Newton, el educador que dejó mucho más que su fantasma
Puertas que se abren, teléfonos internos que suenan, pasos, un bastón que golpea el parquet del primer piso... El movimiento habitual en una institución educativa. Solo que en Normal, esto no tiene nada de normal, ya que ocurre cuando la escuela queda vacía. Para la mitología local el responsable es Cecil Newton, el director que dejó su vida en la escuela y en el edificio en donde vivió. Pero el legado del "inglés de los perros" es mucho más extenso que su "fantasma", y también más visible.
Por Manuel Montali
Todo estudiante, docente o personal que haya transcurrido por los imponentes pasillos y claustros de la Escuela Normal "Nicolás Avellaneda" tiene alguna historia que contar al respecto del "fantasma" de Cecil Elsdale Newton. Lo cierto es que "el inglés de los perros" no solo dejó la vida en la escuela que dirigió entre 1918 y 1935, sino un legado pedagógico mucho mayor a los mitos.
Casi todo lo que se sabe de Newton es gracias a los testimonios de sus alumnos. Se supo así que había nacido en 1871 en Combe Down, Inglaterra y que en Oxford obtuvo el título equiparable aquí al profesorado en ciencias. Llegó a Argentina junto a una camada de educadores contratados durante la segunda presidencia de Julio A. Roca, con Osvaldo Magnasco como ministro de Instrucción Pública (1898-1901).
En los pasillos se conoce el mito pero detrás de eso hay una rica historia sobre Newton.
María Teresa Giusiano, ex profesora y regente de la Normal, autora del libro "Nuestra Escuela Normal" para sus Bodas de Brillante, explicó que las autoridades nacionales "tenían clara conciencia de que hacía falta expandir la educación sobre todo en un territorio que estaba siendo poblado por inmigrantes".
Fue por esta política que Newton cruzó el Atlántico para venir a esta porción del mundo atravesada por ferrocarriles con el característico sello inglés. Su esposa había muerto y tenía una hija en Inglaterra. Según testimonio de Teodoro Asteggiano, ambas habían llegado con él a Buenos Aires recién en 1912, no durante la presidencia de Roca sino de Roque Sáenz Peña, donde la mujer supuestamente se quitó la vida y la niña emprendió el regreso al país natal. La fecha es casi con seguridad errónea. Sobre el deceso de su pareja no hay mayores certezas.
Lo indiscutible es que Newton vivió solo en Argentina y apenas en una ocasión, en el verano 1922-1923, habría vuelto a su país natal para nutrirse en Oxford de novedades en materia pedagógica.
Newton inauguró y vivió en el edificio actual de la Escuela Normal
Un educador "con todas las letras"
Giusiano explicó que, al llegar a Argentina, Newton fue primero destinado a San Luis, donde fundó y dirigió la Escuela Normal Regional Mixta. Con posterioridad fue rector del Colegio Nacional Carlos Pellegrini de Buenos Aires y presidió el Consejo de educación de esta provincia. En 1918 llegó a San Francisco para reemplazar al primer director, Pascual Bailón Sosa. Y vivió por y para la escuela, "dedicándose por completo a sus alumnos".
Asimismo, opinó: "Podríamos decir que fue un educador con todas las letras" aunque resultara "bastante singular" para una pequeña población como la de San Francisco en el 1900, pese a lo que destacó que "este extranjero supo asimilarse" y emprender la tarea de dirigir la Escuela Normal en su objetivo fundamental de la formación de docentes.
En la ciudad fue pionero en disposiciones de higiene y sanidad para la escuela, así como de la práctica deportiva típica de su país de origen (golf, básquet, tenis y rugby) y sobre todo de las ciencias exactas y el método experimental.
En la institución local se preserva la biblioteca que trajo desde su país: volúmenes y volúmenes que rebalsan de un armario, kilos y kilos de información en inglés, alemán y español, con temas tan diversos como literatura, química, física e ingeniería. Hay obras que cuentan con más años que la escuela y son joyas invaluables. Genera asombro solo de pensar la cantidad de baúles que el Newton treintañero que llegó a Argentina debe haber necesitado para acarrear todo ese material.
Se conserva una biblioteca invaluable con títulos en distintos idiomas de su propiedad.
La Escuela, su casa para siempre
Giusiano resaltó en consonancia que los testimonios recogidos sobre Newton "hablan de un verdadero sabio. Además dicen que se caracterizaba por su buen humor, por lo bien que hablaba el español, sin acento británico, quizá por haber leído las obras del siglo de oro español, y de sus caminatas con los perros".
Una caminata fue justamente la que emprendió cuando se inauguró en mayo de 1934 el edificio actual de la Escuela Normal, a doscientos metros de su emplazamiento original. Newton encabezó la fila, con todos sus alumnos detrás, y abrió las puertas del establecimiento propio, y de su nueva casa, porque él se instaló en el primer piso, al que se llega desde una elegante escalera de mármol. Allí vivió sus últimos meses, sin resignar su tarea educativa, hasta que luego de una prolongada y dura enfermedad falleció el 3 de marzo de 1935. Allí funciona hoy el museo de la escuela, junto a otras dependencias de los directivos.
Ante la ola de rumores que siempre han corrido por boca de la comunidad educativa al respecto del "fantasma" de Newton, cimentada en gran parte por los directores que lo sucedieron -y vivieron en la que fue primero su casa-, la entrevistada se sonrió y dijo: "Sus alumnos no solo dejaron las características de cómo era él como docente y educador sino también de esta mitología que se anima año a año".
De tal manera, Giusiano volvió a subrayar el trato que el director tenía con sus estudiantes y relató una famosa anécdota que lo pinta "de cuerpo entero": Newton acostumbraba a recibir a sus alumnos para ayudarlos en la preparación de exámenes, especialmente a aquellos que tenían dificultades en el aprendizaje. En su casa, les preparaba el té, momento que los jóvenes aprovechaban para robarle cigarros importados de Inglaterra que él guardaba en un frasco. Un día, los cigarros se acabaron y los muchachos le dejaron una nota que decía "No hay más". Poco tiempo después, en otra reunión, descubrieron el frasco nuevamente lleno y con una nota, de parte de Newton, que decía: "Ahora sí hay".
Tal era el cariño que los alumnos le tenían, que fueron ellos los que encabezaron la recaudación de fondos para procurarle un sepulcro a la altura de su leyenda en el cementerio local, declarado con los años como Monumento Histórico por la municipalidad de San Francisco.
A modo de conclusión, Giusiano manifestó: "Los alumnos de Newton destacaron que se dedicó especialmente a enseñar a pensar. Yo que fui docente creo que es una de las tares más difíciles que tenemos por delante y no sé si lo conseguimos siempre. Esto supone no solo lo que les dejó desde el punto de vista de los contenidos de lo que podía haber sido su materia, de matemática, álgebra, astronomía, cálculo, porque todo lo sabía, sino que dijeron que él les enseñó lo que es la moral, la rectitud, la responsabilidad, el ser una persona digna, y creo que eso es extraordinario".
También están intactas algunas de las pertenencias que tuvo en el lugar donde vivió
Homenaje a los directores
A partir de la figura de Newton, Giusiano hizo un reconocimiento a los directores que contribuyeron con la obra de la Escuela Normal, comenzando por Pascual Bailón Sosa, el primero, y siguiendo por los que se fueron alternando en dicho cargo, haciendo una mención especial hacia Celi Scocco, fallecida recientemente.