Mosaiquismo: entre la decoración y la terapia
Cualquier persona puede incursionar en esta técnica en la que se reciclan tazas, cerámicos, vidrios y espejos, pero que además, puede ser sanadora.
En barrio Cottolengo de nuestra ciudad, el taller de manualidades y decoración de Georgina Capellino es una mezcla perfecta entre diversión, un espacio terapéutico, trabajo y arte. Allí, mujeres de todas las edades se acercan a aprender mosaiquismo, una tendencia que pivotea entre terapia y la decoración.
"El mosaiquismo es terapéutico, podés relajarte y pasar horas y horas sin darte cuenta. Esa magia sucede en el taller", cuenta Georgina a VOZ MUJER sobre las bondades de este mundo en pequeños trocitos de colores.
Capellino sabe bien lo sanador que resulta el mosaiquismo. Fue testigo de ello. "Cuando me formé en la Ciudad de Buenos Aires, hace diez años atrás, mi profesora que era una reconocidísima artista plática, nos contó que descubrió el mosaiquismo luego de haber superado una gran depresión. Ella vivía en el exterior, la habían despedido de una empresa y se sentía descartable. Contó que una vez vio tirados azulejos fuera de una casa, los levantó y pensando lo bellos que habían sido cuando estaban en uso, los iba a unir haciendo una imagen bella y tal vez, así, sanaría su alma. Este momento de inspiración y esperanza la llevó a trabajar en el mosaiquismo, dedicarse a ello y convertirse así en una artista de primer nivel", recordó la sanfrancisqueña.
Un salvavidas
Además de ser una buena instancia terapéutica para aquellas personas que transitan estados depresivos o problemas de salud, también lo es para quienes simplemente ganas de encontrar una actividad que represente un cable a tierra, abstraerte de la realidad y crear.
Todos los días, mujeres de todas las edades asisten al taller de Capellino para escribir su propia historia de esperanza. "Cuando empezamos a diseñar, todo se predispone para crear algo nuevo que va a ser bello. Eso pasa cuando `mosaiqueás´. Creás belleza, reinventás, reutilizás, decorás, embellecés y tu corazón lo siente y vibra", expresó.
En clase se disfruta hasta colocar la última pieza y se celebra. "Cuando terminamos un trabajo, con las alumnas compartimos las sensaciones que nos dejó ese momento y tal vez, aunque estamos aprendiendo y puede no gustarnos el producto final, esa experiencia y las sensaciones vividas sirven para revivirlas cuando se necesite, y cuando tengo un día difícil puedo volver a esta herramienta aprendida como un salvavidas para que esas piecitas pinten mi día de color y ayuden a sanar heridas", agregó.
"Esta herramienta aprendida es como un salvavidas para que esas piecitas pinten mi día de color y ayuden a sanar heridas", comentó la docente Georgina Capellino
"Pintar" con teselas
Aunque el mosaiquismo es actualmente una moda, la técnica para llevarlo a cabo es más antigua de lo que se imagina. "Los diseños pueden ser variadísimos y la forma de llevarlo adelante es muy simple. Las piezas se van colocando sobre bases de madera, vidrio, metal o fibrocemento y así se pueden crear bandejas, cajas, mesas o cuadros en la pared. Las mismas se pegan con productos especiales ya sea para interior o exterior, luego se aplica pastina y por último, se coloca cera para las terminaciones", explicó la docente.
Respecto de los materiales, Georgina comentó que "se utilizan pequeñas piezas de distintos materiales y texturas que se denominan teselas como venecitas, azulejos, espejos, pisos. Rotos o nuevos, todo sirve para crear. Para mí, es como pintar pero con teselas". Crear belleza y curar el alma, es posible con el mosaiquismo.