Parto respetado: entre la ley y la práctica, el riesgo de los extremos
Del 14 al 20 de mayo se conmemora la Semana Mundial del Parto Respetado. En ese marco, especialistas plantean como un desafío del sistema de salud argentino aunar criterios: sentido común y el rol profesional. Sin embargo, durante el parto pueden surgir problemas y complicarse por ciertas circunstancias en un momento determinado; también un embarazo puede desarrollarse normalmente y presentar imprevistos hacia el final.
¿Se
puede lograr un parto respetado sin recurrir a las herramientas
tecnológicas y médicas que existen actualmente? ¿Qué riesgos
pueden surgir en el embarazo o el trabajo de parto que pueden cambiar
la decisión o el deseo de la paciente?
"Tenemos once años de formación para decidir lo que científicamente y por práctica aprendemos que es mejor para la paciente", analizó el médico Daniel Casermeiro, especialista en Ginecología y Obstetricia que ejerce su profesión desde hace 34 años, en el Sanatorio Argentino de nuestra ciudad.
Y planteó: "Estaríamos llegando a una instancia en la que pareciera que vamos a terminar decidiendo en base a lo que quiere la paciente".
La Semana Mundial del Parto Respetado es una iniciativa de la Asociación Francesa por el Parto Respetado promovida por Unicef, la Organización Panamericana de la Salud y la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento.
El "parto respetado" o "parto humanizado" hace referencia a una modalidad de atención del parto caracterizada por el respeto a los derechos de los padres y los niños y niñas en el momento del nacimiento. Es decir, en consonancia con las necesidades y deseos de la familia que va a dar a luz.
La ley de Parto Humanizado sancionada en 2004 y reglamentada el 1 de octubre de 2015 establece los derechos de madres y padres a vivir el trabajo de parto, parto y posparto con libertad de decisión, consciencia y respeto.
Dr. Daniel Casermeiro
- ¿Cuál es su experiencia y su visión con respecto al parto respetado?
Me parece muy bien que exista una concepción para proteger a la mujer para que tenga su parto normal y respetado. Los médicos de mi generación, estamos de acuerdo con el parto respetado porque siempre hemos intentado darle todas las posibilidades a la mujer para que tenga un parto normal. No estoy de acuerdo con los extremos para hacer un parto respetado.
Actualmente, se lleva al parto respetado a un extremo que no es el que le daría la tranquilidad al profesional para poder actuar en ese transcurso. Existen condiciones o compromisos que el profesional se ve obligado a tomar y en un momento determinado, no podrá ejercer la buena medicina.
Estas modalidades pueden tener su valor siempre y cuando no se vaya a puntos extremos. La decisión debe ser consensuada con el médico porque cuando sugiere algo lo hace en base a un fundamento médico.
Si una paciente está en trabajo de parto y durante el mismo surge alguna alteración que indica una cesárea, por supuesto que el médico informará sobre eso a la paciente, lo hizo, lo hace y lo deberá hacer para explicarle por qué interrumpe ese trabajo de parto y termina en una cesárea.
No queda claro que la paciente en ese momento le pueda decir que no, que en base a su responsabilidad quiere seguir adelante con el trabajo de parto normal, cuando el médico sabe que podría existir un riesgo grave para el bebé y para la mamá. Es importante que la paciente acepte los cambios porque de lo contrario, el médico pasaría a ser el responsable de esa complicación.
Tuve pacientes que querían que firmara que no iba a hacer una episiotomía o dar medicamentos que contraen el útero y se usan en el caso de pérdidas abundantes, teníamos que pedirle autorización a la paciente antes de hacerle un tacto.
- Ante esta disyuntiva, ¿qué es importante tener en cuenta?
La postura del profesional juega un rol importantísimo. Todo esto abre un debate muy importante porque parecería que con estas leyes en estos casos de la medicina el profesional se tendría que adecuar en forma estricta a estas modalidades y creo que eso no es lo que correspondería.
Lo correcto sería que el médico pueda acompañar a las pacientes durante la gestación, generar el vínculo médico-paciente y entender determinados factores que pueden ocurrir durante el embarazo o durante el trabajo de parto y eso llevaría a la decisión más acertada para lograr un final feliz de la maternidad.
Tanto la relación médico-paciente que hay durante los nueve meses de embarazo como las vías de elección para el parto, sea normal o una cesárea, se van dando naturalmente y la paciente llega al momento de parir con una explicación, porque a partir del sexto mes va a un curso de preparación para el parto que comparte con su pareja, donde se plantean todas las condiciones y lo que puede ocurrir en el trabajo de parto y al finalizar.
Se deben aunar criterios para que prime también el sentido común aparte de lo profesional.
- ¿Cómo fue evolucionando el rol de la mujer en los partos en los últimos 30 años?
Durante mis años de experiencia, encontré un proceso de transición en cuanto al parto. Cuando comencé a trabajar, el 80% de las embarazadas terminaban en un parto normal y había entre un 15 a 20% de cesáreas. Actualmente, es prácticamente a la inversa, hay un 70% de cesáreas contra un 30% de partos normales.
La cesárea aumentó una parte por determinados diagnósticos que implican llevar a ese procedimiento y que antes no se hacían, y también por la elección de la vía del parto que realiza la paciente y que el médico termina respetando.
Hay que tener en cuenta en esto la evolución tecnológica que hubo en la medicina, que permitió que a veces determinados riesgos que podrían aparecer en un parto normal, hoy se diagnosticaran a tiempo y eso prioriza la práctica de la cesárea, pero se fue desvirtuando también la verdadera naturalidad del parto.
- ¿Qué significa el plan de parto o vía de elección para el nacimiento?
Según lo establece la ley, se les presentan a la paciente las distintas vías en las que puede nacer su bebé y ella, independientemente de su caso en particular, puede elegir por ejemplo que quiere terminar en una cesárea.
Ante esto, el médico debe hacer firmar todos los consentimientos correspondientes por riesgos o por lo que suceda, pero debería acceder a complacer a la paciente para tener una cesárea. Esto sería el extremo opuesto a lo que estamos hablando sobre parto respetado.
- ¿Qué desafíos enfrenta el médico en ese sentido?
Ante esta vía, un profesional actualmente puede encontrarse con una paciente embarazada de cuatro meses que ya esté planteando que quiere una cesárea; también puede encontrarse con otra paciente en las mismas condiciones que la anterior que pide un parto normal. Entonces, el médico debería adecuarse a los deseos de las pacientes.
Creo que con estas posibilidades se olvida un poco de respetar la postura del profesional, que la logra en base a seis años de una carrera universitaria y de cuatro a cinco años de una especialidad. Tenemos once años de formación para decidir lo que científicamente y por práctica aprendemos que es mejor para el paciente. Estaríamos llegando a una instancia en la que pareciera que vamos a terminar decidiendo en base a lo que decida la paciente.
El médico debe hacer valer sus fundamentos profesionales, humanos y de sentido común porque a veces surgen imprevistos en el embarazo y el trabajo de parto. En la medicina, la urgencia no da tiempos para explicar los cambios de conducta.
Pueden surgir, por ejemplo, la alteración de los latidos cardíacos del bebé, que no esté descendiendo como corresponde, que la dilatación de la paciente no avance, el médico tiene que estar pendiente para saber si la mujer aceptará razonablemente para que termine decidiendo la cesárea que en esos casos se impone, o se encuentra con que la paciente diga que no, que sigue adelante con el parto normal aunque haya riesgos.