Por una Argentina sin Chagas
Se impone la participación conjunta de científicos, médicos, autoridades políticas de todos los niveles del Estado y el sistema educativo para encontrar modos de prevención eficaces y detección de los casos con el fin de atender a los que sufren un mal que ya no conoce fronteras.
Este viernes se conmemora en todo el país
el "Día Nacional por una Argentina sin Chagas". La efeméride se ha
instituido a partir de la necesidad de instalar la problemática de la
enfermedad endémica por excelencia en nuestro territorio y contribuir a la
sensibilización de todos los sectores sociales. La elección del último viernes
de agosto para recordar la importancia de prevenir el Chagas se relaciona con
el próximo advenimiento de las estaciones más cálidas. En efecto, durante la
época estival se registra una mayor
actividad y reproducción de la vinchuca, lo que produce un aumento en la
densidad poblacional y, en consecuencia, una mayor probabilidad de ocurrencia
de personas infectadas por esta vía de transmisión.
El Chagas afecta a casi dos millones de argentinos. Y muchos de ellos no lo saben en virtud de las especiales características de este mal. La mayoría de los enfermos viven en la extrema pobreza en poblaciones o zonas rurales donde la educación es un lujo y los servicios que mejoran la vida de la gente siguen siendo una quimera.
Mientras el país sigue abonando su suelo con la profundización de la pobreza que es consecuencia de la ineficiencia estatal, de la falta de compromiso de la dirigencia política y también de la corrupción estructural, la vinchuca sigue infectando a miles de compatriotas. La marginación en la que están sumidos amplios sectores de nuestra población son elementos que ayudan al desarrollo del Chagas. Lo que se presumía hace tiempo era una enfermedad propia del norte argentino, con la migración interna ha extendido su radio de apariciones, estimándose, por ejemplo, que más de un millón de infectados vive en zonas marginales del conurbano bonaerense.
Por ello, se impone la participación conjunta de científicos, médicos, autoridades políticas de todos los niveles del Estado y el sistema educativo para encontrar modos de prevención eficaces y detección de los casos con el fin de atender como corresponde a los que sufren un mal que ya no conoce fronteras, pero que en la Argentina tiene una incidencia inversamente proporcional a las acciones que se desarrollan para contenerlo.
Mientras la Organización Mundial de la Salud considera el Chagas como "uno de los mayores flagelos de América Latina", en nuestro país, donde es endémico, continúa siendo un flagelo para millones de personas, la mayoría de las cuales padece además de la carencia de un trabajo digno, de una vivienda confortable y en algunos casos, no tiene ni siquiera recursos alcanzar mínimas dignas condiciones de vida.
Llegados a este punto y ante la comprobación de que la realidad de la pobreza continúa siendo el principal drama de muchos argentinos, si bien suena demasiado ambiciosa la frase que pretende una Argentina sin Chagas, lo menos que puede exigirse es que ese objetivo se mantenga firme para que alguna vez pueda plasmarse en la realidad.