Minibasurales: algo hay que hacer
Crear una conciencia ambiental lleva muchos años, por lo que solo este recurso no puede servir para hacer frente a una cuestión acuciante para la salud pública y la protección del ambiente. Se requieren, por ello, decisiones más efectivas y planificadas para dar vuelta esta página que infecta, agrede y ensucia.
Dos publicaciones recientes en este
diario renovaron la discusión por la existencia de sitios en donde se depositan
residuos sin ningún control. Se trata de una problemática añeja que refleja una
casi inexistente conducta ambiental y ciudadana en muchos vecinos que no
respetan ni siquiera a sus pares que viven en cercanías de los sitios donde
ellos, desaprensivamente, arrojan la basura.
Por un lado, un vecino del barrio 9 de Septiembre tomó la iniciativa de colocar carteles de advertencia para quienes tienen la mala costumbre de arrojar desperdicios en la esquina de 9 de Septiembre y Chile, sitio en el que se juntaron las ramas caídas durante la furiosa tormenta del pasado 14 de diciembre. La advertencia reza: "No tirar basura, será multado". Uno de los habitantes del lugar indicó que "la gente tira todo tipo de basura, desde la bolsita de la casa hasta cualquier cosa. Con el calor de los últimos días había un olor a podrido que era realmente insoportable".
Por el otro, en declaraciones a este diario, el secretario de Servicios Públicos del municipio admitió que las cosas no han cambiado mucho desde mayo de 2018 cuando se hizo un relevamiento que arrojó la cifra de más de un centenar de lugares no autorizados en donde se tira todo tipo de residuos. Y se reconoció que luego de aquel recordado temporal de diciembre el panorama se agravó. El funcionario consideró como "complicado" ejercer un control eficiente para erradicar los minibasurales. "Habría que poner una cámara o un inspector por cada cuadra de la ciudad y eso es imposible". Desde la tormenta del 14 de diciembre, "hubo un incremento de los minibasurales como así también en la generación de basura en toda la ciudad", admitió.
Los dos ejemplos son contundentes. Persiste entre nosotros la pésima actitud de que la basura puede ir a parar a cualquier terreno, sin que se repare en las negativas consecuencias sanitarias y ambientales que se producen. En otras ocasiones, en esta columna, se calificó al problema como "endémico". Esto es, puede ser considerado una patología social que se mantiene en el tiempo en niveles estables. Y no se acierta en su eliminación. Tampoco aparecen estrategias en el horizonte, salvo la de apelar a una conciencia que, evidentemente, no existe en muchos vecinos.
Se probó en 2010 con cámaras de vigilancia. Se intensificaron luego los controles. Más tarde se relajaron. Se insistió en campañas de educación ambiental. Ahora quizás aparezca la idea de colocar contenedores -sea a cargo del municipio o de los vecinos-. Pero en todos los casos el asunto no encontró soluciones concretas.
No se trata de un problema menor. No puede ser menoscabado o ignorado. Crear una conciencia ambiental lleva muchos años, por lo que solo este recurso no puede servir para hacer frente a una cuestión acuciante para la salud pública y la protección del ambiente. Se requieren, por ello, decisiones más efectivas y planificadas para dar vuelta esta página que infecta, agrede y ensucia.