María Bertea: "La pandemia dejó a la luz la verdadera miseria humana"
Las trabajadoras de Casas de Familia luchan por el reconocimiento de sus derechos de la mano de María del Carmen Bertea, la mujer que desde 2015 las representa en Simpecaf.
La pandemia dejó al descubierto la situación laboral de muchas mujeres, principalmente el de las empleadas de Casa de Familia que luchan desde hace tiempo por el reconocimiento de sus derechos, pero principalmente por el respeto como merecen.
María del Carmen Bertea (57) está desde 2015 al frente del Sindicato de Empleadas de Casas de Familia y desde entonces no detiene su lucha por estas trabajadores que en muchos casos se encontraban ante situaciones de discriminación y el abandono por el solo hecho de su condición de mujer y la tarea que llevan a cabo.
¿Cuáles son los logros que obtuvieron las afiliadas?
Saber que tienen una ley que las ampara. Se trata de la 26.844 que rige para todo el territorio nacional desde 2013 y dos años después, mediante un decreto nacional, destejamos nuestro día que es el 3 de abril. A estos logros, hay que sumarle que tenemos un lugar dónde consultar sus dudas y nos sentimos protegidas.
- ¿Cuáles son los desafíos de las empleadas domésticas?
Los desafíos son constantes ya que la sociedad aún se rige por el patriarcado. Las tratan como las sirvientas, la chica que trabaja en casa, la que no estudió y le toca ir a limpiar porque no es capaz de hacer otra cosa. En realidad, este es un empleo como cualquier otro y muchas veces tenemos con más responsabilidad que el propio empleador, cuidando los niños y los bienes que hay dentro de sus viviendas.
- O sea que impera el machismo
Sí, mucho. Este es un tema crítico dentro del sindicato ya que se recibe mucho maltrato y violencia verbal principalmente desde el mismo género de parte de las empleadoras.
- A pesar de esto.... ¿cambió algo la realidad de estas mujeres?
Si, solo que es trabajo de hormiga ya que muchas o digamos la mayoría tiene miedo de perder sus trabajos. Eso es algo inaudito ya que deberían reconocer a la empleada de casas de familias que tiene derechos y obligaciones como cualquier otro trabajador pero es muy difícil lograrlo aunque no imposible.
- ¿Cómo afecta la salud de las trabajadora?
Es un trabajo que afecta y mucho su salud a futuro. La mayoría termina con muchos problemas su columna y manos. Este es otro tema importante ya que teniendo la ART el empleador niega a que la usen. Ellos tiene que entender que no somos máquinas somos personas que también nos suceden cosas. El trabajo que realizan no es reconocido muchas veces por el empleador y es duro y rutinario. Lo peor de la realidad de las empleadas de casa de familia es que es una actividad precarizada, irregular y mal paga, y no podemos estar en estos tiempos soportando esta situación.
- ¿Creció la cantidad de afiliadas?
A pesar de que somos el mayor empleo, el 70% de las empleadas trabaja en la informalidad y la cuota sindical no está establecida en el recibo de sueldo como otros sindicatos. Nuestra sede funciona en mi casa, no tenemos un espacio físico aunque estamos haciendo tratativas para poder conseguir un lugar y funcionar como el sindicato se merece. Esa es la idea, porque queremos contener a las empleadas como se merecen.
- Estuvieron mucho tiempo sin trabajar por la pandemia... ¿Qué dejó a la luz esta situación?
Arrancamos el 11 de junio con las tareas generales (las empleadas contempladas en categoría 5, mientras que las esenciales de categoría 4 nunca estuvieron en cuarentena), lo que las tuvo tres meses sin trabajar. Esta situación dejó a la luz la verdadera miseria humana sin contemplar la salud de las trabajadoras.
Nos enteramos de casos en que cambiaron de categoría a las empleadas para que puedan circular; de llevarlas escondidas en los autos para que vayan a trabajar; pero también del aprovechamiento de muchos para no realizar los haberes, ocasionar despidos disfrazados de renuncias y otros maltratos. Tuvimos que comunicarnos con muchos empleadores para que respeten el aislamiento social y ellas tuvieron mucho miedo de quedarse sin trabajo. Lamentablemente, son los menos los que se ocupan de las empleadas de casas particulares.
- ¿Quién es María Bertea?
Soy madre de tres hijos, abuela de dos nietos y me enojan mucho las injusticias. Me comprometo y lucho por los que puedo ayudar. Me considero una persona simple aunque muchos empleados no me quieren. Bueno, son gajes del oficio pero llevo una vida tranquila. Ala mañana, me voy a trabajar y a la tarde siempre dedicada al sindicato.
¿Qué mensaje les dejas a las trabajadoras?
Que se valoren, no es ningún deshonor ser empleada de casas de familia, y que sigamos juntas para poder llegar a más mujeres que nos necesitan. Somos trabajadoras y tenemos derechos que todos. También merecemos condiciones dignas para poder llevar a cabo nuestros empleos.