Necesaria preservación del adoquinado
Existe una ordenanza que lo ha declarado patrimonio histórico. Por ello, no puede ser reemplazado por otros materiales que hoy se utilizan en la pavimentación de calles y rutas. Pero también aquella norma legal obliga a su mantenimiento permanente. Por eso, se hace necesaria su reparación en algunos puntos donde los hundimientos y desniveles son pronunciados.
En el Archivo Gráfico y Museo Histórico de la ciudad seguramente
se hallan fotografías de antaño que dan cuenta de la construcción del
empedrado, cuya vigencia es una postal identificatoria de San Francisco. Calles
y avenidas céntricas continúan con el empedrado, brindando de este modo un
paisaje particular que merece ser preservado en las mejores condiciones.
Existe una ordenanza que lo ha declarado patrimonio histórico. Por ello, no puede ser reemplazado por otros materiales que hoy se utilizan en la pavimentación de calles y rutas. Pero también aquella norma legal obliga a su mantenimiento permanente. Por eso, se hace necesaria su reparación en algunos puntos donde los hundimientos y desniveles son pronunciados.
Dos elementos van de la mano en esta cuestión. Por un lado, la existencia de políticas destinadas a preservar el patrimonio urbanístico histórico de la ciudad, vinculado a la memoria colectiva y a las tradiciones de un pueblo es un elemento central de cualquier acción comunitaria encarada tanto desde el Estado como por particulares. Un cuerpo legal brinda la protección necesaria para que no se pueda avanzar en la destrucción de estos elementos que identifican a la ciudad. En este marco, la preservación de los adoquines adquiere verdadero sentido. Por el otro, el crecimiento poblacional y la circulación de vehículos en las calles determinan que éstas deban encontrarse en un estado correcto para evitar maniobras bruscas que devienen casi siempre en accidentes. El sentido común indica, en este tema, que los desniveles del adoquinado deben ser reparados en forma constante.
La palabra "adoquín" es de origen árabe y define a una piedra prismática de forma normalizada de cara cuadrada o rectangular. Los árabes ingresaron a Europa en el siglo VIII, pero los pavimentos de piedra se difundieron en occidente a comienzos del primer milenio, cuando los romanos dominaban ambas costas del Mediterráneo y parte de la Europa nórdica. En la Argentina se introdujeron como consecuencia de la influencia de la arquitectura europea, en donde el empedrado constituyó una práctica habitual.
Por extensión, un "adoquín" también significa ser "cabeza dura". Es decir, demostrar obstinación y a veces hasta falta de comprensión de algunas cosas. En este punto, fácil resulta comprender que los adoquines de nuestras calles requieren de la obstinación en la acción para que se hallen siempre en el mejor estado.