Plantaron un bosque nativo en el patio de su casa
Una familia de barrio Las Rosas eligió sembrar árboles y plantas autóctonas para resguardar la vegetación de nuestra zona. La pandemia, una oportunidad para aprender sobre el medio ambiente, la importancia del reciclaje y el valor de volver a las raíces.
Por Stefanía Musso | LVSJ
Cada región cuenta con una amplia variedad de vegetación autóctona que con el tiempo se fue perdiendo o transformando, ya sea por el cambio climático o por la intervención del hombre.
La familia Reinero vive en barrio Las Rosas y tuvo la interesante idea de comenzar a plantar árboles y plantas autóctonas de nuestra zona para recrear un verdadero bosque nativo en el patio de su casa.
En ese extenso terreno, los espinillos así como Tuscas y las "Lagaña de perro" ocuparán gran lugar pero también una enredadera de Pasionaria y muchas otras especies típicas revalorizando la vegetación de esta zona.
La familia espera que patio se convierta en un "oasis natural", en donde también pueda ser el hogar y refugio de muchas especies de animales y aves, que visiten la casa aportando su marco natural.
Esta situación se hizo posible gracias a la "nueva normalidad" que obligó la pandemia, donde el cuidado del medio ambiente se convirtió en aprendizaje para los más chicos y una lección para los grandes de esta familia sanfrancisqueña.
Espinillo, algarrobo blanco y otras especies nativas comenzaron a apoderarse del parque de los Reinero.
Una casa y un bosque
Mauro y Paula junto a sus hijos María, Máxima y Pedro eligieron algunas especies muy particulares que se adaptaran al espacio y el clima de esta parte de la pampa húmeda.
"Esta idea tuvo dos partes. Primero, cuando hicimos la demarcación del lote en el 2013, la ciudad sufrió una importante lluvia la cual afectó el barrio por completo y por las inundaciones, tuvimos que retirar gran cantidad de plantas que eran vegetación autóctona porque no resistieron la cantidad de agua", dijo Paula García Veritá; la mamá de esta familia.
"Por otra parte, quisimos generar conciencia ambiental entre la sociedad y el medio ambiente entonces, empezamos a indagar", agregó Paula.
De esta manera, la familia empezó a hacer una intensa búsqueda de información y de las plantas como es el caso del espinillo. "Nos pusimos a buscar algunos rústicos y que se adaptasen bien a este suelo y al clima", destacó García Veritá.
Para los Reinero era todo un cambio, no solo de mentalidad sino de apariencia en su hogar en comparación a otras propiedades que rodean la suya. "En nuestro barrio todas las casas tienen árboles hermosos y césped; pero ni unos ni otros son del lugar. Decidimos que sea el de esta zona, la gramilla natural que crece en el suelo y las plantas de acá", afirmó la mamá.
Es sabido que para los niños, la naturaleza es aula de aprendizaje. Para enseñarles a cuidarla y respetarla, la familia Reinero se propuso que sus hijos se acerquen a ella, que la sientan, que la experimenten. Por eso, decidió sembrar árboles y plantas autóctonas que hoy María, Pedro y Máxima disfrutan.
El apoyo del Archivo Gráfico
La fundación Archivo Gráfico y Museo Histórico de la Ciudad de San Francisco y la Región fue fundamental en este plan familiar. La institución dedicada a la conservación de la historia local y regional, que además cuenta con un bosque nativo propio en sus instalaciones, fue una de las fuentes consultadas por la familia pero además le proveyó de semillas para tener en su propio espacio. "Mauro y María fueron a buscar las semillas de Algarrobo blanco, Chañar, Lagaña de perro, Tusca o Acacia aroma al archivo y ahora están en etapa de germinación. Todas esas plantas pronto estarán en nuestro patio", aseguró la mamá.
Fueron los representantes de la entidad así como la arquitecta de la casa, Raquel Marchetti, los que hicieron posible que especies como la Pasionaria se volvieran protagonistas y que sin querer, aves e insectos como loros y mariposas, aportaran su labor natural.
También se animaron a la planta de Maracuyá que si bien no es oriunda de esta zona, bien puede encontrar su lugar en la casa de los Reinero.
La enredadera de Pasionaria tiene un protagonismo especial en este entorno natural.
Un aprendizaje en pandemia
Al igual que otras familias, para los Reinero la pandemia se convirtió en un momento de superar los desafíos que plantea la virtualidad y fue una especie de viaje hacia las costumbres, las raíces y lo más simple de la vida.
Para Paula que es docente, "este tiempo fue de mucha labor y transformamos nuestras casas como pequeñas aulas y por eso tomamos este proceso como la nueva ´normalidad´".
"La pandemia nos enseñó a tener otro vínculo con el ambiente con todo lo que eso implica. La pandemia se convirtió en una oportunidad para aprender otras formas de vida, de hecho, los chicos crearon una huerta, entendieron la importancia del reciclaje pero también que las aves no se deben molestar. Todo eso hubiera costado mucho entenderlo en la ´vieja normalidad'".
Y agregó: "Intentamos que los chicos recuperen y se reconecten con sus raíces, que entiendan por lo que pasaron los que vinieron por estas tierras como fue el caso del abuelo de Mauro que escapó de la Guerra, y fue la huerta lo que le permitió alimentarse. Queremos que sepan que el trabajo con las manos, con la tierra tiene que ver con lo artesanal pero más aún como nos relacionamos con el ambiente", concluyó Paula.