también en estos pasados dramáticos meses de escuela remota, los preceptores fortalecieron la entrañable imagen de ese docente especial que recorre los patios y las aulas de los colegios, que conoce y reconoce a cada joven, lo escucha, lo ayuda, lo aconseja y lo alienta.
"En mi familia tenemos solo un celular, así que no me voy a poder conectar".
"Acá va el trabajo".
"Cortaron la luz".
"No tengo más datos en el teléfono".
"Papá está internado con el virus".
"Ahora están en clase mis hermanos, por eso dígale a la profe que no puedo estar".
"¿Sabés cuándo volvemos a la escuela?".
"¿Qué burbuja me toca?"
Mensajes como éstos, y cientos otros que planteaban lo excepcional de las circunstancias que se vivieron, explotaron en los teléfonos de los preceptores durante un largo año y medio. El desafío fue mayúsculo. Con paciencia, pero con convicción fueron resolviendo cada uno de los interrogantes, comunicándose con los padres, alentando a los alumnos a mantener el vínculo con la escuela y haciendo bien estrecha la cercanía con las familias.
Silvina Balkenende y Rosa Federico, preceptoras en la Escuela Normal. (Marcelo Suppo)
Vínculo fortalecido
Silvina Balkenende y Rosa Federico son preceptoras en la Escuela Normal Dr. Nicolás Avellaneda. Ambas confirmaron que "con la pandemia, el vínculo con la familia se fortaleció". Señalaron que "teníamos un grupo de whatsapp donde estaban los padres y los estudiantes". Mantuvieron así el lazo, se contactaron cada vez que algún estudiante presentaba problemas y orientaron además en la resolución de los trabajos o en su presentación.
Ambas reafirmaron que la relación con las familias y los chicos "fue mucho más emocional", porque "fue muy duro para nosotras, pero también para los estudiantes este período virtual: las dudas eran permanentes. Hicimos un seguimiento personalizado de muchos chicos para que se adaptaran a las nuevas condiciones de enseñanza remota. Además, los padres no estaban en el hogar, se encontraban trabajando. Sobre todo, en primer año fue traumático. Arribaron a un secundario en el que el sistema es distinto a la primaria, los horarios, muchos profesores, etc. Entonces, si antes en la normalidad costaba la adaptación, en la pandemia mucho más. Por eso, el acompañamiento fue fundamental", sostuvieron.
Silvina y Rosa reafirmaron que en pandemia la relación con las familias y los chicos "fue mucho más emocional". (Marcelo Suppo)
Similar fue la experiencia relatada por Marcela Ludueña, preceptora del Ipem N° 96, Prof. Pascual Bailón Sosa. "Fue a través del teléfono como mantuvimos el vínculo. Los profesores nos enviaban los trabajos y nosotros lo compartíamos a los estudiantes en cada grupo de Whatsapp. También hacíamos el proceso inverso. Recogíamos el trabajo realizado y lo enviábamos al docente. Más allá de que el profesor hacía las intervenciones necesarias de modo virtual para orientar y acompañar", dijo.
Reconoció que "fue un trabajo duro y difícil. No hubo horarios para la atención de los chicos". Es que "en verdad, la enseñanza remota costó. Más allá de la buena intención de las familias, se observaba que muchas veces no sabían cómo proceder, ni como acompañar a sus hijos. En especial en algunas asignaturas. Pero con esfuerzo y voluntad de todos se fueron salvando los inconvenientes".
Marcela Ludueña, preceptora del Ipem 96 Bailón Sosa. (Manuel Ruiz)
A la hora del retorno a la presencialidad, las preceptoras Balkenende y Federico coincidieron en señalar que sus estudiantes de la Normal "quieren estar en la escuela", aun cuando "algo costó la readaptación". Queda como anécdota "que todos venían más temprano para "conseguir" el lugar que tenían antes de la unificación de las burbujas". En el Bailón Sosa, la preceptora Ludueña señaló que se notó "el problema derivado de la falta de continuidad en la asistencia, porque debieron quedarse en casa mucho tiempo. Pero insistiendo y comunicándose con las familias, haciendo un seguimiento de cada estudiante, lo estamos revirtiendo". Enfatizó que "tienen que volver a conocerse. Incluso, los que hoy están en primer año no se conocían porque formaban parte de burbujas distintas. Entonces hay que trabajar mucho en los vínculos".
Es así como la
central función pedagógica y de comunicación del preceptor se ha fortalecido.
Porque "la cercanía siempre existió, pero se ha profundizado. Y la confianza
creció", dijeron. Su esfuerzo por mantener el vínculo y por acompañar el
proceso de aprendizaje de cada estudiante es, sin dudas, una de las facetas más
positivas del excepcional período de escuela remota al que se debió acudir por
la pandemia.
Marcela: hoy con
la presencialidad los chicos se están reencontrando en las aulas, "entonces hay
que trabajar mucho en los vínculos".