Maquillaje semántico en Cuba
El proyecto de nueva Constitución cierra otra vez la puerta a la democracia representativa y omite cualquier referencia a derechos fundamentales como la libre expresión de las ideas, la libertad de prensa, la posibilidad de agremiación de los trabajadores y la formación de agrupaciones políticas, entre otras.
Cuba empezó a debatir un proyecto de nueva Constitución que permitirá la generación de riqueza a través de una actividad privada reglamentada por un sistema socialista, que ya no tendrá a la "sociedad comunista" como fin. La iniciativa, de 224 artículos, reafirma "el carácter socialista" del sistema político cubano y el papel rector del gobernante y único Partido Comunista, a la vez que mantiene invariables sus fundamentos económicos: "la propiedad socialista de todo el pueblo y la dirección planificada de la economía". Sin embargo, retira de la nueva Carta Magna la parte que alude a la "sociedad comunista" como un fin.
Esta última circunstancia no es un dato menor. Se trata de un cambio semántico importante porque de manera implícita admite que es imposible llevar a la práctica aquel objetivo utópico de la doctrina marxista, aun cuando se maticen las palabras para evitar el reconocimiento del fracaso estrepitoso de un sistema que proclamaba la liberación del hombre pero que a poco de andar demostró ser todo lo contrario.
El anteproyecto de nueva Constitución en Cuba abre la puerta a algunas ideas que van en contra del ideario marxista como la propiedad privada por ejemplo. Da cuenta de que se pretende reasegurar la debacle económica del sistema admitiendo la inversión extranjera, aunque no existen precisiones acerca de si se modificarán las disposiciones actuales. Éstas contienen tantas regulaciones que se convierten en obstáculos impermeables a la llegada de fondos que permitan reactivar la economía y la producción.
No obstante, suena auspicioso que se sienten las bases -aunque todavía frágiles- para que puedan intervenir diversos agentes económicos y se comience a reconocer el papel del mercado en la economía, así como la aparición de nuevos modelos de propiedad. "Esta dinámica abre perspectivas de otros cambios que ahora serían no solo deseables sino lógicos desde una perspectiva de desarrollo", opinó el analista político cubano Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas-Rio Grande Valley.
Pero el proyecto de nueva Constitución cierra otra vez la puerta a la democracia representativa y omite cualquier referencia a derechos fundamentales como la libre expresión de las ideas, la libertad de prensa, la posibilidad de agremiación de los trabajadores y la formación de agrupaciones políticas, entre otras.
Se trata entonces de un mero maquillaje. De una propuesta que pretende mostrarse como renovada y adecuada a estos tiempos, pero que esconde el mismo destrato hacia la gran mayoría del pueblo cubano, cuya voz sigue siendo silenciada por las estructuras burocráticas y autoritarias de un régimen que mantiene características del gatopardismo "lampedusiano". Es decir, si queremos que nada cambie, es necesario cambiar algo.