“Me siento con las manos vacías de justicia”
En septiembre próximo se cumplirán tres años del asesinato de Cristian Mana. Lo que pasó hasta el día de hoy es un misterio porque la investigación se estancó. María Inés Lallana, su madre, no encuentra consuelo y cree que el caso nunca será resuelto.
Por Nicolás Albera
A Cristian Mana lo mataron. Lo encontraron sin vida a bordo de su camioneta Peugeot 504, beige, en la esquina de las calles 5 y 94 de la ciudad de Frontera, la madrugada del 20 de septiembre de 2015. Tenía un disparo de arma de fuego en el tórax.
Sobre lo sucedido se tejieron diversas hipótesis destacándose la del homicidio por robo. Sin embargo, a Cristian solo le quitaron una cosa, lo más importante de un ser humano, la vida. En el vehículo todavía estaba su dinero y sus teléfonos celulares.
En noviembre de ese mismo año, la Policía de Frontera detuvo en un allanamiento a Jorge Casuselli, sospechado de haberle dado muerte a Mana, sin embargo desde la justicia consideraron que no había pruebas suficientes para incriminarlo, por lo que se decidió la libertad.
Hoy, a casi tres años del trágico hecho, su madre, María Inés Lallana (49), no encuentra consuelo. Afirma que sus manos están "vacías de justicia" porque siente por dentro que el caso nunca será resuelto debido a que la investigación no avanza y porque ella tampoco tiene dinero para afrontar los gastos que le implicaría contratar a un abogado que la ayude a develar que pasó esa madrugada trágica. Y eso le duele.
-Pronto se cumplirán tres años de la muerte de Cristian: ¿cambió en algo su visión de lo que sucedió esa madrugada?
No sé bien qué pasó. Mi hijo estaba en su casa, no sé si recibió un llamado o un mensaje y salió (alrededor de las 4). A las 7.30 me dijeron que estaba muerto. En ese momento vino mi hijo Franco con su papá y ahí inmediatamente al verlos supe que le había pasado algo a Cristian. Primero me mintieron porque me dijeron que había tenido un accidente con la camioneta y que había tenido un infarto. Después con las horas me dijeron que Cristian tenía un disparo y allí todo dio un vuelco. Según muestran las cámaras de la estación de servicio de Gordo (Sáenz Peña y camino interprovincial) lo ven pasar cerca de las 4 de la mañana, pero no se lo ve volver. A él le disparan en Calle 5, hace todo un recorrido por allí, vuelve y termina chocando contra unos ligustrines. Siempre se dijo que fue un robo, que había dos personas en moto que lo seguían. Pero hay testigos que salieron al momento en que se produjo el disparo y ven a una persona que saca el brazo de la camioneta pero no ven el arma. Luego ven que vuelve al lugar pero con otra ropa. Esta persona es Jorge Casuselli, a quien citan a declarar y él dice que fue a socorrerlo. Lo que sí me llama la atención es que mi hijo tenía en su teléfono su contacto. No sé qué lo unía a esta persona.
-La Justicia le dio pocas respuestas sobre el caso.
La causa la tomó el fiscal Diego Vigo y después de dos años el fiscal Carlos Vottero. La semana pasada pregunté si había alguna novedad y me respondieron que no tenían nada. Les recordé que hace tres años de la muerte de mi hijo. Cuando lo sueltan a Casuselli, luego de estar un mes detenido, en la fiscalía me dijeron que lo largaban porque no aparecía el arma. Con el tiempo apareció el arma pero nadie dice quién la entregó.
-¿Con el fiscal Vottero pudo hablar?
Estuve hablando el año pasado y lo único que me dijo fue que el caso de mi hijo era muy difícil, complicado, porque se hizo todo mal desde el primer momento. "Ahora me encuentro con esta causa con dos años en contra", me señaló. Se borró todo lo que había y me dijo que era muy difícil que esto salga a la luz. Hoy me siento con las manos vacías de justicia.
-¿Por qué no cuenta con abogado?
Jamás tuvimos uno. Económicamente no puedo solventarlo y nadie se ofreció para darme una mano, interiorizarse del caso o asesorarme. Además tiene que ser alguien que trabaje del lado de Rafaela según me dijeron.
-¿Con Casuselli nunca habló?
No, jamás. Yo no lo quiero ver. En estos casi tres años jamás lo vi.
-¿Cómo era Cristian?
Era un muchacho solidario, generoso, buena persona. Le estaba yendo bien como encargado de una pizzería y estaba contento porque su papá le había comprado una camioneta. Tenía 25 años, una vida por delante y era un muchacho que no se merecía morir de la forma en que murió.
-¿Con qué soñaba?
Él quería mucho a su negocio, anhelaba que le fuera bien y de esa manera tener una casita propia y seguir ayudándome a mí y a sus hermanos. Me separé de su papá cuando él tenía casi 9 años y a los 14 años salió a trabajar porque tenía mis otros hijos chicos (Franco, Micaela y Enzo) y se me dificultaba hacerlo a mí pese a que lo hacía. El dejó el colegio porque necesitaba trabajar. Siempre digo que yo pasé todo con él. Era mi compañero, compinche, amigo, el que me sacaba una sonrisa y me escuchaba. Fue el hombre de la casa, con 14 años se puso la familia al hombro.
-¿Cómo piensa que fueron sus últimas horas con vida?
Era un chico muy reservado en su vida privada, en sus amistades. No iba a ser amigo de cualquiera. Sí le tendía una mano al que lo necesitaba pero a su vez era desconfiado. Él estaba en su casa esa noche escuchando música con un amigo. Se bañó y luego le dijo a este amigo que ya venía. En ese momento este chico pensó que se iba a la estación de servicios a comprar cigarrillos pero no volvió más. No sé qué pasó, si tuvo un llamado o un mensaje. La policía me dijo que si tuvo un mensaje de Whatsapp ellos no lo pueden recuperar.
-¿Cómo se vive con la incertidumbre de no saber qué pasó?
En esta incertidumbre la policía me dice que Casuselli no es el asesino de mi hijo. Yo tengo solo la imagen de esta persona, no de otra. No sé si lo quiso socorrer como él dice pero si realmente fue así no sé cómo no llamó a la policía, por qué se fue a cambiar de ropa y volvió. No sé qué relación tenía con mi hijo. Yo estoy sola, pese a que la casa a veces se llena de gente. Me quedé sola de justicia y de amigos. Mis hijos y Cristian, donde quiera que esté, son quienes me mantienen de pie. En estos casi tres años soñé dos veces con Cristian, eso me da calma porque lo soñé tranquilo. Hace tiempo que no tengo esa crisis de llorar y cuando me siento así le pido a él que me dé fuerzas desde donde esté, que no me deje sola.
-¿Confía en que habrá justicia finalmente?
No creo que mi hijo tenga justicia. Como dije, tengo mis manos vacías.